6 enero, 2015
Yakutsk: La ciudad más fría del mundo
En la tundra siberiana se encuentra Yakutsk, la capital de la República de Sajá. A tan sólo 450 kilómetros del círculo polar ártico, seis husos horarios desde Moscú y con una temperatura promedio de -42 °C en invierno, es la ciudad más fría del mundo.
En la tundra siberiana se encuentra Yakutsk, la capital de la República de Sajá. A tan sólo 450 kilómetros del círculo polar ártico, seis husos horarios desde Moscú y con una temperatura promedio de -42 °C en invierno, es la ciudad más fría del mundo.
Fundada en 1632 a orillas del río Lena, comenzó siendo un fuerte cosaco (ostrog) que servía de puesto de avanzada para la colonización de Siberia. Sin embargo, Yakutsk adquirió el estatus de ciudad recién en el siglo XIX cuando se descubrieron importantes yacimientos de oro.
Fue en la década de 1930, con el proceso de industrialización de la Unión Soviética, cuando tuvo su mayor expansión. Al comienzo fue mediante el trabajo forzado de los Gulags soviéticos y luego con ofertas de salarios altos para los mineros que se animarán a adentrarse en territorio siberiano.
Así se convirtió en una de las principales ciudades del oriente de Rusia detrás de Vladivostok y Khabarovsk. Actualmente cuenta con 270 mil habitantes y su principal fuente de ingresos son las minas de diamante que representan el 20% del comercio mundial.
Los habitantes de la región de Yakutia (en la que se ubica la ciudad como principal centro urbano) se jactan de que allí existen todos los elementos de la tabla periódica. Según la leyenda local, esto se debe a que el dios de la creación había estado volando alrededor del mundo para distribuir riquezas y recursos naturales, pero cuando llegó a Yakutia sus manos se congelaron dejando caer todo.
La vida cotidiana en la ciudad helada
En Yakutsk se puede disfrutar de temperaturas por encima de los cero grados solo durante cinco meses (de mayo a septiembre). Su temperatura media anual es de diez grados bajo cero alcanzando en invierno los -40 °C de promedio, con un record histórico registrado de -64 °C.
Salir a la calle con estas temperaturas es una odisea que se lleva a cabo de manera excepcional. En 20 grados bajo cero, la humedad de las fosas nasales se congela dificultando la respiración y provocando tos por el aire frío que circula por el cuerpo. A menos de 35 grados bajo cero el aire es lo suficientemente frío como para adormecer la piel expuesta con rapidez, deteniendo la circulación de la sangre y provocando un constante peligro de hipotermia. Pero cuando se llega a -40 °C, incluso el uso de anteojos resulta complicado ya que intentar quitárselos puede provocar que parte de la piel de la cara se vaya con ellos.
Por eso, bajo este clima, es fundamental la vestimenta. Ahora bien, un abrigo de piel (aquí no surte efecto la publicidad de Greenpeace o PETA) que cumpla con las condiciones necesarias para soportar el frío puede costar más de 1500 dólares. Si tomamos en cuenta que el salario promedio de la ciudad es de 600 dólares mensuales, no resulta raro que los bancos de Yakutsk brinden créditos para adquirir este fundamental elemento de supervivencia.
Otro dato importante tiene que ver con el entierro de los muertos. Cavar una tumba en el hielo es una tarea realmente difícil por eso el procedimiento consiste en hacer un fuego y apilar el carbón encendido sobre la superficie determinada. Luego de aproximadamente dos horas se logra una profundidad de 15 centímetros. Es así como se limpian las brasas y se comienza de nuevo el procedimiento. Así se repite hasta alcanzar una profundidad de dos metros.
También es característico de Yakutsk que las casas están construidas sobre pilotes de hormigón de, por lo menos, seis metros de profundidad. Esto no tiene que ver con posibles inundaciones (las precipitaciones anuales son tan sólo de 235 mm) si no con que toda la ciudad está asentada sobre permafrost -suelo siempre congelado pero que, en verano, se vuelve inestable-.
Es así que, además de la Universidad Estatal de Yakutsk -una de las diez universidades federales de Rusia, fundada en 1956- en la urbe se encuentra el Instituto de Investigación del Permafrost, que se desarrolló con el objetivo de resolver los graves y costosos problemas asociados a la construcción de edificaciones en suelo congelado (el 60% de Rusia está cubierto por este tipo de suelo).
Oymyakon, el pueblo que le gana a la capital
Llegar a la capital de la República de Sajá es complicado ya que si no se hace a través del Aeropuerto Internacional ubicado en la ciudad, por tierra es prácticamente imposible.
La carretera del Lena no tiene un puente en ningún lugar del recorrido que atraviese el río y, por lo tanto, para arribar a Yakutsk es necesario cruzar en ferry durante el verano o en vehículos especiales, a través del río congelado, en invierno. Actualmente se encuentra en obra un puente del ferrocarril Baikal-Amur que será un gran paso en la conexión de esta región siberiana con el resto de Rusia.
Pero saliendo de Yakutsk hacia el noreste, a unos 900 kilómetros de distancia, existe un lugar más remoto. Allí se encuentra la aldea de Oymyakon. Con 424 habitantes, según el último censo de 2010, es el lugar habitado más frío del mundo. El 26 de enero de 1926 se registró en la aldea una temperatura de -71,2 °C. En los últimos años su temperatura promedio en invierno ha sido de -50 °C.
Allí, la mayor parte de la dieta de los habitantes está basada en carne, ya que las frutas y verduras no resisten las bajas temperaturas. Por otra parte, el suelo helado hace que sea difícil mantener la plomería por lo que la mayoría de los inodoros son tipo letrinas. El invierno dura nueve meses y los peces se congelan en solo 30 segundos después de haber sido sacados del río. Por eso se guardan en los sótanos de las casas al igual que la leche, que jamás es líquida. Finalmente los vehículos deben mantenerse en funcionamiento mientras están en el exterior para que no se congele el combustible.
En idioma yakuto, Oymyakon significa “agua líquida”, o “agua que no se congela”, debido a las aguas termales que emanan en su cercanía. Paradojas de la tundra, si no fuera por las minas de oro y diamantes, esta aldea solo sería un lugar de paso para los pastores de renos.
Andrei Dubov, que hace más de una década trabaja allí, dijo a la BBC que la temperatura más baja que recuerda fue de -63 °C. «Probablemente fue más frío», añadió, «pero el termómetro sólo lee abajo hasta -63 °C».
Santiago Mayor – @SantiMayor
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