31 octubre, 2014
Maradona y la violencia de género: una incitación a la incomodidad
Por Julia de Titto. Un análisis sobre la hipocresía y el fustigamiento mediático a raiz del video que circuló con Maradona protagonizando una situación de violencia de género con su ex novia Rocío Oliva. La importancia del contexto y de salir de la mirada de que un agresor es un «loco suelto».

Por Julia de Titto. A esta altura sería redundante, luego de la enorme cobertura mediática que tuvo el tema, repetir todos los dimes y diretes que circularon alrededor del video filmado por Rocío Oliva en el que se ve a Diego Armando Maradona protagonizando una situación violenta, en la que él grita y amenaza con sacarle el celular de la mano.
Para quienes intentamos un periodismo con perspectiva de género, podría ser muy simple la cobertura: Maradona es un violento, un machista, destruyamos a Maradona. Pero para quienes cuestionamos también la misma práctica periodística y tratamos de construir nuevas miradas sobre el poder mediático, nos presenta otra oportunidad. Pensar, parar la pelota y plantear algunos otros debates.
Llama la atención que diarios como Página/12 (de vanguardia en el periodismo de temas de género) y otros portales que usualmente cubren casos de violencia, no hayan problematizado el caso. Es que nadie se anima a cuestionar al Diego. En los otros medios, los de siempre, los que nos revuelven las tripas con cada cobertura –el caso de Melina es quizás el más reciente acto de periodismo vomitivo- se crucificó a Maradona aún cuando el video, si bien mostraba una situación violenta, no era del todo claro en lo que había pasado, ni los motivos por los que se daba a conocer públicamente.
Son los mismos medios que lo bastardearon cuando estaba al frente de la Selección, o en su carrera como futbolista. Los mismos que lo inflaron hasta que se sintió un Dios sobre la tierra y cuando la adrenalina, las presiones y una vida al límite lo llevaron a caer en vicios y consumos, le soltaron la mano y lo dejaron estrellarse contra el asfalto. Los que le critican su tatuaje del Che Guevara, su devoción por Fidel Castro y su admiración por Hugo Chávez.
Que no se entienda mal. Aquí no se pretende, ni mucho menos, una defensa incondicional del 10. ¿Es probable que Maradona haya ejercido violencia física sobre su ex pareja Rocío Oliva? Lo es. Lamentablemente lo es.
Vale decir que la verdad de la milanesa estará en manos de la Justicia. Si hubiera una denuncia, que no es el caso, deberá investigarse y aplicar las sanciones pertinentes.
Pero además, estos hechos nos llevan a una reflexión que excede por lejos el tema de la violencia de género. Hablemos de nuestros ídolos. Hablemos de Pelusa, “el Diego”, Maradó, el “barrilete cósmico”. ¿Qué les pedimos? ¿Por qué les exigimos estar por fuera de todo drama social y nos horrorizamos con su humanidad imperfecta, terrenal sin ser capaces de ver lo que nos muestran de nosotros mismos?
Y, como decimos en cada caso de violencia de género, ¿por qué insistimos en hacer ver cada caso como un hecho puntual y aislado? Más acá y más allá de Maradona, es una problemática social profunda que suele estar ninguneada por la mayoría de los grandes medios de comunicación. Que se aborda como excepción, como perversión y locura, y no se contextualiza en lo más mínimo. El cinismo en el tratamiento mediático intenta construir un mundo de excepciones. Juan pega, es malo. Pedro abusa, está loco. Maradona arrebata celulares, está borracho.
Los principales números de la violencia de género
El Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires dio a conocer en mayo el informe anual 2013 de “Monitoreo de Políticas públicas y violencia de género” donde se analiza el período comprendido entre febrero 2012 y septiembre 2013. En el sistema de llamados del 911 las cifras también hablan por sí solas: el 9,3% de los 30 mil llamados diarios son por violencia familiar. Esta es la causa de llamadas más importante, ya que el 90% restante se divide en múltiples causas (cada una constituye del 1% al 3%).
En cuanto al acceso a la Justicia los números no cambian la tendencia y dan cuenta de un sistema judicial deficitario: en 2012 se iniciaron 50.307 causas por violencia familiar, de las cuales sólo 2.018 tuvieron sentencia definitiva.
Según el “Informe de investigación de femicidios en Argentina”, presentado en 2013 por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, una mujer es asesinada cada 30 horas en nuestro país.
Como publicamos en Notas en el mes de mayo, al mismo tiempo que se han incrementado los asesinatos de mujeres, también han crecido las consultas de mujeres por noviazgos violentos. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires los llamados a la línea 0800-666-8537, que ofrece asesoramiento y contención frente a estos episodios, recibió 9 mil llamados durante el 2013, unos 24 por día, que representan un 20% más que el año anterior.
Maradona es Diego Armando
Hacer un relevamiento de los datos sobre violencia no es un capricho ni intenta exculpar a Maradona. “Es un problema social” no es argumento para justificar cualquier actitud individual, sino para levantar la cabeza de la tierra y mirar alrededor. ¿Cuántos Diegos Armandos habrá en la Argentina a los que ni siquiera prestamos atención? ¿Cómo debemos actuar las y los periodistas en estos casos? ¿Dónde queda la responsabilidad y la ética de nuestra profesión? ¿Nos importa más “escrachar a un famoso” o difundir y cuestionar problemas sociales tan naturalizados culturalmente?
Vaya este artículo como un llamado a la reflexión, como un humilde aporte y como un pequeño intento por gambetear la agenda y los títulos amarillistas y meter los pies en el barro de las noticias.
@julitadt
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