Fútbol argentino

11 diciembre, 2014

Los mira desde arriba

River se consagró campeón de la Copa Sudamericana tras vencer en la final por 2 a 0 a Atlético Nacional de Medellín. Los goles los marcaron Gabriel Mercado y Germán Pezzella, ambos de cabeza, gracias a centros precisos de Leonardo Pisculichi, el hombre clave de los últimos 3 partidos.

River se consagró campeón de la Copa Sudamericana tras vencer en la final por 2 a 0 a Atlético Nacional de Medellín. Los goles los marcaron Gabriel Mercado y Germán Pezzella, ambos de cabeza, gracias a centros precisos de Leonardo Pisculichi, el hombre clave de los últimos 3 partidos.

El partido de ida entre River y Nacional ya había dado indicios de que estábamos en presencia de una gran final de copa continental. Un tiempo para cada uno en Medellín mostró virtudes y defectos de ambos equipos.

En la noche de miércoles del Monumental, el Millonario salió a arrollar a un Verdolaga en el que conviven 2 equipos en 1. El defensivo deja huecos en el medio, sufre horrores los pases filtrados y hace lucir y enojar a su arquero Franco Armani. El ofensivo demuestra su jerarquía en cada avance y puede lastimar en 2 toques con Cardona, Ruiz y Berrio.

El primer tiempo fue un concierto de oportunidades de gol desperdiciadas por Teo Gutiérrez, más por impericia en la definición que por virtud del arquero rival, que igual siempre está bien ubicado. El bajón físico y después futbolístico de River que casi lo deja sin nada este semestre incluye un deterioro en el aporte goleador de sus delanteros.

El partido de vuelta contra Estudiantes por los cuartos de final de la Copa fue el último en el que Mora y Teo marcaron goles. Después de ese encuentro el equipo de Gallardo (el más goleador del fútbol argentino en el semestre) jugó 9 partidos y sólo marcó 9 goles (3 a Banfield) sin aporte de sus atacantes titulares.

En la final esta tendencia quedó más expuesta que nunca porque generó mucho el primer tiempo y se fue al descanso con las manos vacías y el corazón en la boca, merced a algunas contras del equipo colombiano que pudieron haber abierto el marcador. Otra vez volvió a aparecer la figura de Barovero (impresionante tapada con el pie ante un remate de Cardona), como contra Boca, para despertar a un River que empezaba a sentir el desgaste de haber hecho el esfuerzo y seguir empatado.

Cuando la noche se ponía más oscura para el conjunto millonario volvió a aparecer la pegada exquisita de Leonardo Pisculichi, como contra el clásico rival, como en Medellín. Esta vez, como frente a Estudiantes, puso dos centros perfectos para las cabezas de Mercado primero y Pezzella después. Le dio aire y sepultó las dudas antes de que intenten asomar.

El equipo dirigido por Gallardo fue un soplo de aire fresco para un fútbol argentino, que cierra un gran año con la obtención de las dos copas continentales del año: por parte de San Lorenzo primero y de River después, sumado al subcampeonato mundial logrado por el seleccionado nacional en Brasil.

El River del Muñeco enamoró por su juego y siempre tuvo conciencia de clase. Jugó como equipo grande en todas las canchas y asumió el protagonismo que le tocaba por ser el último campeón de la competencia local. Pero el fútbol no es sólo ataque, circulación de pelota, precisión y velocidad. Salió campeón de la Sudamericana porqué también trabajó a la perfección las pelotas paradas y porqué entendió que el abanico de variantes ofensivas siempre tiene que tener un plan B.

River ganó un torneo continental después de 17 años porque se reinventó sobre la marcha y se sobrepuso a las adversidades y a un calendario desorganizado que exige ser revisado. Porque entendió que para ser un gran campeón primero hay que ser un gran equipo y porque lo hecho al comienzo merecía terminar festejando algo al final.

Lucas Jiménez

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