Europa

3 octubre, 2014

Un socialdemócrata es el nuevo líder de la OTAN

El principal enclave militar del mundo renueva liderazgo con el ex primer ministro noruego Jens Stoltenberg. Define como una de sus principales virtudes la capacidad de diálogo. La política exterior de los gobiernos de centro: el caso noruego.

El principal enclave militar del mundo renueva liderazgo con el ex primer ministro noruego Jens Stoltenberg. Define como una de sus principales virtudes la capacidad de diálogo. La política exterior de los gobiernos de centro: el caso noruego.

Jens Stoltenberg asumió como secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en reemplazo del danés Anders Fogh Rasmussen. En momentos en que la alianza encabeza una nueva incursión armada en Medio Oriente, el noruego rescató la capacidad diplomática y altruista del enclave armamentístico más poderoso del mundo.

Dijo al diario escandinavo Dagavisen: «La fuerza militar es algo muy serio, por lo que debe ser tratada con el cuidado y atención que requiere. Siempre debemos encontrar soluciones políticas. Creo que una de mis cualidades es que puedo hablar con la gente y tratar con las personas”.

Hijo de reconocidas figuras socialdemócratas, Stoltenberg cuenta con una vasta experiencia en el quehacer político. Entre 1993 y 1997 encabezó las carteras ministeriales de Economía y Energía. En 2000-2001 tuvo su primera experiencia como primer ministro, cargo que retomó entre 2005-2013. Tras perder las elecciones parlamentarias abandonó la política doméstica y el liderazgo del Partido Laborista para dedicarse a tareas internacionales.

Primero cubrió labores en la ONU relacionadas con el cambio climático pero, a comienzos de 2014, su nombre trascendió con fuerza para ocupar la oficina central de la OTAN en Bruselas. Ángela Merkel fue quien le realizó el ofrecimiento y brindó apoyo significativo en la disputa interna con otros candidatos.

En momentos en que la Unión Europea (UE) agiganta los peligros del fantasma imperial ruso, en simultáneo con la escalada bélica en Crimea y el conflicto ucraniano; el historial dialoguista entre Stoltenberg y Vladimir Putin parece ser un factor de peso en su elección como líder de la OTAN. En este sentido, también el pleno apego que mostró el noruego a los objetivos militares trazados por la alianza en años anteriores. Stoltenberg promovió la participación de su país en las intervenciones militares en Irak, Afganistán y Libia.

Noruega: su historia en la alianza

En 1949 EEUU impulsó la conformación de la OTAN con el objetivo de poner tope a una potencial avanzada soviética. Noruega integró el club de los 12 países fundadores y su proximidad con Rusia cobró vital importancia en la estrategia militar estadounidense. En respuesta, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) rubricó el Pacto de Varsovia en 1955. Ambas alianzas protagonizaron la Guerra Fría que, al margen de conflictos de envergadura, mantuvo el equilibrio bipolar hasta 1989.

Desintegrada la URSS, la tarea defensiva de la OTAN mutó rápidamente por acciones militares ofensivas destinadas a profundizar la supremacía del capitalismo global. La Guerra de los Balcanes fue el teatro de operaciones de la primera incursión militar de la OTAN post caída del muro de Berlín. No obstante, la primer mandataria noruega Gro Harlem Brundtland, avaló la participación de fuerzas nacionales en los bombardeos realizados sobre territorio bosnio. Más tarde y bajó el liderazgo del demócrata-cristiano Kjell Magne Bondevik, militares noruegos integraron la fuerza que bombardeó a Yugoslavia en 1999. Cuatro años más tarde, también bajo el mandato de Bondevik, el país escandinavo se sumó a las acciones en Afganistán e Irak.

Pese a contar con fuerte oposición en el parlamento y multitudinarias manifestaciones callejeras de repudio, Noruega tuvo a su cargo la rehabilitación de oficiales iraquíes y su re-educación en valores tales como democracia, derechos humanos y trato a civiles en conformidad con acuerdos internacionales. Corría el año 2004 cuando 82 congresistas estadounidenses escribieron una carta de agradecimiento y elogio al esfuerzo noruego en la guerra contra el terrorismo y su participación en la «Coalición de los Dispuestos».

Ya con Stoltenberg en el poder, en 2010 el país se sumó a la agresión contra Libia que culminó con el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, otrora socio petrolero de la estatal noruega Statiol.

La política exterior no se negocia

Erna Solberg fue quien venció a Stoltenberg en las elecciones parlamentarias de 2013. Líder del Partido Conservador y segunda mujer en ocupar el cargo de primera ministra, su gobierno no representa hasta el momento cambios significativos en materia de política externa.

A pesar de no pertenecer al bloque regional, Noruega mantuvo la sintonía con la UE y se sumó a las sanciones económicas contra Rusia. Además, ratificó el alineamiento con Washington semanas antes del arribo de Stoltenberg a la OTAN. El 15 de Septiembre el gobierno integró la coalición de 26 países que anunció su apoyo a EEUU y su disponibilidad para entrar en combate. En el evento confluyeron democracias europeas como Francia, Dinamarca y España; y monarquías teocráticas como Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos, Qatar y Jordania. Asimismo, el 20 de Septiembre el parlamento dio vía libre para la participación noruega en las operaciones militares en Irak y Siria.

Tras el acuerdo entre la coalición gobernante y el Partido Laborista, la decisión fue inapelable y solo contó con la desaprobación del Partido Socialista de Izquierda, que posee 7 de los 169 escaños parlamentarios.

 

Cristian Ariel Peña, desde Oslo

 

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