3 agosto, 2014
“Venceremos, venceremos, venceremos”
Venezuela marcha en solidaridad con Palestina. “Eso nos los enseñó Hugo Rafael Chávez Frías, que debemos ser solidarios con los demás países, tenemos que ser hermanos y ayudarnos los unos a los otros”

Venezuela marcha en solidaridad con Palestina. “Eso nos los enseñó Hugo Rafael Chávez Frías, que debemos ser solidarios con los demás países, tenemos que ser hermanos y ayudarnos los unos a los otros”
“El pueblo palestino resiste con su paciencia en la tierra, están matando a todos, bombardeando las casas, también bombardearon la de mi familia y nadie salió de la casa, se quedan dentro, no vamos a salir como ocurrió en 1948, vamos a estar en nuestras casas, en nuestra tierra, ellos quieren que salgamos para tomar toda la tierra, robarse todo, pero nosotros resistimos, resistiremos hasta la última gota de sangre”, dice, y se queda callado. Detrás de él una avenida con miles caminando, marchando. Y las banderas, los coros, las pancartas.
Su nombre es Mohammed Qasem, palestino, de la Franja de Gaza. Lleva un año en Venezuela, estudiando en la Escuela Latinoamericana de Medicina Salvador Allende. Es sábado dos de agosto del 2014. Hace 25 días que la nueva ofensiva del Estado de Israel sobre la Franja de Gaza ha comenzado y Mohammed repite los números: 1.700 muertos, 6.000 heridos. Una nueva masacre.
En la Franja de Gaza -365 km2- viven 1.800.000 palestinos. En Cisjordania -5.655 km2- 2.500.000. Hay más de 5.000.000 que se encuentran refugiados. Mohammed cuenta: “Están matando niños, inocentes, a todo el pueblo, gente desarmada, ancianos, mujeres, están atacando y bombardeando las casas, las escuelas, los hospitales, las mezquitas, las iglesias, todo, todo”. Todo significa para él su vida y su historia que quieren arrancar como un árbol que se resiste.
Y no es nuevo. Por eso habla de 1948. Cuando las Naciones Unidas decidieron que la división del territorio en dos: una mitad para el Estado de Israel y la otra para el Estado palestino (perdiendo entonces los palestinos la mitad de su territorio). Pero el Estado palestino no llegó nunca a conformarse. Porque Israel atacó antes de la entrada en vigencia del acuerdo: operaciones de muerte para aterrorizar a la población árabe. La masacre de Deir Yassin del 9 de abril quedó grabada para siempre. La primera de muchas que seguirían. Como la de hoy. Mohammed adjetiva: “El Estado de Israel es sionista, terrorista y asesino”.
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Son muchos los palestinos que están en la movilización. Las mujeres avanzan con cabellos recogidos en un velo, cintas verdes rojas y negras puestas alrededor de los hombros. Y kufiyya, muchos kufiyya -el pañuelo tradicional de varios países de Medio Oriente- que llevan casi todos a lo largo de las varias cuadras sobre la cuales se extiende la marcha.
La concentración ha comenzado temprano en la Plaza Morelos, en la zona de Bellas Artes. Ahí se reunieron de a poco diferentes movimientos sociales, colectivos, agrupaciones de solidaridad. Unidad, mucha unidad. Y también hombres y mujeres que no pertenecen a una organización, llamados por el sentimiento de solidaridad, ese valor arraigado en muchos.
“Eso nos los enseñó Hugo Rafael Chávez Frías, que debemos ser solidarios con los demás países, tenemos que ser hermanos y ayudarnos los unos a los otros”, explica Magali Pérez, una mujer venezolana que camina bajo el sol y lleva una franela que lleva escrito: Palestina aguanta que el pueblo se levanta.
La movilización fue convocada por el presidente de la República Nicolás Maduro. El día anterior había anunciado que se abrirán casas de apoyo en Venezuela para las víctimas palestinas. Son muchos días en que las pantallas retransmiten las imágenes del horror, de la masacre impune. Bombas que caen, barrios que desaparecen y con ellos todo. “Ni los muertos se han salvado”, dice desde la tarima principal la embajadora palestina en Venezuela, Linda Sabeh Alí.
Antes de ella un joven se había dirigido con el micrófono a los presentes: “Asumamos nuestra responsabilidad y boicoteemos al Estado de Israel, no compremos Coca-Cola, P&G, los productos con el numeral 729 que es el de los productos hechos por Israel; si los compra está comprando balas para matar palestinos, está comprando muerte, genocidio”, gritaba. “¡Fuera Israel y que viva Palestina!”, y las banderas altas.
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“Queda alrededor del 18% del territorio que se había acordado en 1948”, explica Muath Daraghma, palestino, de Cisjordania. También vino a estudiar a la Universidad de Medicina. Lleva cuatro años en Venezuela y una bandera de su país que atada a los hombros le llega hasta los tobillos. Él, como Mohammed, vino a través del convenio entre ambos países.
Muath explica una de las causas de los ataques que comenzaron el 7 de julio: “El Estado de Israel no permite que Hamas se una con Fatah para hacer un Gobierno unido”. Se refiere a los recientes diálogos entre Hamas –que gobierna en Gaza- y Fatah –en Cisjordania- para unificar la lucha por la autodeterminación del pueblo palestino. Su derecho a un Estado libre, soberano, independiente.
Cuenta que Cisjordania también existe un bloqueo económico, que la vida es dura, que su causa es justa, digna. Sabe la necesidad de resistir, de detener un objetivo claro, demasiado claro: “El Estado de Israel no quiere a ningún palestino, quiere quitarnos todo el territorio. Ahora quieren eliminar todo signo de vida palestino en Gaza, es una masacre, un genocidio”.
Por eso, por la necesidad de mostrarle al mundo la digna causa de su pueblo, Muhat agradece al pueblo venezolano, al Gobierno, y a los países de América Latina. Sabe que del otro lado Israel cuenta con el apoyo de los Gran Bretaña y de Estados Unidos: el primer imperio es el que permitió al sionismo entrar masivamente en territorio palestino –a partir de la Declaración Balfour en 1917-, y el segundo es el principal amparo y respaldo hoy para asesinar sin temor. La comunidad internacional por su parte ha optado en su gran mayoría por un silencio cómplice desde hace 25 días.
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“Nosotros no podemos hace nada contra tanques, aviones, con F16, luchamos con lo que tenemos”, dice Muath. A su lado pasa Reinaldo Iturriza, Ministro del Poder Popular para las Comunas y Movimientos Sociales. Luego Fidel Barbarito, encargado de la cartera de Cultura. Y pueblo, mucho pueblo, ese “pueblo hermano, amigo”, como afirma el joven de Cisjordania.
Él, junto a Mohammed forma parte de una nueva generación en un largo camino. Sus padres han resistido. Sus abuelos han resistido. Aprendieron a vivir muchas veces sin luz, sin gasolina, sin agua. A saber a un enemigo cerca, cada vez más cerca, entrando en las casas, disparando, colonizando, expulsando. 66 años de hostigamiento y muerte, de la decisión de un Estado y una ideología –el sionismo-, de terminar con un pueblo, una cultura, de su derecho a ser en su tierra, entre sus árboles, su viento y su mar.
Hoy pueden estudiar en Venezuela, un país encabezado por un Gobierno que ha venido luchando por el reconocimiento del Estado Palestino, por el cese de las agresiones, del “terrorismo que se llama ´represalias´” como definió en 1974 Rodolfo Walsh la práctica del Estado de Israel. Están en unas calles que usan sus colores, usan kufiyya, practican la solidaridad.
Y Muhat y Mohammed, como aquellos que ya no están y florecen en los olivos, los que tuvieron que irse y piensan cada noche en cómo regresar, y quienes defienden las fronteras de Gaza, de Cisjordania, no tienen duda: “Nosotros venceremos, venceremos, venceremos”.
Marco Augusto Teruggi, desde Caracas.
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