Cultura

4 octubre, 2014

Crónicas de un mundo absurdo

22:22, el nuevo trabajo de Lautaro Metral, se estrenó el pasado 22 de septiembre en El método Kairos. Este musical de teatro absurdo ofrecerá sólo 8 funciones. ¿Vale la pena creer en la magia?

22:22, el nuevo trabajo de Lautaro Metral, se estrenó el pasado 22 de septiembre en El método Kairos. Este musical de teatro absurdo ofrecerá sólo 8 funciones. ¿Vale la pena creer en la magia?

La capacidad de mover o elevar objetos, de hacer aparecer y desaparecer algo en el aire, puede ser entendida apenas como la puesta en escena de un buen truco, como el arte de un prestidigitador. Pero, ¿qué sucede cuando se opta por el engaño y se decide vivirlo como realidad? Luego de un hecho trágico que golpea su vida, Benito Juárez (Marcelo Andino) se deja gobernar por el deseo de creer en la magia y comienza a crear un universo cargado de sus propias ilusiones, guiado por una búsqueda incansable de la magia verdadera.

Esta historia, chiquita y singular, pronto deviene en denuncia social. Critica a un mundo que decepciona, poblado de “vendedores de humo”, sean de la clase política, de la iglesia o de los medios. El reino de la democracia, acaso como una ficción, en una sociedad donde gana terreno el individualismo en detrimento de las interacciones humanas.

Después de “Cuando Callan los Patos”, ganadora de 5 premios Hugo y de “El hijo del fin del mundo”, nominada a 7, Lautaro Metral presenta su tercer espectáculo como director, dramaturgo y compositor. Su última obra lo aleja del teatro musical de las fórmulas tradicionales y lo inserta en un nuevo lenguaje. La trama, compleja, introduce lugares comunes como simbolismos que aportan pistas para la reflexión.

22:22 transita por diferentes intensidades. La música, con dirección a cargo de Fran Ruiz Barlett, no se limita a un solo género sino que transita por el rock, la cumbia, el folklore y la murga, que va condensando el clima de las distintas escenas. El elenco (Magali Sánchez Alleno, Marcelo Andino, Fran Ruiz Barlett, Vanesa Butera, Laura González, Renzo Morelli, Geraldine Farhat, Agustín Maccagno) cumple un rol central en este sentido y su destreza se pone permanentemente en juego: bailan, cantan, corren, son su propia orquesta, desempeñan más de un papel e incluso en algunos momentos son los responsables de iluminar la escena.

22:22 exige un espectador atento. La línea temporal y argumental de la obra es fracturada permanentemente a partir del montaje de breves secuencias narrativas que se interrumpen y reiteran, revelando nuevos elementos para hacer avanzar la historia mientras buscan converger en una síntesis.

La puesta en escena se construye en todo el espacio disponible pero se destaca principalmente su desplazamiento en vertical, ya que la escenografía está compuesta por escaleras que ascienden hacia un techo elástico, flexible, que sugiere una nueva ilusión.

“Hay quienes creen que todos cambiamos. Otros, que siempre somos iguales. Benito Juárez era distinto. Benito Juárez creía en la magia.”

Así abre y cierra una obra que reniega de los determinismos de la sociedad -económicos, de clase, legales, psíquicos- para proponer a la imaginación como un poder de invención de sí misma. Por eso, su solución es de carácter existencialista: la magia después de todo no es una forma de locura, de evadirse de una realidad que es demasiado dolorosa, sino el motor para crear mundos posibles.

Yasmín González Blanco

 

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