Cultura

4 diciembre, 2014

La mejor competencia latinoamericana en años

Seguimos repasando el último Festival de Cine de Mar del Plata. En esta oportunidad analizaremos una sección históricamente muy mala que este año mejoró notablemente y dio que hablar, con filmes notables de Brasil, Colombia, Uruguay y Argentina.

Mar del Plata es el único festival de clase A en todo el continente. Esta categoría, puesta por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos (FIAPF), lo iguala a citas imprescindibles del mundo cinematográfico como Cannes, San Sebastian, Venecia o Berlín, entre otras de gran importancia. Desde hace algunos años el evento marplatense viene lidiando con un problema común a todo festival que no sea uno de los cuatro antes nombrados. Sucede que los “grandes” (las comillas son para que se desconfíe) directores estrenan sus películas en aquellos festivales y entonces cuando otro encuentro internacional decide pasar películas ya exhibidas allí acaba siendo un festival de festivales.

El trabajo que hacen los programadores del festival para seleccionar películas en competencia es bastante arduo, ya que si bien muchos filmes no son estrenos al menos no vienen con un recorrido largo por varios festivales o no estuvieron en alguno de los grandes.

Como ya señalamos en la nota anterior, en el festival hay de todo y las competencias no son la excepción. Como consecuencia de esa limitación respecto de qué películas seleccionar para no acabar siendo un festival de festivales sino un encuentro con identidad propia, en la competencia suelen presentarse películas desconocidas, filmes de directores que quizá ya tuvieron otras películas en Mar del Plata o mismo en el BAFICI pero que aún no son conocidos o no fueron muy premiados todavía.

Las competencias suelen tener sus joyitas desperdigadas a lo largo de los días pero, como siempre, se trata de buscar bien y también de tener un poco de suerte.

Una de las competencias que más dio que hablar este festival fue la latinoamericana. Tradicionalmente en esta sección las producciones competían pero para ver cuál era la peor. Este año, gracias a una selección evidentemente más rigurosa, hubo películas notables.

La brasilera Branco sai, preto fica, del brasilero Adirley Queirós fue la ganadora de la competencia. El título podría traducirse como “los blancos salen, los negros se quedan”. Uno de los protagonistas cuenta que esa fue la frase que dijo un policía que los reprimió en una fiesta en los años 80 en Brasilia. Los protagonistas tienen todos secuelas concretas en sus cuerpos por aquella represión: uno está en silla de ruedas por los golpes que le dieron, el otro tiene una prótesis como parte de su pierna porque lo pisó un caballo. Sin embargo, la película, lejos de querer ser un documental de testimonio, construye su narrativa desde la frontera misma entre la ficción y el documental, apelando incluso a elementos propios de la ciencia ficción.

Otro título interesante fue la película Los hongos, del colombiano Oscar Ruiz Navia, coproducida con Argentina. Diego Lerman, el productor en Argentina, remarcó la importancia de este film como experiencia de coproducción entre dos países latinoamericanos. Los hongos es la historia de dos graffiteros en Cali que empiezan a ver su práctica artística como herramienta de lucha. La película se va a estrenar en Buenos Aires en marzo.

Otros títulos importantes que compitieron en esta sección fueron la argentina Favula de Rául Perrone (que puede verse online hasta el 31 de diciembre), la uruguaya Mr. Kaplan y el musical brasilero Sinfonía da necrópole, entre otras. Fue sin dudas el festival con la mejor competencia latinoamericana en muchos años.

A lo largo del tiempo la opinión de la crítica y de los que asisten regularmente no era que el cine latinoamericano era malo, sino que el problema era la selección. El público, que habitualmente no puede acceder a estas películas durante el resto del año, no tenía forma de comprobarlo. Entonces es para celebrar que finalmente se proyecte buen cine de regiones tan cercanas y que por fin se le haga honor a una cinematografía con tanta historia como la de este lado del mundo.

Matías L. Marra  – @wturbio

 

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