Fútbol argentino

5 agosto, 2014

El fin de su era

La época de Julio Grondona terminó con su muerte. El «todo pasa» y sus múltiples consecuencias ocupan ahora un sitial privilegiado en la historia del fútbol argentino. Un repaso por las 35 temporadas de la serie del ferretero de Sarandí.

La época de Julio Grondona terminó con su muerte. El «todo pasa» y sus múltiples consecuencias ocupan ahora un sitial privilegiado en la historia del fútbol argentino. Un repaso por las 35 temporadas de la serie del ferretero de Sarandí.

En la temporada 35 de la serie “Todo Pasa” el protagonista dijo basta. En realidad fue su salud la que no aguantó más. El hombre de 82 años había estado la noche anterior reunido en la AFA y tomando decisiones. Solo él las tomaba porque era el dueño de la pelota, él elegía cuando, donde y como se hacían las cosas. El estatuto lo avalaba, los 35 años en el poder lo hacían ver como un ser todopoderoso que les generaba miedo y admiración a sus pares de comité ejecutivo que tenían el sí fácil.

Volvamos atrás en el tiempo para entender los inicios de esta serie que marcó un hito en el fútbol argentino. El 6 de abril de 1979 el comité ejecutivo de AFA, impulsado por el almirante Carlos Lacoste, lo eligió por unanimidad como presidente. Argentina estaba gobernada por los militares que metían la cuchara en todo. Lacoste era la pata del dictador Emilio Massera en el fútbol. Con el visto bueno del gobierno de facto el hombre llegó a la presidencia de la AFA. Luego con su apoyo, Lacoste llegó a la vicepresidencia de la FIFA, cargo que ocupó hasta 1984, año en que él se quedó con ese puesto para no largarlo más.

Una vez vuelta la democracia él siguió en su puesto como presidente de AFA. Su pasado como militante del radicalismo lo hacía tener una buena relación con el nuevo presidente Raúl Alfonsín. Se bancó los embates del gobierno democrático que pugnaba por el despido del técnico de la selección argentina Carlos Salvador Bilardo. Después la historia ya es conocida, Diego Maradona jugó el mejor mes que un futbolista haya jugado en la historia, la selección salió campeona del mundo y el vicepresidente de la FIFA se afirmaba en su cargo, a 2 años de haber asumido.

El presidente de la FIFA por ese entonces, Joao Havelange, cada vez lo escuchaba más. Aunque el hombre no sabía inglés, lo compensaba con su conocimiento de fútbol, algo que no muchos dirigentes poseen. Así cada vez lograba más poder de convencimiento y aceptación entre sus pares.

En 2002 desechó el cargo de presidente de FIFA para cedérselo al suizo Joseph Blatter. Él en el fondo sabía que el nombre del cargo no cambiaba en nada sus funciones, en el fondo sabía que Blatter lo necesitaba a su lado. “Lo miraba a la cara antes de tomar una decisión”, reconoció el suizo en la escena final de la serie.

Si su crecimiento a nivel continental y mundial era exponencial, a nivel nacional la cosa iba sobre rieles. Con el apoyo de los gobiernos de turno y de sus pares de AFA se animaba a todo. Desde cambiar el torneo largo por uno corto hasta venderle le televisación del fútbol a Torneos y Competencias y al Grupo Clarín.

A medida que pasaban los años el hombre del “Todo pasa” seguía acumulando poder y dinero. La AFA se enriquecía cada vez más, a costa de las deudas de los clubes. La Asociación del Fútbol Argentino servía como una especie de banco que prestaba dinero a los clubes para que puedan iniciar los torneos, a cambio estos firmaban simbólicamente el pacto diabólico de seguir diciendo que sí a todo.

A pesar de esta ayuda más de 30 clubes terminaron quebrados o se presentaron en concurso de acreedores: Independiente, Racing, Central, Ferro, Huracán, Banfield, San Lorenzo, Newell´s, por nombrar algunos.

Las deudas en los clubes crecían a la vez que crecía el negocio del fútbol y la que sacaba rédito era la AFA. Por una calle alternativa surgió algo que el hombre del “Todo pasa” no tenía previsto y que de hecho nunca pudo solucionar, que es la violencia en las canchas. En los 35 años de su mandato las barras-bravas pasaron de pelearse con otras barras o con la policía a pelearse entre ellos y también pasaron de pelear por defender los trapos a pelear por defender los negociados que supieron conseguir.

Políticos y dirigentes fueron, son y serán cómplices y culpables en este tema. ¿De qué son culpables? De que en los últimos 35 años haya habido casi 200 muertos por el fútbol.

En las últimas temporadas de la serie el hombre fue más vicepresidente de FIFA que presidente de AFA. En 2011 amagó con dejar este cargo pero su ambición siempre se guarda un quiero vale cuatro. Estaba más preocupado en reclutar votos para la elección de Qatar como sede del mundial 2022 que en custodiar la economía de los clubes argentinos.

En 2009 rompió el contrato con TyC para asociarse al Estado. Porque siguió teniendo siempre buena relación con los gobiernos de turno. Eso nunca lo perdió y así fueron pasando Carlos Menem (al que dijo haber votado en las elecciones de 1995), Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

Este nuevo contrato traería más plata para los clubes pero también traería más deudas. Porque no todos los dirigentes tienen su cintura. De hecho muchos de su círculo íntimo fueron como mínimo echados a votos de sus clubes y como máximo llevados a juicio. Carlos Miele en San Lorenzo, Héctor Domínguez en Gimnasia, Carlos Portell en Banfield y Germán Lerche en Colón, son algunos de los casos.

No todo fue turbio ni negativo en este ciclo que marcó una era. En estos 35 años la selección argentina estuvo siempre a la altura de las mejores del mundo, el predio de Ezeiza es un ejemplo. No es casualidad que desde José Luis Brown a Lionel Messi, pasando por Cristian “Kily” González, hayan ido a su velatorio en el capítulo final.

En la temporada 35 el hombre se dio el gusto de volver a ver a su selección en la final de un mundial, mientras en el plano doméstico se preparaba un torneo de 30 equipos, su último legado.

Su partida nos hace levantar la alfombra y no solo hay mugre sino humedad. Fueron 35 años en los que sólo una persona decidía todo porque así lo respaldaba el estatuto. Fueron muchos años escuchando su nombre y apellido para seguirlo repitiendo en este texto.

Es hora de escribir nombres nuevos y que sus ideas sean novedosas. Es hora de cambiar el estatuto de AFA para terminar con las re-elecciones infinitas. Es hora de barajar y dar nuevo porque al hombre del anillo que dice “Todo Pasa” le llegó la hora. En la temporada 35 y a los 82 años su cuerpo dijo basta.

Julio Humberto Grondona marcó un estilo de hacer política, con sus errores y virtudes será único e irrepetible. Con su partida es el final de una era, es el final del “Todo pasa”.

 

Lucas Jiménez

 

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