Cultura

20 agosto, 2014

La bastarda

Violette, la película presentada en 2013 por Martin Provost, se propone el rescate de una escritora condenada al silencio por la sociedad machista e hipócrita de su época. Violette Leduc, amiga de Simone de Beauvoir, Sarte y Camus, transformó su vida dolorosa en poderosa literatura para cuestionar a la familia, a la heterosexualidad y al patriarcado.

Violette, la película presentada en 2013 por Martin Provost, se propone el rescate de una escritora condenada al silencio por la sociedad machista e hipócrita de su época. Violette Leduc, amiga de Simone de Beauvoir, Sarte y Camus, transformó su vida dolorosa en intensa literatura para cuestionar a la familia, a la heterosexualidad y al patriarcado.

Luego de Séraphine (2008), su película más conocida y celebrada, Martin Provost emprende el rescate de la figura de otra gran artista, Violette Leduc, la escritora francesa que supo dar un paso al frente para cuestionar los conceptos de familia y el rol del patriarcado, allá por los años de posguerra. La película explora  su vida y su relación con el círculo de escritores integrado por Sartre, Camus, Genet y, principalmente, su intensa amistad con Simone de Beauvoir.

-No puedo escribir más -confiesa desesperada Violette Leduc (interpretada por Emmanuelle Devos)-. Ya perdí la fe. A lo que Simone de Beauvoir (Sandrine Kiberlain), su mentora y mecenas, le contesta algo así como: «Entonces escribí todo otra vez, desde tu nacimiento. Las lágrimas no te van a ayudar. La escritura sí.”

Y Violette Leduc , amante obediente, escribe.

Escribe para consolarse, para ahuyentar los fantasmas. Para salvarse. La escritura como pulsión de la vida misma. Escribe con pasión y hasta la locura sobre su vida, sus amores, el dolor de no sentirse querida por su madre ni aceptada, en una sociedad en la que la etiqueta de hija bastarda pesa como una maldición.

Escribe sobre abortos clandestinos, el contrabando para sobrevivir, el incesto, la bisexualidad y la literatura, con palabras violentas, crueles, sinceras. Sin respiro. Con la fuerza de quien escribe porque le va la vida en eso.

Vida y obra son una sola en Leduc. Ella misma. Su novela La bastarda, Premio Goncourt en 1964, prologado por Beauvoir, es el testimonio más fiel de esta mujer auténtica y valiente que se atrevió a contar lo que nadie con una voz propia. “Lo personal es político” sostiene la autora de El segundo sexo.

“Me iré como llegué. Intacta, cargada con los defectos que me torturaron. Habría querido nacer estatua. Soy una babosa bajo mi estiércol. Virtudes, cualidades, valor, meditación, cultura. Me crucé de brazos y me astillé contra esas palabras”.

La sociedad de su época, impulsada por el machismo y la hipocresía, la despreció y la condenó al silencio. En el país de la “libertad, igualdad, fraternidad”, se censuraron las partes lésbicas de sus libros, y lo que se le permitió escribir a Jean Genet porque era hombre fue cuestionado en Leduc, su alter ego femenino.

Ahora, Martin Provost -quien demuestra casi una voluntad militante de retratar a mujeres marginadas de un mundo que las juzga porque no nacieron en su seno, como el caso de Seraphine- le rinde homenaje a la mujer que escribía como hombre, a la gran olvidada de la literatura francesa. Violette muestra la vida de la escritora en su faceta más íntima, vulnerable, humana.

“Exprésate en tu escritura tal y como eres” le dice Beauvoir en un momento de la película. Y Leduc, que se autodefinió como “un desierto que monologa”, nunca se traicionó.

Fabiana Montenegro

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas