18 noviembre, 2014
Mauricio Kartun: «Por suerte siempre aparecen nuevas generaciones que impugnan»
Tercera y última parte de la entrevista exclusiva con Mauricio Kartun, dramaturgo autor y director de Terrenal. El gobierno nacional, Carta Abierta y la Patria Grande latinoamericana. La militancia como principio imprescindible.

Luego de charlar sobre posibles interpretaciones de Terrenal en clave de exilio y retorno peronista, culminamos la entrevista con Mauricio Kartun hablando de política nacional y latinoamericana.
-¿Cómo vivís la realidad política nacional?
-Yo la vivo con una sensación optimista, después de mucho tiempo. Tengo la sensación de haber pasado mucho tiempo, desde el 74 en adelante, mirando la realidad desde un punto de vista sumergido, de estar en un mar en el que la realidad se ve turbia a través del agua, por momentos tan turbia que no ves más allá de tus propios ojos. Y en los últimos diez años apareció un fenómeno inédito que siento que comparto con muchísima gente, que es el de haber sacado la cabeza fuera del agua. Aunque sea en el medio de un mar absolutamente embravecido, peligroso, en el que la costa se ve a veces, cuando la ola te lleva arriba, y cuando la ola te lleva abajo no se ve.
Yo en relación con estos diez años de gobierno he tenido momentos de cresta y momentos de valle, momentos donde sentí que no se está haciendo lo que yo creo que hay que hacer y momentos donde la cresta me permite mirar el futuro y decir: sí, este sistema de asignación por hijo, de matrimonio igualitario, de redistribución, de aporte a la cultura es lo que verdaderamente tiene sentido. Pero, más allá de estar en el valle o en la cresta, me parece que lo verdaderamente importante a señalar es que por primera vez en mucho tiempo la cabeza está fuera del agua. Y eso es lo que te permite saber para donde mierda nadar. Que es lo que abajo del agua no podés hacer nunca.
Así es que uno no vota a un gobierno simplemente porque es de su camiseta o porque ese gobierno le va a otorgar una prebenda que no le puede otorgar otro, sino porque lo siente como un escalón de una escalera hacia un estado superior, hacia un estado mejor.
-Igual convengamos en que 2015 viene bien complicado.
-Si vos querés que el próximo tema de la entrevista sea futurología… Sí, viene muy difícil. Esto es como antes del Mundial, cuando empezás a hacer la especulación de cómo va a formar el equipo y uno dice: “No, boludo, está absolutamente claro ya, no te lo dicen para no quemarlo. Si dicen donde lo van a poner a fulano lo van a cagar a palos en los partidos”. Cada uno de nosotros tiene hecha una construcción, cada uno de nosotros cree que tiene la mejor formación del equipo. Pero la realidad la vamos a tener en los próximos meses cuando veamos qué pasa.
-¿Tenés relación con la gente de Carta Abierta?
-Sí, una relación muy afectuosa. Sobre todo con Horacio González. Yo trabajé con Horacio en los 70 en las Cátedras nacionales… Trabajamos muchas veces juntos. Y desde entonces tenemos una relación extremadamente afectuosa y, en mi caso, de una enorme admiración. Es un tipo que se caracteriza no solamente por su claridad de pensamiento sino por una dignidad, una honestidad y una apertura muy poco común en el campo de la política. Así que sí, tengo relación. Y también con otros sectores de la política y de la militancia cercana al oficialismo y con otros sectores que no lo son pero que yo siento cercano a mis ideas.
-Más en general, abriendo el panorama hacia una dimensión como mínimo continental… Hace un ratito hablábamos de América, del ser americano, del buen vivir…
-Me parece extraordinario lo que está pasando en este momento en Bolivia, me resulta muy interesante observar este momento en que un gobierno iluminado plantea una hipótesis que, por supuesto, desde los medios hegemónicos es ironizada todos los días, en relación con el concepto de descolonización. Y necesitamos hacer una larga tarea de descolonización porque nuestras cabezas están colonizadas. Entonces empieza a aparecer la ironía de un pensamiento que antes definíamos como cainista que dice: “Eh, pero eso es un retroceso en el tiempo”. Pero no es un retroceso, o lo es solamente hasta encontrar las raíces y poder alimentarse con esas raíces y no con las inyecciones de vitamina agroquímica que te están enchufando.
-¿Tenés una mirada en este sentido coincidente con la idea de una patria grande latinoamericana?
-Sí. El otro día veía una fotografía de líderes latinoamericanos y era absolutamente conmovedor pensar en esta coincidencia que hacía mucho tiempo que no se producía. En los 70 se había producido de una manera mucho más chica y fue reprimida de una manera tan tremenda que la propia foto no dejaba de producirme escalofríos. En aquél momento la represión fue por la vía militar y yo no dejaba de pensar con escalofríos cuál es la que hoy pueden estar tratando de implementar contra esta idea liberadora que empieza a aparecer, esta idea nueva, esta idea que trae alternativas… ¿Será que lo están dejando pasar tan fácilmente? ¿Al stablishment no le molesta que existan estas fuerzas que inevitablemente le van a producir un déficit económico? Entonces cuando veo operaciones periodísticas de tipo político siempre pienso lo mismo, siempre recuerdo la foto y pienso que están allí, están trabajando… Y no en el marco de la legalidad democrática sino operando de manera sucia, trabajando efectivamente para terminar con eso.
-Más allá de las teorías conspirativas, la muerte del Hugo Chávez fue muy trágica por el impacto que tuvo a nivel continental.
-Sí, efectivamente. Como lo fue la de Kirchner. Con la diferencia de que Kirchner en ese momento no estaba en el gobierno, entonces el sacudón fue diferente en términos institucionales. Bueno, naturalmente Chávez también ya había delegado, pero de todos modos tenía una función de liderazgo regional muy poderosa. Pero bueno, lo que uno sabe también es que la resolución de los problemas latinoamericanos no viene de la presencia de un hombre sino de un fluir, de una energía. Por eso me pone optimista, más allá del escalofrío, la sensación de esta coincidencia actual. Porque crea un fluir y lo único que produce verdaderamente cambios es la energía. No es un hombre, no son las leyes, no son pequeñas decisiones, son energías, son cosas en común.
En ese sentido sigo sintiendo todavía un déficit en relación a entender ciertas formas de manifestación de esa energía como herramientas útiles que no se están utilizando, sobre todo en el terreno cultural. Aparecen proyectos cada tanto, de mercadeo cultural, de encuentro… Pero me parece que esto debería ir muchísimo más allá, hacia una especie de Ministerio de Cultura del bloque latinoamericano que se haga cargo también del pensamiento de la cultura como forma de interconexión de esa energía. Muy pocas cosas nos unen como nos une la cultura. Y creo que así como se han armado algunas formas comunes de intercambio en lo económico y lo artístico, en lo cultural hay un déficit enorme. Hay buenas propuestas y buenas ideas, pero lo que no hay es un aporte concreto para que esto suceda. No tenemos un verdadero Mercosur cultural.
Claro que avanzar en ese sentido requiere de discusiones filosóficas más de fondo, de recuperación de un pensamiento americano. Es necesario empezar a entender esto e instalarlo en la educación. Es curioso hasta qué punto extremo llega el punto de vista de la colonización cultural, por ejemplo en la transmisión de ideas filosóficas en el colegio primario y secundario. La filosofía que se estudia está muy lejos de considerar a lo americano, es siempre una filosofía exterior y preamericana que de ninguna manera da cuenta de qué sucede cuando esa filosofía llega a América y se enfrenta con la otra que luego es negada, desaparecida. Si no hay algo de recuperación de nuestra propia condición siempre nos seguiremos pensándonos como la filial, la sucursal en la que se vende la segunda marca de las marcas top europeas. Y no dejaremos nunca de seguir sintiéndonos así, seremos siempre el Munro del mundo.
-¿Qué opinás, qué valoración tenés de la militancia, de los militantes?
-A mi me parece que es algo imprescindible que en principio está ligado a una energía natural, la de cierto estado de conciencia de la injusticia y la necesidad de poner tu tiempo de manera desinteresada para corregir al mundo desde el punto de vista desde el que vos entendés ese desequilibrio, sea cual fuese.
El gran problema de la militancia, como siempre, es el statu quo, es decir, la instalación de cierto lugar profano de lo sagrado. Digo, la militancia como un cierto estado de opinión sagrada que tiene que ver con crear un tiempo fuera del tiempo, crear un tiempo en el que yo no estoy produciendo pero estoy dando para que algo cambie, para que alguien en el futuro pueda vivir mejor a partir de este tiempo que yo estoy poniendo. Siempre el tiempo fuera del tiempo es tiempo sagrado. El problema es la institucionalización profana, es decir, esa política que en algún momento transforma a la militancia en pequeño lugar de poder, ese pequeño lugar de poder administrado crea la administración de otros pequeños lugares de poder al lado y esto se transforma inevitablemente en otras cosas.
Por suerte siempre aparecen nuevas generaciones que impugnan. En la medida en que aparezca esta nueva generación impugnadora, esta nueva generación crítica que no permite y que cuestiona la instalación de aquellos que alguna vez estuvieron en el campo sagrado y hoy están en el campo profano, pues la política tendrá sentido.
Pedro Perucca – @PedroP71
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