19 diciembre, 2014
Diego Cocca y la alegría de un Racing mutante
Un recorrido por los cinco mejores directores técnicos de la Argentina. En primer lugar, el nuevo campeón con Racing Club de Avellaneda, Diego Cocca: propuesta, estilo y adaptación.

El 2014 tuvo a muchos entrenadores de fútbol como protagonistas de grandes gestas, dejando un sello indeleble y haciéndose un lugar en la historia del equipo por el que pasaron (y que en la mayoría de los casos, continúan en el banco). Si nos vamos al plano de los internacionales, “Pep” Guardiola sigue construyendo una escuela en vida ahora con el Bayern Munich; Carlo Ancelotti convirtió por fin las inversiones millonarias del Real Madrid en una deseada décima Champions League; Mourinho no se aleja de los primeros planos y exprime al máximo los recursos que tiene; y Joachim Low le dijo al mundo que Alemania ya no son sólo tanques, sino que se puede practicar un fútbol distinto, ambicioso, a puro toqueteo y despliegue y responder igualmente a la máxima de Gary Lineker: “El fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”.
Desde Notas nos propusimos destacar a cinco directores técnicos de nuestro país que este año han sabido generar una referencia de la mano de importantes logros. Algunos más jóvenes, otros más viejos, todos consiguieron objetivos de difícil alcance, que sus conjuntos aspiraban desde hacía mucho tiempo. La lista empieza por el flamante campeón racinguista Diego Cocca y seguirá por Marcelo Gallardo, Edgardo Bauza, Alejandro Sabella y Marcelo Bielsa, éste último sin títulos en su haber pero construyendo un nuevo territorio de idolatría en Marsella.
La apuesta de la dirigencia de Racing fue arriesgada. Tras 13 años sin títulos, luego de que en la última temporada hubiera sufrido 20 derrotas y que entrenadores de renombre se hubieran sentado en ese banco caliente sin mayor éxito (Basile, Russo, Simeone, Merlo en su tercera etapa), la oportunidad de sacar a la Academia de la mala fue otorgada al «inexperto» Cocca. Inexperto en el arte de dirigir a un grande con altas expectativas siempre, pero con una trayectoria variada pese a su juventud que incluyó a la CAI, Godoy Cruz, Gimnasia, Santos Laguna, Huracán y Defensa y Justicia.
Este último equipo fue con el que mejor pudo demostrar su propuesta futbolística de tintes audaces y vistosos, que se referencian en figuras tan disímiles como Passarella -quien lo hizo debutar en Primera en River- o Ricardo La Volpe, ese técnico tan irritante como hacedor de una revolución en el fútbol mexicano. Defensa y Justicia subió por primera vez a Primera División con grandes dosis de talento, algo que compartió con el Banfield de Almeyda, de quien fue subcampeón pero a quien supo derrotar 5 a 3 en uno de los grandes duelos de esa temporada. Independiente, gran favorito tras su caída, tuvo que sudar la gota gorda para ser el tercero en un desempate, lejos de la hegemonía lograda por el Taladro y los de Florencio Varela.
Sus anteriores experiencias fueron variadas. Con la CAI casi asciende a Primera, con Godoy Cruz se volvió conocido e instaló un modelo de juego que muchos después replicaron en el conjunto mendocino (que se ha acostumbrado a elegir técnicos debutantes o con poca experiencia que, en general, terminan cosechando buenos resultados en sus inicios), en Gimnasia no dejó un buen recuerdo pese a ser el último DT que le ganó un clásico a Estudiantes, en Santos Laguna arrancó muy mal y se terminó acomodando aunque sin cumplir objetivos y en Huracán el combo mediocres resultados e impaciencia quemera lo eyectaron del banco rápidamente. El antecedente del Halcón fue el que inclinó la balanza.
Racing comenzó ganando sus dos primeros partidos del campeonato y otra vez surgió el famoso latiguillo de los últimos tiempos: “Éste es el año, Academia”. Pero el conjunto de Avellaneda, pese a la referencia consolidada de Saja en el arco, el retorno del veterano Milito y las ideas de un fútbol protagónico de Cocca, era un equipo nuevo, obligado a quemar etapas de formación para pelear arriba. Un Tigre que a las pocas fechas perdería el técnico le metió 4, se recuperó ante Arsenal y luego vendrían dos derrotas duras: el clásico contra Independiente y una caída de local ante Lanús en el medio de un clima extrañamente caldeado transformaron la esperanza en resignación.
Apareció el “siempre lo mismo” mezclado con bronca e insultos. Esas tres derrotas en seis fechas se explican por varios factores: 1) se empezaban a ver las dificultades de un esquema que necesita tiempo y cuyas fallas pueden ser letales, como efectivamente sucedió; 2) hubo arbitrajes que lo perjudicaron, en el clásico y sobre todo con Lanús, en un duelo donde tuvo un rol estelar Merlos que muy poco tiempo después volvería a favorecer al conjunto Granate; 3) el efecto Independiente en los últimos años pareció condenar a Racing en las siguientes fechas. Otra vez pareció ponerlo en una zona de declive luego de ese 2 a 1.
Y en el medio la frase del semestre: “Prefiero perder el clásico y pelear el campeonato”. Una frase que cayó muy mal en el hincha de Racing sobre todo tras la consumación de la derrota en un clásico que, hay que decirlo, la Academia se ha acostumbrado a perder en los últimos años. Ante la incertidumbre de si luego se pelearía el campeonato, aparecieron banderas exageradamente agresivas contra el entrenador que, si bien había cometido un desliz importante con esa declaración, no parecía para tanto, para ese nivel de intolerancia que se exhibió ese día en el Cilindro. Se dice por ahí que toda bandera es política y en el clima pre-electoral que ya se vivía en Racing, nada debería extrañar.
En cuanto a lo futbolístico, Racing seguía proponiendo y los resultados comenzaron a acomodarse por una mejor senda tras ese primer tercio de torneo. Hubo dos clicks, el del ánimo y el del estilo. El del ánimo se dio en Avellaneda al igualar 1 a 1 con Newell’s en un partido donde tuvo momentos de muy buen fútbol y el público despidió al equipo con aplausos. Mientras tanto Racing estaba 1 a 0 abajo con Boca tras 57 minutos de lluvia en la Bombonera. Ese duelo, previo al encuentro con los rosarinos, se completó después y Bou comenzó su camino al estrellato con ese doblete histórico. Luego cuarteto en Córdoba y la ilusión se renovó. Pero el click del estilo se dio a la semana siguiente. Racing jugó un partidazo contra Rafaela pero perdió 2 a 0. Mucha mala suerte, aunque había que sacar una conclusión de eso. Y se sacó.
Como en el Mundial con Sabella, Cocca y sus dirigidos se adaptaron para triunfar. Cambiaron. Ni los Cuatro Fantásticos por un lado ni una voracidad ofensiva con agujeros abajo. Solidificar, consolidar dos centrales como Lollo y el pibe Cabral, el 5 bandera en que se convirtió Videla y si los de arriba están bien… Y los de arriba anduvieron muy bien. Por eso a partir del triunfo 4 a 0 en La Plata contra Estudiantes (trae suerte la ciudad de las Diagonales para la Acadé) empezó un nuevo Racing. Más ordenado, más batallador, más confiado en el poder de sus delanteros aunque con menos juego hacia ellos. Recibió un gol en los últimos 9 partidos, ganó 8 de esos.
Esa seguramente sea la gran lección que Diego Cocca dejó este semestre: cambiar no es resignar convicciones, cambiar puede implicar una evolución, un camino distinto para conseguir un objetivo. Racing no se obsesionó por el título, Racing fue aprovechando sus oportunidades y llegó a una meta soñada al principio, pero más difusa después. Un logro histórico después de 13 años de espera. Cocca fue el comandante de ese barco y sin el carisma de un Merlo o un Basile (los anteriores campeones en 2001 y 1988) se acomodó al lado de ellos en la foto de los ganadores. Con versión original o adaptada, sin duda alguna todavía querrá ir por más.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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