8 octubre, 2014
Se perfecciona la escisión de las dos CTA
Por Sebastián Tafuro. El Ministerio de Trabajo avaló la división formal de las dos Centrales de los Trabajadores Argentinos (CTA). Así quedaron legalmente constituídas la CTA de los Trabajadores (Yasky) y la CTA Autónoma (Micheli).

Por Sebastián Tafuro. Hace más de 4 años que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) llevó adelante comicios para renovar su conducción. Éstos estuvieron plagados de irregularidades y denuncias cruzadas de fraude por parte de las dos listas principales. Hugo Yasky, entonces secretario general en busca de su reelección con el apoyo clave de los docentes nucleados en CTERA, y Pablo Micheli, su adjunto, sostenido esencialmente por los estatales de ATE, se proclamaron ganadores.
A partir de ese 23 de septiembre de 2010 comenzaron a actuar como dos centrales distintas -y antagónicas en términos de posiciones político-gremiales-, aunque sin ningún tipo de reconocimiento formal o legal. Esa situación llegó a un punto final la semana pasada con una resolución del Ministerio de Trabajo que, con acuerdo de las dos partes, dictaminó el nacimiento de la CTA de los Trabajadores (Yasky) y de la CTA Autónoma (Micheli). Este último capítulo, con el otorgamiento de la inscripción gremial para la segunda, se escribió hace apenas unas horas.
Una de las experiencias sindicales más interesantes en términos de alternativa al modelo hegemónico de la CGT, que naciera en los albores de la década del 90, se resquebrajó aquella elección de 2010 al no tener la capacidad de dirimir efectivamente sus diferencias internas. Esto llevó a un festival de impugnaciones y apelaciones por el resultado y la lucha por la sucesión estuvo a punto de arribar a la Corte Suprema de Justicia. Antes de que eso ocurriera, la cartera de Carlos Tomada actuó reconociendo una situación de hecho y aceptando los nuevos procesos electorales (el ya realizado por el michelismo el 29 de mayo y el venidero dentro de las filas de Yasky, el 17 y 18 de noviembre).
Desde los dos sectores «celebraron» el acuerdo volviendo a colocar sobre la mesa las diferencias que dieron origen a la ruptura. Mientras Yasky afirmó que lo sucedido “significa un triunfo de la coherencia política porque aquí no sólo se disputó en términos de legalidad: tiene que ver con no haber confundido la autonomía con la neutralidad”, Micheli opinó: “es un paso adelante en la pluralidad sindical en la Argentina, un punto de inflexión desde la creación de la Central y un avance en la pelea por la libertad y la democracia sindical que encabezó la CTA cuando fue creada por Víctor De Gennaro, por Mary Sánchez, por Víctor Mendibil y tantos otros compañeros y compañeras en aquel tiempo”.
Concretamente, las implicancias primarias de esta resolución tienen que ver con el reconocimiento de la existencia formal y legal de dos centrales sindicales, cada una con sus autoridades, con sus conducciones, con su inscripción gremial (la 2027 para CTA de los Trabajadores y la 2974 para CTA Autónoma) y con su nombre. Desde Notas hablamos con Luis Campos, abogado del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, quien remarcó que “a partir de este acuerdo ambas organizaciones perfeccionarán su escisión y, desde entonces, continuarán como dos entidades independientes, sin perjuicio de que dentro de las organizaciones afiliadas coexistan agrupaciones que abrevan en una o en otra”. “Lo que se hizo ante el Ministerio fue un reconocimiento de la de la existencia de las dos centrales, en las condiciones que han venido funcionando hasta ahora”, afirmó, al tiempo que sostuvo que si alguna quiere cambiar ese funcionamiento tiene toda la libertad de hacerlo de acuerdo a sus propios mecanismos internos.
El panorama para el sindicalismo argentino queda entonces configurado por 3 centrales reconocidas legalmente: la CGT como la única que posee la vital personería gremial (hoy dividida en las fracciones Caló, Moyano y Barrionuevo, si nos atenemos a la referencia de sus secretarios generales), la CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma, éstas dos simplemente con una inscripción gremial que las coloca en un pie de igualdad y con los mismos derechos (aunque “por debajo” de la CGT en términos de capacidad de representación). Está claro que la atomización sigue constituyendo un dato clave para entender el movimiento obrero argentino en la actualidad.
¿Pero es necesariamente malo esto? La historia de nuestro país marca que, pese a la estructuración de un modelo sindical alrededor de la noción del unicato, no han sido pocos los momentos de coexistencia de diversas centrales gremiales. Éstas incluso han llegado a generar instancias de unidad de acción con una agenda de reclamos común, como vimos en 2012 y en este año. Lo malo, si se quiere, no está en las divisiones per se. Si es cierto que una ruptura legal de la CTA aparece como más sólida que una ruptura sin papeles, también lo es que así se pone de manifiesto la dificultad creciente que tendrá cualquiera de las dos nuevas centrales para obtener uno de sus anhelos más preciados: la personería gremial. Y, por más fallos de la Corte que se hayan expresado en un determinado sentido, una lectura fina del acuerdo en el Ministerio de Trabajo que vaya más allá de la felicidad coyuntural de todas las partes habilita a pensar que se trata del triunfo de un modelo sindical que, aunque cascoteado desde varios ángulos, demuestra una vez más su capacidad de resistencia ante la adversidad.
@tafurel
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