Cultura

9 diciembre, 2014

Las películas secretas del festival

Las mejores secciones del Festival de Mar del Plata vuelven a ser las “alteradas”: “Estados alterados” y el foco de este año en el cine italiano actual, la sección “Italia alterada”. En estas secciones conviven miradas de todo el mundo que se preguntan sobre las posibilidades del cine creando y recreando la forma cinematográfica y pensando las políticas de las imágenes y la actualidad del cine.

Las mejores secciones del Festival de Mar del Plata vuelven a ser las “alteradas”: “Estados alterados” y el foco de este año en el cine italiano actual, la sección “Italia alterada: Siete y medio”. En estas secciones conviven miradas de todo el mundo que se preguntan sobre las posibilidades del cine creando y recreando la forma cinematográfica y pensando las políticas de las imágenes y la actualidad del cine.

En el festival, principalmente si la función arranca después de las cinco o seis de la tarde, difícilmente una película no se agote o como mínimo no se llene. Los críticos corren de sala a sala agitando las credenciales que cuelgan de sus cuellos para no llegar a perderse alguna película en competencia. Ya dijimos que este año la competencia latinoamericana fue muy buena, pero el resto de las competencias tuvieron su habitual calidad que de ninguna manera es mala, pero también (o tampoco) de ninguna manera es de lo mejor (excepto los casos extraordinarios que nunca faltan, claro).

Casi como si fueran parte de otro festival, las secciones alteradas no agotan sus entradas. Esto es comprensible por, al menos, tres razones. En principio por la misma estructura de las películas. En estos filmes hay un trabajo formal que puede ir desde una narrativa cercana al género hasta la deconstrucción misma de cualquier tipo de estructura: el famoso y nunca no denostado cine experimental. Los públicos, a veces conservadores y con pocas ganas de hacer un esfuerzo por entender -otras veces no-, se aburren y llegan a putear a las películas.

En segundo lugar, porque a la crítica no le interesan. La crítica es central en el festival, son quienes hacen la cobertura y exportan al afuera de la ciudad lo que está pasando en las salas. Como no van a ver estas películas, celebran filmes menores que a una semana del cierre del festival ya deben haber olvidado.

Y en tercer lugar, porque al festival no le interesan. Si bien hay una parte del equipo de programadores que elige estas películas y que año a año insisten y ganan, estos filmes están por fuera de toda discusión en torno al festival, siendo que en realidad “la posta” del cine actual está acá.

Un cortometraje notable de la sección Estados alterados fue It’s not a prison if you never try the door/No es una prisión si nunca probaste la puerta, de J.G. Solondz, que retoma la película Godzilla (1954) y la vuelve caótica, se hace con la estética del píxel y rompe lo visible. It’s not a prison… es una reflexión sobre la actualidad del cine y los formatos, la batalla que perdió lo analógico y la fascinación que genera el digital, y que hay que problematizar. La discusión sobre lo digital tiene defensores y detractores, pero ambos coinciden que este monstruo viene a romper todo, como ese Godzilla rudimentario de los cincuenta.

También retomando material anterior, Basma Alsharif construye O, persecuted a partir de una película militante palestina, Our small houses (1974). La película es revisitada a partir de una intervención formal de la imagen en la que los lugares y las personas sólo pueden verse y escucharse de manera difusa, tal como un recuerdo en la memoria. La película incluye también un registro de una fiesta de jóvenes israelíes bailando y tomando alcohol. Oh, perseguidos…

La muy buena programación de esta sección la completaron otras películas de distintas regiones del mundo, como la película en 3D The guests/Los invitados de Ken Jacobs; El paseo de la argentina Flavia de la Fuente, antes crítica en la revista El amante y hoy experimentando en la producción cinematográfica; distintas películas de una de las mejores cinematografías actuales, la española, como Sobre la marxa, A noite é necesaria; la peruana Sólo te puedo mostra el color de Fernando Vilchez; entre otros filmes.

En la experimentación como hecho político y no sólo como investigación formal hay una voluntad de reflexión y de discusión que siempre llevaron a estos cines a los márgenes. La marginalidad no es vocación si hay también voluntad de exhibición y una sonrisa al ver que hay gente en la sala. El cine siempre tuvo sus películas secretas y todas estas ahora son también parte de la historia secreta del festival.

 

Matías Marra – @wturbio

 

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