América Latina

10 octubre, 2014

La dulce muerte centroamericana

En el 2002 se identificó una misteriosa enfermedad en los obreros de la caña de azúcar centroamericanos. Hombres jóvenes y pobres son las principales víctimas, quienes se dedican a cortar caña de azúcar bajo el sol de los trópicos, particularmente en Nicaragua.

En el 2002 se identificó una misteriosa enfermedad en los obreros de la caña de azúcar centroamericanos. Hombres jóvenes y pobres son las principales víctimas, quienes se dedican a cortar caña de azúcar bajo el sol de los trópicos, particularmente en Nicaragua.

La caña de azúcar es uno de los motores de las economías de América Central, principalmente agroexportadoras. En años recientes y por su valor como biocombustible, la caña se ha expandido por la costa pacífica centroamericana desde Guatemala hasta Costa Rica. Su producción se encuentra en manos privadas, generalmente multinacionales.

Las condiciones en que los obreros centroamericanos trabajan en los campos de caña, no son precisamente una dulce experiencia. Los cañeros trabajan en la época seca del año y por salarios de hambre. La corta de caña implica un trabajo extenuante, de gran esfuerzo físico bajo 12 horas de sol y las temperaturas altísimas del trópico. Muchos de estos hombres se enfrentan todos los días a la deshidratación y plaguicidas, combinación que se sospecha mortal.

Conocida en el mundo como “Insuficiencia Renal Crónica” (IRC) miles de obreros mueren al año en la región por esta causa. A pesar de haberse identificado la enfermedad hace 12 años, se sospecha que durante décadas los obreros de Nicaragua, Honduras y El Salvador han muerto sistemáticamente por la misma.

El mayor problema, es que los síntomas aparecen cuando es muy tarde. Con los bajos salarios que reciben es imposible acceder a una atención médica especializada o preventiva y, en todo caso, trabajando jornadas de doce horas diarias ¿en que momento se podría ir al médico?

Mediáticamente, la IRC ha sido presentada como una “enfermedad misteriosa”, pero no hay que ir muy lejos para concluir que la exposición a los agroquímicos, la deshidratación y el sobre esfuerzo físico, son factores claves para caer enfermo. En Nicaragua las zonas de la caña están prácticamente militarizadas y funcionan como latifundios, dedicados a la materia prima de biocombustibles y el afamado ron “Flor de Caña”.

Según el análisis de los datos de la Organización Mundial de la Salud realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) «entre 2005 y 2009, la enfermedad renal mató a más de 2.800 hombres por año en Centroamérica». Además «solo en El Salvador y Nicaragua, en las últimas dos décadas el número de hombres que murieron de enfermedad renal se quintuplicó. Hoy mueren más hombres de esta enfermedad que los de VIH/SIDA, diabetes y leucemia sumados”.

En Nicaragua, país que exporta el 40% de su azúcar a EEUU, la esperanza de vida de un trabajador de la caña de azúcar oscila alrededor de los 49 años. El año pasado el fotógrafo de la agencia Associated Press (AP), Esteban Félix, ganó el premio García Marquez de Periodismo al realizar el fotodocumental donde retrató las condiciones de vida y de trabajo de los obreros nicaragüenses:

Azúcar Amargo from Alba Mora on Vimeo.

Muchos de los trabajadores son temporales, en condiciones migrantes irregulares y sin ningún tipo de seguro de riesgos del trabajo. Muchos son contratados por empresas que venden sus servicios a los ingenios. «Para nosotros, los campos de caña de azúcar son la madre de todas las enfermedades», dice Carmen Ríos, presidenta de la Asociación Nicaragüense de Afectados por Insuficiencia Renal Crónica (ANAIRC) quién además ha perdido en los últimos diez años a su esposo, su hermano y su padre por la IRC.

Mientras en los campos mueren miles de trabajadores, la inacción de los gobiernos centroamericanos es mas que indignante. Los cortadores de caña viven resignados a su suerte sabiendo que tarde o temprano la IRC les va a llegar. Mientras tanto, fuera de sus fronteras, en Europa y Estados Unidos la dulce muerte se consume en cucharadas en el café, los postres y biocombustible.

 

Cristina Robles – @lapequeRo

 

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