18 agosto, 2014
Que la universidad se pinte de monte
Primera entrega de dos artículos sobre la experiencia y desarrollo de la Universidad Campesina (Unicam) que impulsa el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE – Vía Campesina) en la ciudad Villa Ojo de Agua de aquella provincia.

Primera entrega de dos artículos sobre la experiencia y desarrollo de la Universidad Campesina (Unicam) que impulsa el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE – Vía Campesina) en la ciudad Villa Ojo de Agua de aquella provincia.
El sol se pone a eso de las seis y media de la tarde detrás del monte de Santiago del Estero. La paz cubre el lugar donde las tunas reinan. En el kilómetro 4 de la ruta nueve, ahí nomás del pueblo Villa Ojo de Agua, ahí nomás de la frontera con Córdoba, se levanta la primera Universidad Campesina, la Unicam, un espacio de formación promovido por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE – Vía Campesina) para los campesinos y campesinas, y también para todos aquellos que quieran apostar a una educación diferente.
“La Unicam ha ido construyendo un proyecto político pedagógico distinto. Es la primera universidad que viene a estar entre los montes. Es distinta porque todo lo que vamos a aportar ahí va a ser una formación crítica, no lineal. Nuestra apuesta es a formar militantes para el campo popular, con una perspectiva estratégica en términos revolucionarios. Es distinta porque arrastra principios filosóficos de la luchas campesinas de todo el mundo y los saberes de nuestros viejos y viejas del monte”, explica Adolfo Farías, referente del espacio de formación.
En el 2006 Luciano Leiva, un ganadero de clase media, era el propietario de los terrenos que lindan con la ruta 9. Había facilitado una parte de ellos al municipio para que se hiciera un basural, pero con tanta mala suerte que se prendieron fuego y terminó perdiendo 30 hectáreas de pastizal donde sus vacas pastaban. Leiva acudió al MOCASE en busca de un abogado confiable, tenía su mujer enferma y necesitaba recuperar el dinero perdido para su tratamiento. Los militantes del movimiento le asignaron uno con el cual ganó el juicio. Una vez superada la tormenta, el ganadero decidió donarles esas hectáreas, 12 en total, al MOCASE.
Parece mentira, pero las casualidades no existen. Fue en Ojo de Agua donde al Che se le rompió por primera vez La Poderosa y fue atendido por Doña Zulma, una gomera que aún vive y según Angel Strapazzon, uno de los referentes del MOCASE, será una de las principales docentes de la universidad; y donde Rodolfo Kusch, antropólogo y filósofo argentino, paró por primera vez para estudiar la filosofía andina. Como si esto fuera poco dicen las lenguas que uno de los algarrobos del pueblo fue lugar de reunión de San Martín, Belgrano y Juana Azurduy; y Agustín Tosco tenía una abuela indígena que vivía a 16 kilómetros de lo que hoy es la Unicam.
La mística del monte se mezcla con la mística de las almas que alguna vez pisaron esos suelos. A Ángel y Raimundo Gómez, uno de los fundadores del movimiento, se les paró tres veces una camioneta con la que viajaban a Córdoba en esa ruta. «Algún día vamos a hacer algo acá», le dijo medio en broma Gómez a Strapazzon por ese entonces. No tenía idea de cuán atinado estaba.
A las nueve de la noche la mesa larga del salón central se llena de voces. Es la hora de la cena. Eva y Maida sirven la comida. El Chino, Agustín, Ariel, Leo se van poniendo en fila, después de comer les toca a ellos lavar. La cola sigue de pibes y pibas que viven todos los días allí y participan de la construcción del espacio. La mayoría han salido de barrios carenciados de Santiago, víctimas de la violencia del alcohol y las drogas, y de la persecución de la policía.
Víctimas de un sistema que no los ve ni los escucha ni los incluye. Se fueron acercando al MOCASE por diferentes motivos, de diferentes maneras, y hoy todos y todas forman parte de la Unicam Suri. Aunque los planes de estudio aún no están diseñados, se forman día a día dentro del trabajo voluntario que la universidad necesita (desde levantar las paredes de los dormitorios o aulas hasta las actividades cotidianas básicas: limpiar, cocinar, buscar leña, etc). Además atienden a las instancias de formación como la Escuela de la memoria histórica o el Campamento de jóvenes que se realizan todos los años.
“La Unicam está construida con el trabajo voluntario, para la recuperación de la conciencia, la esencia de la lucha. Sin trabajo voluntario no hay capacidad de cambio, lo vemos como una herramienta liberadora”, explica Adolfo. O como dice Ángel, se trata de una universidad que es de todos, no es propiedad privada. Busca romper, formar sujetos revolucionarios.
“Antes se mandaban compañeros de las centrales de Santiago a las Universidades Nacionales pero fracasaban, y tenían fundamentos. Decían ‘no podemos estudiar eso, nos están formando ingenieros agrónomos para ser sojeros”, cuenta Ángel. Hoy la Universidad avanza de a pequeños pasos pero seguros. Son piedritas que se van sumando en la apuesta por una sociedad diferente donde el saber se construye desde las bases.
“El pueblo quiere a los académicos, quiere las instituciones, pero las quieren como ellos quieren que sean, al servicio de la lucha de clases, obvio”, agrega con un guiño el referente y reflexiona sobre lo que implica el proyecto pedagógico. Define la pedagogía según su etimología (paidos gogo) y traduce: “Un lugar donde los niños soñaran si los guiamos bien, y eso es SURI”, finaliza. Porque la Unicam tiene un secreto. Y ese secreto es Suri.
Comúnmente conocida como el ñandú, Suri es el nombre que los quichuas le ponen a esta ave que no vuela y tiene el cuerpo redondo. Para los pueblos originarios simboliza el origen de la vida y el planeta tierra móvil, en forma de espiral. Suri representa el movimiento y los compañeros del MOCASE lograron enganchar esta idea con su proyecto político pedagógico: “Había que ver si funcionaba, si tenía sentido. Entonces pensamos, tenemos que hablar de la diversidad entonces ‘s’ para sistemas, ‘u’ universitarios, ‘r’ rurales, ‘i’ indo campesinos. Sistemas Universitarios Rurales Indo campesinos, y se terminó”, explica Ángel.
Pedagógicamente se intenta inventar y reinventar, crear a cada paso. Ya el filósofo y educador venezolano Simón Rodríguez, proclamaba “inventamos o erramos”. Hoy en Unicam Suri se apuesta a eso. Abre sus puertas a que todos los que quieran un mundo distinto entren, construyan, inventen y sobre todo no dejen de soñar.
Ana Clara Barboza – @aniclaa
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