15 julio, 2014
Se van los asesinos del jogo bonito
Carlos Alberto Parreira y Luiz Felipe Scolari dejaron sus cargos en la Selección de Brasil. Ambos son los máximos responsables del fútbol alejado de la tradición que la verdeamarela lleva practicando los últimos 24 años.

Carlos Alberto Parreira y Luiz Felipe Scolari dejaron sus cargos en la Selección de Brasil. Ambos son los máximos responsables del fútbol alejado de la tradición que la verdeamarela lleva practicando los últimos 24 años.
“Que el Diego los gambeteó, que el Cani los vacunó, están llorando desde Italia hasta hoy…”. Seguramente el futbol brasileño no lleve 24 años ininterrumpidos de lágrimas. Sobretodo porque, desde aquella eliminación en octavos de final de 1990, la verdeamarela consiguió dos títulos del Mundo y se convirtió, con cinco copas, en el más ganador de la historia. Pero esas victorias no fueron gratuitas. Debió sacrificarse una identidad. Quizás la más famosa en la historia del fútbol.
A Brasil el costó tanto recuperarse del retiro de Pelé como a Argentina del de Maradona. El mismo período de tiempo incluso. 24 años, cinco mundiales sin llegar a la final. Luego de la eliminación en 1990, con Sebastiao Lazaroni en el banco y un corto paso del crack Falcao durante la Copa América 1991, llego un entrenador con pocos pergaminos, una suerte de Ricardo Caruso Lombardi a la brasileña. Carlos Alberto Parreira compartía la tradición de hombres como Bora Milutinovic o Xabier Azkagorta, de clasificar a selecciones sin historia a Copas del Mundo. Lo hizo con Kuwait en 1982 y con Arabia Saudita en 1990.
Con esa historia detrás, podía imaginarse que el jogo bonito no estaba entre sus prioridades. Plantó para el torneo en Estados Unidos un equipo lleno de volantes centrales y defensores rústicos: Dunga, Zinho, Mauro Silva, Márcio Santos, Aldair, eran algunos de los nombres de aquel campeón. Adelante, se encomendaban a la potencia de Bebeto y la genialidad de Romário. Con un juego pobretón y en la peor final de la historia, levantaron la Copa.
Con Mario “Lobo” Zagallo, en 1998, la cosa mejoró un poco. Lógicamente, se trataba del entrenador del brillante equipo de México ’70, y a la base del campeón se le sumaba la aparición fulgurante de Ronaldo, que en la cita de Francia tenía solamente 21 años. Aunque brilló por momentos, fue claramente superado en la final por el campeón.
En 2002 apareció el nombre principal de la última década de la Selección brasileña: Luiz Felipe Scolari. Una trayectoria con similitudes con la de Parreira, con un inicio en el ascenso y un largo paso por el fútbol árabe. Después de dos grandes campañas, con Grémio y Palmeiras, se ganó el derecho de dirigir al Scratch. Nuevamente, un equipo bastante rústico, pero sazonado con la calidad infinita de Ronaldo, Rivaldo y el joven Ronaldinho Gaúcho. En un torneo extraño, con resultados sorpresivos, logró quedarse con la Copa en la final frente a Alemania.
De vuelta Parreira en 2006, de vuelta un juego pobre, con la mayoría de los nombres del 2002 repetidos y la eliminación antes de la final por primera vez desde 1990. 2010 trajo un nuevo nombre para viajar a Sudáfrica, aunque sin cambiar el estilo. Dunga, aquel recio volante central, capitán en 1994, se hizo cargo y le transmitió su estilo al equipo. Poco se recordará de la verdeamarela que fue eliminada por Holanda aquella vez.
Tras el paso poco exitoso de Mano Menezes, volvió Scolari. Y de local, terminó robándole el partido a Croacia, sufriendo hasta el último instante para eliminar a Chile, matando a patadas a Colombia y tirando la pelota afuera, para terminar recibiendo 10 goles entre la semifinal y el partido por el tercer puesto. El largo suicidio brasileño llevó a esta catástrofe futbolística. Hulk y Fred no son una casualidad. El hecho de que estos tipos trabajadores pero muy poco talentosos sean los delanteros de Brasil hoy, es el resultado de una identidad que lleva 24 años cultivándose y tiene dos responsables centrales: Carlos Alberto Parreira y Luiz Felipe Scolari. Ambos lideraron este último proceso, uno como mánager y el otro como técnico.
Este lunes dejaron su cargo. De esta manera, le dan a Brasil la posibilidad de reivindicar su nombre. El país que más belleza supo darle al mundo adentro de un campo de juego lleva 24 años dedicándose a borrar aquellas páginas gloriosas que había escrito en la historia del deporte rey. Hoy puede pedirnos disculpas a todos los que amamos el deporte más maravilloso. Y volver al toque y la gambeta. Al jogo bonito, que nunca pasó de moda.
Nicolás Zyssholtz – @likasisol
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