28 noviembre, 2014
En un intenso partido, River le ganó a Boca y llegó a la final de la Sudamericana
River venció 1 a 0 a Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana de 2014 con gol de Pisculichi y desató el grito atragantado de 10 años de sufrimiento.

Una década entera tuvo que pasar para que River se tome revancha de aquella eliminación a manos de Boca en las semifinales de la Libertadores de 2004. En la noche del jueves el contexto era parecido, un Monumental sin hinchas visitantes estaba preparado para una fiesta. River venció 1 a 0 a Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana de 2014 con gol de Pisculichi y desató el grito atragantado de 10 años de sufrimiento.
Cada cruce entre equipos argentinos por copas internacionales se juega al límite y dejan desgastado al vencedor pero desahuciado al perdedor. Los jugadores se conocen y el roce de jugar seguido contra el mismo rival potencia las fricciones. Si encima a esto se le suma el condimento de que enfrente está el clásico rival la tensión se multiplica.
Mucho de drama tuvo el partido de vuelta entre River y Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana. El recuerdo latente del festejo de Boca ante un Monumental en silencio en la Libertadores de 2004 le agregaba unos cuantos kilos de presión a la mochila de un River que de 10 años a esta parte hizo un posgrado en sufrimiento, con un descenso de categoría incluido.
Su entrenador Marcelo Gallardo guardó a todos los titulares el fin de semana pasado contra Racing, a riesgo de perder un campeonato local que tenía en el bolsillo. Su memoria todavía tenía presente el festejo de Boca en 2004 en cancha de River porque no pudo jugar ese partido por haber sido expulsado en el encuentro de ida. No quería repetir la historia y por eso le dio descanso a un equipo desgastado.
De tanto focalizar en el cansancio de River, perdimos el eje en que pasaba en la vereda de enfrente. Boca en una semana perdió en el partido de ida a Juan Manuel Martínez, luego a Andrés Chávez (aunque ingresó en el segundo tiempo) y durante el partido de ayer a Fernando Gago.
Así y todo el comienzo del partido le fue favorable. Penal a favor a los 2 minutos de juego y dos hombres de River (Mercado y Ponzio) amonestados. Se hizo cargo Emanuel Gigliotti, que en la semana declara como si fuera el máximo goleador de la historia de Boca y en la cancha demuestra que pronto será historia en el club de la Ribera. El penal fue atajado por un Barovero que se redimió de errores suyos en partidos importantes, como el superclásico con Boca en 2012 y la serie contra Estudiantes por esta Sudamericana.
La suerte empezaba a cambiar para River pero para ganar a la suerte había que ayudarla. El tiro al arco de Vangioni mutó en centro que encontró las piernas de Pisculichi que metió un zurdazo inatajable para Orión. Antes Gigliotti había fallado otra chance clara tras rebote de Barovero, que lo compensó con una gran repentización para ahogar el grito del ex Colón. Después hubo otra oportunidad más desperdiciada por el 9 de Boca y un gol mal anulado para el mismo jugador. En el medio Ponzio mereció la segunda amarilla por reiteración de faltas y Fernando Gago salió de la cancha por lesión. En realidad, caminó los minutos que jugó, seguramente con la bronca de tampoco haber podido jugar completo el superclásico en el torneo local tras ser mal expulsado por Vigliano.
El sueño de Boca de ver un Monumental en silencio iba mutando en pesadilla con sus mejores jugadores fuera del campo. Con la ventaja a su favor, River empezaba a demostrar que el descanso del fin de semana le había venido bien. Pisculichi se tiraba a la derecha para asociarse con Sánchez y para terminar limpiando la jugada hacia la izquierda donde Vangioni lastimaba con sus proyecciones. Así como Pisculichi demostró el partido de ida que necesitaba descanso, hoy River demostró que necesita al buen Pisculichi para darle color a su juego.
Pero a la izquierda del mediocampo de River había un problema porque Ariel Rojas perdía a Meli y este lastimaba a sus espaldas. Sin Martínez ni Chávez para desequilibrar en ofensiva, en Boca bueno fue lo de Carrizo. El ex Central estuvo encarador, atrevido, asistidor y fue de lo mejor del conjunto de Arruabarrena. Calleri por su parte se desgasta mucho los primeros tiempos, genera faltas, pivotea pero siente el trajín en el complemento. Gigliotti participa poco del juego del equipo, solo está para empujarla adentro del arco y hoy falló en lo suyo.
En el complemento River con espacios mostró cosas del equipo que enamoró al fútbol argentino en el comienzo del semestre. Empezó a crecer Sánchez por derecha y Ponzio se hizo patrón el medio, mejor ubicado y sin recurrir a las faltas por estar condicionado por tener tarjeta amarilla, cuasi anaranjada. Con el encuentro partido en 2 también mereció la expulsión Juan Forlín pero Delfino aplicó la ley de la compensación.
Arruabarrena jugado por jugado metió cambios ultra ofensivos en un equipo que murió de pie. A tres meses de haber asumido, el Vasco mejoró radicalmente a un Boca que con Bianchi como entrenador, no tenía un rumbo fijo.
River en este momento de definiciones hace lo que puede, con el trajín que tiene a cuestas. Sabe que su mejor momento en el semestre ya pasó pero si apela a la nostalgia en medio de la rutina brindará en fin de año sin ningún título en el bolsillo.
Boca llegó a la revancha del superclásico con lo que tenía a mano, que lejos está de ser lo mejor que puede ofrecer. El xeneixe sabe que su peor momento en el semestre ya pasó, no conoce su techo porque todavía está en etapa de ponerle las columnas a su casa. Con Arruabarrena en el banco empezó a construir algo y en el medio se encontró con una semifinal de copa.
Los dos equipos llegaron en zonas grises a esta serie, no llegó el mejor River pero tampoco el peor Boca. Los de Gallardo fueron justos vencedores, pero no hubieran podido lograr la victoria sin la piza de fortuna que tantas veces le fue esquiva.
River en 2004 empezó una década para el olvido, que incluyó muchos festejos de su clásico rival, campeonatos locales obtenidos manchados por eliminaciones dolorosas en Copas Libertadores jugando como local (2004 con Boca y 2008 con San Lorenzo), un primer descenso a la B Nacional y un ascenso recién en la última fecha contra Almirante Brown.
El sufrimiento de River cumplió 10 años en 2014. Este calvario tiene vida propia y ya sabía hablar, leer y escribir pero todavía gateaba porque le pesaba una mochila. Hoy ya se largó a caminar solo y por eso las lágrimas en la tribuna de una parcialidad que parió este momento. River está lejos de ser el equipo todopoderoso de otros tiempos, pero 10 años después puede decir que es distinto pero casi igual.
Lucas Jimenez – @lucasjimenez88
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