5 noviembre, 2014
“El país cimbró ante el crimen de Ayotzinapa”
Las movilizaciones y acciones de solidaridad se repiten y multiplican desde hace más de un mes. En este artículo, dos militantes mexicanos cuentan cómo vive el movimiento popular los asesinatos y desapariciones de Ayotzinapa. A partir de este miércoles, se convoca a paro general de 72 horas.

Las movilizaciones y acciones de solidaridad se repiten y multiplican desde hace más de un mes. En este artículo, dos militantes mexicanos cuentan cómo vive el movimiento popular los asesinatos y desapariciones de Ayotzinapa. A partir de este miércoles, se convoca a paro general de 72 horas.
“Iguala fue la gota que rebalsó el vaso”, manifestó uno de los participantes de la caravana #43×43, acción iniciada el pasado 3 de noviembre en la que 43 ciudadanos caminan 195 kilómetros desde Iguala a México DF, en representación de los 43 estudiantes desaparecidos. No sólo se solidarizan estudiantes, sino que toda la sociedad mexicana se siente convocada a repudiar este hecho, que evidencia el colapso de un sistema de gobierno en que el Estado y crimen organizado se han convertido en las dos caras de una sola moneda.
México y Estados Unidos, una relación tormentosa
“La relación del Estado y el narcotráfico en México es integral”, dice Magdiel Sánchez Quiroz, del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). “Los grupos del narco aparecen como un aparato extraestatal de un Estado Criminal. Desde hace años las organizaciones sociales, los pueblos, hemos denunciado que en México se vive una dictadura cívico militar», añadió.
Según el miembro del MLN «el narco no es el único problema. Se habla que cerca del 40% del PIB Nacional lo controla la economía criminal, que trafica con drogas, obras de arte, desechos tóxicos, migrantes, mujeres para comercio sexual, para trabajo esclavo, etc. Diversos gobernadores, diputados senadores, policías y militares ha sido señalados por ser parte del crimen organizado, que funge como un puntal de la economía en México y es el principal garante del control social”.
México comparte más de tres mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, país en el que habitan más de 30 millones de mexicanos -donde el 70% de los jóvenes son empleados como mano de obra barata-. Sánchez Quiroz vincula el desarrollo del narcotráfico en México a los intereses de Estados Unidos en ese territorio: “Desde 2002, en términos formales para los organismos de seguridad de EEUU, México pasó a ser parte de su frontera interna, a que se trate todo lo concerniente al país como un asunto de ‘Homeland security’. Desde EEUU se decidió la ‘guerra al narco’ –implementada en 2006 por Felipe Calderón-, que sólo desató más violencia”.
Pero el desarrollo del narcotráfico en México tiene una historia de más de 70 años de existencia. Según Sánchez Quiroz, “en los años 40, durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de México firmó un acuerdo con Estados Unidos para sembrar en territorio nacional amapola para producir luego morfina, para los medicamentos del ejército. De ahí surgieron los primeros grupos de narcotraficantes que vienen de los cuerpos policiacos militares encargados de la contrainsurgencia desde los años 50 hasta el presente”.
Y en esta línea, agrega: “Son esos grupos los que han gobernado el Estado de Guerrero desde hace muchos años, esos que hicieron del Estado de Guerreo un lugar ejemplar de la violencia con pueblos enteros desaparecidos durante los años 70 y 80”.
En la actualidad, “el crimen organizado está operando bajo una estrategia preventiva anti levantamientos sociales. No sólo se matan estudiantes, como se ve en Aytozinapa, tampoco la violencia es exclusiva contra los grupos sociales, o los grupos de izquierda, sino que está dirigida, en lo general, en contra de todos los ciudadanos y los pueblos», sostiene.
Sánchéz Quiroz explica que «bajo un esquema de terror se busca desarticular los vínculos comunitarios, las formas organizativas populares, el acumulado histórico de rebeldías -que en el caso de México permea a grandes sectores de la población y no sólo a los grupos de izquierda- para abortar, antes de que se geste, un alzamiento ciudadano o popular capaz de frenar la ocupación que vivimos en el país”.
La conmoción social que crece
“El país cimbró ante el crimen de Ayotzinapa. Desde entonces la gente ha llenado las calles una y otra vez. Tenemos asambleas de miles de estudiantes en cada facultad discutiendo y armando planes de acción”, agrega Sánchez Quiroz, él mismo un joven del movimiento popular. Entiende que “hoy, el camino que más empieza a asumirse desde las organizaciones es desatar un proceso amplio para exigir la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto, como salida mínima para frenar el desastre en el país en camino a desatar un proceso de Asamblea Constituyente”. En esa línea, destaca la propuesta de la Constituyente Ciudadana que encabeza el obispo de la teología de la liberación, Raúl Vera López.
Por su parte, Oscar Juárez, estudiante de Ciencia Política de la Universidad del ITESO Guadalajara, manifestó su sentir ante lo que está sucediendo en el movimiento estudiantil mexicano: “Como estudiantes, creo que lo sentimos aún más que lo que ocurrió en el 2012 con el #YoSoy132. Estamos en una coyuntura en la que nos estamos uniendo como juventud y movilizando por el simple hecho de que en México están asesinando estudiantes. Para nosotros, el dolor se siente cada vez más cercano”.
Desde que se conocieron los hechos de Iguala, los estudiantes de México han convocado a un sinfín de movilizaciones y acciones de solidaridad. El pasado 15 de octubre, la Asamblea Interuniversitaria convocó a un paro nacional por 48 hs.
“Vamos a seguir marchando y van a haber más acciones”, afirma Juárez, quien manifiesta que la unidad de estudiantes de distintos orígenes que se está construyendo, no tiene precedentes en las últimas décadas. Y agrega: “Es importante continuar la dimensión simbólica, los videos, las expresiones artísticas, fotografía, intervenciones urbanas para dar a conocer qué pasó en Ayotzinapa. Que el mundo sepa que el Estado mexicano asesinó estudiantes. Que el mundo sepa que sí tenemos miedo, pero ese miedo no nos va a impedir luchar”.
Entre las acciones proyectadas para los próximos días se espera un nuevo paro general de 72 horas a partir de este miércoles 5 de noviembre. Además, se impulsará una nueva jornada de acción global desde distintas ciudades del mundo.
“Esto no puede quedar impune, no vamos a olvidar. Porque nos hacen falta, no sólo los 43 estudiantes de Ayotzinapa, sino las miles de personas que asesinó y desapareció el narcotráfico. El Estado debe saber que no va a tener impunidad”, afirma Juárez. “Para empezar a caminar con la sociedad organizada, tenemos que organizarnos todos”.
Micaela Ryan – @LaMicaRyan
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