11 septiembre, 2014
Día del maestro: Sarmiento en la historia
Este jueves se conmemora nuevamente el día del maestro en todo el país. Notas dialogó con Ricardo de Titto, investigador, historiador y autor de la biografía “Yo, Sarmiento”, quien plantea su perspectiva sobre el llamado “padre del aula”.

Este jueves se conmemora nuevamente el día del maestro en todo el país. Notas dialogó con Ricardo de Titto, investigador, historiador y autor de la biografía “Yo, Sarmiento”, quien plantea su perspectiva sobre el llamado “padre del aula”.
La fecha del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, 11 de setiembre, fue instituida como el día del maestro en 1943 durante la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas como fecha unificada para todo el continente por su rol en el desarrollo de la educación pública.
En diálogo con Notas, el historiador Ricardo de Titto comentó la perspectiva desde la cual su libro “Yo, Sarmiento” aborda la vida y la obra del docente, periodista y militar oriundo de la provincia de San Juan.
-¿Esta justificado vincular la vida de Sarmiento con el día del maestro en Argentina?
-Es una resolución tomada en un congreso en Panamá, eso dice bastante del tema, aunque estamos hablando de las décadas del 30 y del 40, en las que fue muy notorio en la Argentina y en otros países la necesidad de instalar fechas, de fijar próceres como puntos de referencia históricos y culturales. El caso de Sarmiento es un caso bastante particular porque efectivamente la tarea en cuanto a la cuestión educativa sobresale limpiamente en el concierto latinoamericano e incluso mundial, porque en su generación es uno de los cinco o diez personajes más destacados de la educación mundial. Cosas como haberse animado a elaborar un sistema de enseñanza de la ortografía en 1840 en Chile es algo llamativo.
-¿Cuál es la relación que él veía entre un proyecto de país y un proyecto de política educativa?
-Esto es lo sustancial. Él arranca por la tarea del maestro y después se eleva como estratega político. Aquí vamos a un tema clave: normalmente se habla de la educación y Sarmiento queda puntualmente asociado al hecho de que fundó muchas escuelas. Pero esto es un aspecto mínimo, porque la cuestión es la estrategia política que esta planteada con una educación que es laica, estatal, publica y gratuita. No es que estuviese en contra de la educación privada, pero la dejaba para aquellos nichos que aún usaban el sistema tutorial en el que se contrataba a una persona que enseñaba en las casa. Pero, por ejemplo, dio una batalla muy fuerte contra una escuela italiana que enseñaba en italiano para los hijos de inmigrantes italianos porque su política era formar ciudadanos argentinos que hablaran castellano.
-¿Cómo se articula este proyecto educativo con su proyecto de país?
-El problema es cómo se articula el proyecto económico con el proyecto educativo. La educación esta al servicio de formar ciudadanos que tengan independencia de criterio, esa es la idea, no la de personas cultas per se, sino ciudadanos que tengan posibilidad de construirse en base al modelo económico que el planteaba, que era el de la pequeña producción agraria, del granjero, y por eso lleva la educación a los lugares más inhóspitos del país como a la selva de las yungas, donde pone bibliotecas y escuelas. Porque su modelo era el pequeño productor que, educado, fuera un ciudadano conciente. Ese era el tipo de persona que el quería construir. Por eso la escuela. Además de argentinizar a la inmigración que es la otra cara de la cuestión.
-No es menor que este modelo educativo haya sido el estadounidense y que de hecho haya traído docentes de ese origen.
-El estuvo como embajador primero por Chile y después por Estados Unidos y conoció en Boston a los primeros que hicieron escuelas públicas, gratuitas y populares. También a Thomas Mann, que fallece y deja el contacto con Mary Mann, que es la que consigue maestras que vienen a enseñar a Argentina.
-Desde una perspectiva crítica, el modelo educativo es un modelo masivo y gratuito, que trata de construir un tipo de ciudadano modelo que tiene como contracara pasar por arriba de las particularidades culturales e históricas donde se iba a imponer.
-Y esto es así, pero también a toda persona hay que ubicarla en el contexto histórico en el que vive, y estamos hablando de 1860/1870, pleno positivismo. Todavía se estaba fluctuando entre el romanticismo de la década del 20 y 30. Es un periodo en la que la idea del ciudadano universal que tiene como paradigma los esquemas de la revolución francesa: libertad e igualdad. Es sabido que Sarmiento era masón y defendía estos principios. En el censo que hace Sarmiento cuando es presidente no se cuentan los aborígenes, pero hay que analizar a la persona en su circunstancia.
No quiero decir con esto que no sea criticable, es obvio que había aspectos como su desprecio hacia la gente inculta, los gauchos o hacia el marginal, eso es un hecho. Pero si no lo ubicamos en contexto nos podemos quedar con una visión de que la contradicción que plantea con lo de «Civilización o Barbarie» solo apoya a las elites, y en el caso de Sarmiento hay un interés cultural, por el virtuosismo de las personas que de algún modo es plebeyo, de hecho nunca estuvo aceptado por la aristocracia u oligarquía de la época. Terminó muy peleado con Roca o Mitre.
-¿El también veía que su principal legado como intelectual orgánico de un proyecto de país tenía que ver con lo educativo?
-El se sitúa como un educador, pero yo creo que hacia un juego de falsa modestia, porque en varios escritos se sitúa como un simple educador pero en otros tiene una veta en la que se sitúa a si mismo como el que tenia el proyecto más claro de una Argentina de los Estados Unidos de America del Sur, que es lo que el llegó a enunciar con esos términos. El creía que era el hombre más dotado de la época en los años que estuvo en el gobierno.
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