5 diciembre, 2014
El último fracaso de Netanyahu
Por Sergio Yahni. La crisis del gobierno israelí, que estalló con la ley que buscaba declarar el carácter judío del Estado y obligó a llamar elecciones anticipadas, es producto de una larga serie de derrotas políticas a lo largo del año. Como tal es, también, una victoria de la resistencia palestina.

Por Sergio Yahni*. Los tres borradores del proyecto de ley “Israel: Estado nación del pueblo judío” son la fallida conclusión de una ofensiva político-militar israelí al movimiento palestino de liberación nacional. Estos borradores, de los cuales dos fueron adoptados por el consejo de ministros y el tercero fue propuesto por el primer ministro Benjamín Netanyahu, plantean que solamente el pueblo judío tiene derecho a la autodeterminación nacional en la Tierra de Israel, o sea Palestina en las viejas fronteras del mandato británico, y relativizan los derechos palestinos.
Seis meses antes de que estos borradores sean presentados a la junta de gobierno, el viernes 13 de junio, el ejercito de Israel y sus servicios de seguridad utilizaron el asesinato de tres jóvenes colonos para abrir una ofensiva contra el Hamas en Cisjordania sabiendo que la organización islámica no estaba detrás de la operación. Ésta comenzó a los 11 días de establecerse un gobierno de unidad nacional palestino.
Durante el primer mes las fuerzas israelíes arrestaron mas de 600 militantes de Hamas y mataron a cinco manifestantes en diferentes localidades. Mas tarde, y considerando que se quedaban sin objetivos que arrestar en Cisjordania, y sin poder cumplir su misión, esta ofensiva fue extendida a una operación militar contra la Franja de Gaza. Finalmente, tras el fracaso en Gaza la operación tuvo su foco en Jerusalén.
Pero Israel fracasó: el gobierno de unidad nacional palestino pudo sobrevivir la ofensiva israelí y logro recuperarse con una contraofensiva diplomática que va teniendo creciente éxito. Consecuentemente, la sociedad política israelí optó por gestionar políticamente lo que no pudo ser conseguido en el campo de batalla mediante dos leyes.
Una, la ley “Israel: Estado nación del pueblo judío”, que establece la supremacía nacional judía en Israel. Y la otra, la ley de prevención del terrorismo, que relativiza el derecho a la ciudadanía de los palestinos y dispone deportar a la Franja de Gaza a los ciudadanos israelíes o de la Autoridad Palestina que hayan sido partícipes en actividades subversivas y a sus familiares o que pertenezcan al entorno subversivo.
Claro, también esta alternativa falló, ya que los costes económicos y políticos de la ofensiva político-militar terminaron forzando la dimisión del gobierno. Como consecuencia de las acciones del gobierno de Netanyahu, el aislamiento político de Israel crece al tiempo que baja su clasificación de crédito y se comienzan a ver los indicios de una crisis económica.
Un documento de trabajo que fue obtenido por el matutino israelí Haaretz a mediados de noviembre revela en detalle las medidas que la Unión Europea está dispuesta a tomar en respuesta a las políticas israelíes de colonización en Cisjordania y Jerusalén Oriental. Diplomáticos europeos también han revelado al matutino que el objetivo de la Unión es tomar medidas contra las acciones israelíes que hacen imposible la resolución al conflicto por medio del establecimiento de un Estado palestino.
Por ejemplo, se trata de proyectos de construcción en la zona E1 al este de Jerusalén, y en las colonias de Givat Hamatos y Har Homa ubicadas en Jerusalén Oriental. La Unión Europea considera que la construcción en estos lugares pone en peligro la posibilidad de establecer un Estado palestino con continuidad territorial y con Jerusalén como la capital de ambos países. La construcción y colonización en Jerusalén Oriental también ha creado tensiones con la administración norteamericana y ya hubieron intercambios de agudezas de índole personal.
Económicamente, a mediados de noviembre la agencia Fitch Ratings emitió una revisión de las perspectivas a largo plazo en moneda extranjera degradando la calificación de crédito de Israel. La reducción de las perspectivas proviene de la preocupación de la agencia por el crecimiento de la inversión militar del gobierno.
Ante esto, la clase media ve cómo sus esperanzas de normalización y progreso son echadas por tierra y su país se aleja de lo que percibe como los valores y estándares europeos a los cuales quisiera pertenecer. Por esta razón, los representantes políticos de la clase media no pudieron continuar colaborando con una junta de gobierno que opta por todo lo contrario.
El ministro de finanzas, Yair Lapid, quien ha llegado al gobierno como paladín de la clase media y sus aspiraciones, no pudo aceptar las demandas con carácter de ultimátum de Netanyahu, lo que llevó al país a nuevas elecciones. El caos institucional creado con la dimisión del gobierno, forzó al parlamento congelar los proyectos de ley de “Israel: Estado nación del pueblo judío” y «prevención del terrorismo». En las condiciones actuales, tales leyes no podrían conseguir el apoyo necesario para salir adelante. En condiciones normales este tipo de legislación podría reiniciarse solamente a mediados del 2015 cuando se normalice el panorama político.
En los hechos, esto se trata de una victoria de la resistencia palestina: tras seis meses de una ofensiva político-militar durante la cual miles de militantes fueron arrestados y mas de dos mil personas perdieron su vida, el gobierno de Netanyahu fue forzado a dimitir.
Pero es más, las campañas de la sociedad civil internacional lograron romper el concepto de normalidad con el cual intenta auto-describirse la sociedad israelí. La clase media quisiera aparecer como ciudadana de un Estado «normal» pero, sobre todo durante esta ultima ofensiva contra el pueblo palestino, logró que sea percibida tal como es: una sociedad colonial y racista.
Para muchos se trata de un momento de reflexión que obliga preguntarse “¿Qué significa ser judío? ¿Es una religión? ¿O es acaso una identidad nacional?”. Pero estas reflexiones no son sino una forma más de evitar la polaridad “apartheid o democracia” impuesta por la resistencia palestina y la sociedad civil internacional.
El carácter político del régimen está en juego y este se torna en un ataque de histeria cuando el primer ministro acusa a sus socios de hace menos de una semana de traicionar a la patria. En este ambiente las cuestiones de la identidad judía del Estado se transforman en una vía preferida de escape contraponiendo a los ciudadanos judíos y no judíos de Israel y estableciendo las pautas que llevan a profundizar la crisis étnica.
Hemos llegado a un punto de no retorno, no se trata de reconstruir un espejismo de normalidad, sino de crear una estrategia conjunta, palestina, israelí e internacional que lleve al régimen de apartheid a la derrota.
* desde Jerusalén
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