América Latina

22 agosto, 2014

Haití es un país latinoamericano

A diez años de la ocupación militar de Haití, primero por los Estados Unidos y luego por una misión de cascos azules de la ONU ¿Cuál es el estado de situación del país caribeño? ¿Qué intereses económicos y políticos esconde esta supuesta misión humanitaria?

A diez años de la ocupación militar de Haití, primero por los Estados Unidos y luego por una misión de cascos azules de la ONU ¿Cuál es el estado de situación del país caribeño? ¿Qué intereses económicos y políticos esconde esta supuesta misión humanitaria?

En varias oportunidades sectores de la prensa hegemónica se encargaron de criticar el estado en que se encuentran las tropas argentinas en Haití, parece ser que no cuentan con los insumos suficientes para librar el “combate” al que fueron asignados. Al mismo tiempo, el gobierno propagandiza documentales relatando la heroica y humanitaria tarea de nuestros soldados y envía, de vez en cuando, algún funcionario a sacarse fotos con la tropa.

Pero hay algo que nadie explica: ¿Por qué razón hay más de 500 soldados argentinos ocupando un país latinoamericano contra la voluntad manifiesta de su pueblo? ¿Qué hacen ahí? ¿Por qué los mandaron?

Sobran los motivos

Jean Bertrand Aristide, sacerdote tercermundista y representante del movimiento Lavalas (“Avalancha” de campesinos en busca de la toma del poder) fue presidente constitucional en el año 1991, entre 1995 y 1996 y entre el 2003 y 2004. Las interrupciones a los mandatos de Aristide fueron provocadas por la injerencia directa de los Estados Unidos, que desde 1915 hasta hoy invadió militarmente Haití cuatro veces, es decir, cada vez que un gobierno no siguió sus lineamientos.

En el año 2004 los soldados estadounidenses permanecieron en Haití por unos cuantos meses, hasta que la ONU los suplantó por un contingente de cascos azules, cuyo único objetivo era perpetuar el control militar.

Manifestación en Haití contra la MINUSTAH
Manifestación en Haití contra la MINUSTAH

En los últimos años las cosas empeoraron para el pueblo haitiano, detrás de la frenética búsqueda de sumisión política del país hay fuertes intereses económicos. Desde el 2004 a la fecha gran parte de los recursos estratégicos de Haití fueron apropiados por empresas estadounidenses, francesas, canadienses y brasileras.

El caso de Brasil es paradigmático: a modo de pago por haber aceptado comandar la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH), se le adjudicaron a sus empresas casi la totalidad de las obras de infraestructura a realizarse con el financiamiento de los organismos internacionales de crédito.

Los beneficios de la invasión son variados y suculentos, por supuesto nadie quiere quedarse sin su parte. Hay cuatro ejes que explican los altos niveles de ganancias que proporciona este pequeño país caribeño:

• 10 millones de Haitianos son mano de obra barata (U$D 2 diarios) para las maquiladoras de ropa, calzado y electrónica.

• Las 11 empresas mineras canadienses y norteamericanas que se instalaron desde 2004 en Haití explotan 18 minas, la mayoría de ellas de oro, sin necesidad de pagar impuestos o canones ni respetar ningún tipo de legislación.

• Amparadas en el discurso del gobierno sobre la necesidad de ‘eficientizar’ la producción, y usando a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) como herramienta, las multinacionales se apropian de las tierras campesinas.

• Estados Unidos tiene la posibilidad, frente a la abrupta caída de producción agrícola haitiana, de colocar gran parte del excedente de su producción, principalmente arroz, en un mercado sin regulaciones.

El negocio cierra por todos lados, pero el precio pagado por el pueblo haitiano es alto y los datos muestran una situación crítica. Sólo el 20% de los habitantes se alimenta adecuadamente y más del 50% de la población no sabe leer ni escribir.

Para los campesinos y los habitantes de las favelas el acceso a la educación, salud y una alimentación digna son utopías inalcanzables. Y las enfermedades como el cólera, llevado al país en 2010 por soldados nepaleses de la ONU, cobran miles de vidas cada año.

La paz según las Naciones Unidas

Los haitianos ven dilapidar anualmente U$D 800.000.000 en gastos militares para pacificar al país con menos casos porcentuales de violencia y con más cantidad de hambrientos del Caribe. En definitiva, la tarea de la MINUSTAH parece ser evitar que el hambre y la miseria desencadenen conflictos sociales que pongan en peligro los intereses de las potencias.

El empobrecimiento del pueblo haitiano y el saqueo de sus recursos sólo son posibles bajo un marco de gran control institucional y militar, garantizados por la presión diplomática que ejerce la embajada norteamericana que cuenta con 1200 funcionarios (más que el Ejecutivo Nacional haitiano) y la MINUSTAH.

El Estado haitiano es prácticamente inexistente, no cuenta con ejercito propio y no está presente en la vida cotidiana de sus habitantes, no garantiza ninguno de sus derechos básicos y tampoco se preocupa por mantener las apariencias democráticas: hace más de 2 años que la Cámara de Representantes funciona con la mitad de sus bancas vencidas a la espera de una convocatoria a elecciones.

Ante la falta de un Estado capaz de hegemonizar el uso de la violencia, las Naciones Unidas se arrogan este derecho y mediante multimillonarias misiones condicionan y moldean la vida del pueblo haitiano en función de intereses ajenos.

La MINUSTAH ha sido denunciada a lo largo de estos 10 años por repetidas violaciones a los derechos humanos. Existen pruebas de algunos de los crímenes cometidos por las tropas: intercambio de alimentos por sexo, abuso de autoridad, malversación de fondos, abuso sexual a mujeres y menores, son solo algunos de ellos.

La ONU dice querer convertir a Haití en un país estable y soberano, pero enviando a la MINUSTAH solo contribuye a su dominación política y económica, ya que mientras el hambre, la enfermedad y la miseria no sean revertidas, la estabilidad no es posible, virtuosa, ni deseable.

 

Facundo Ramos – Ex integrante de la Brigada Internacionalista Dessalines en Haití, ALBA de los Movimientos Sociales

 

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