Medio Oriente

3 julio, 2014

La ocupación persiste, las colonias no cesan, la muerte tampoco

Por Joaquín Zajac. Un análisis histórico y político del rol de los colonos israelíes en la ocupación de Palestina a propósito del asesinato de tres jóvenes y el bombardeo indiscriminado de Israel sobre Gaza. El fundamentalismo religioso, el impulso por parte del Estado a las colonias y la resistencia palestina como ejes de un conflicto complejo.

Por Joaquín Zajac. Un análisis histórico y político del rol de los colonos israelíes en la ocupación de Palestina a propósito del asesinato de tres jóvenes y el bombardeo indiscriminado de Israel sobre Gaza. El fundamentalismo religioso, el impulso por parte del Estado a las colonias y la resistencia palestina como ejes de un conflicto complejo.

En 1967, poco tiempo después de concluida la guerra de los 6 días que enfrentó a Israel contra el resto de sus vecinos árabes, un grupo de militantes sionistas-religiosos encabezados por quien, años más tarde, sería la cabeza de todo el movimiento colono, Hanan Porat, re-fundaron el asentamiento de Gush Etzión, en los recién ocupados territorios de la Cisjordania. A pocos kilómetros de Jerusalem y de la ciuda palestina de Bethlejem (Belén para el mundo cristiano occidental).

La excusa era que Gush Etzión, había sido un asentamiento durante los días previos a la independencia de Israel de 1948, que había sido destruido y su población masacrada, y que era justo que sus habitantes pudieran volver allí. Parecía que iba a ser el único, o uno de los pocos. Pero no fue así. Gush Etzión fue la primera piedra de una catástrofe geopolítica que dura hasta nuestros días: el movimiento colono religioso.

¿Quiénes son los famosos “colonos” de los que poco se habla en estos días, a pesar de que precisamente, los 3 jóvenes fallecidos provenían de este, el primer asentamiento judío ilegal en territorio palestino?

Los colonos son, dentro del movimiento sionista (ideología nacionalista que dio nacimiento al Estado moderno de Israel, basada principalmente en la creencia de que el judaísmo es una nación, que el suelo que pertenecía previo a 1948 a los árabes bajo mandato británico es suelo de la nación judía y que el Estado de Israel es su Estado legítimo), la parte fundamentalista religiosa, algo así como el “Hamas” de Israel.

A diferencia de los judíos ultraortodoxos, que no reconocen al Estado de Israel, puesto que el único reino judío legitimo para ellos es el que reestablecerá el mesías posteriormente a su llegada, los colonos no solo reconocen a Israel, si no que lo consideran un Estado divino, con la misión de recuperar todas las tierras que Dios prometió a los judíos en el relato bíblico, con el fin de acelerar la llegada de la era mesiánica.

¿Qué tierras son las que se proponen estos sujetos “recuperar”? Haría falta volver un poco atrás en el tiempo, a 1948, cuando la ONU propuso el famoso “plan de partición”, que incluía un Estado judío y uno palestino en el territorio actual de Israel. Los árabes palestinos, en ese entonces, no aceptaron el plan, ya que este otorgaba a los judíos el 57% del territorio, incluso en áreas donde estos no constituían la mayoría demográfica. Luego, en la guerra de independencia de Israel, fueron derrotados, y los territorios de lo que sería el futuro Estado árabe Palestino fueron repartidos entre Israel, Egipto (que se quedó con la franja de Gaza) y Jordania (que se quedó con la actual Cisjordania).

Después de 1967, tras la Guerra de los seis días, los territorios que Egipto y Jordania gobernaban dando a los palestinos amplios márgenes de autonomía, es decir, Gaza y Cisjordania, pasaron a manos de Israel. Allí también fueron ocupadas las alturas del Golán, que Israel arrebató a Siria, y el desierto del Sinaí, que fue devuelto a Egipto en 1978).

Fue en este momento, que los colonos hicieron su aparición. Decidieron que el territorio ocupado por Israel hasta 1967 no era suficiente, que la tierra de Israel (Eretz Israel) abarca todo lo que está entre los ríos Nilo y Éufrates, y que para acelerar la llegada del mesías era necesario ocupar todo este territorio, empezando por estos recientemente ocupados o, según su visión, “liberados” de los árabes.

El Estado, lejos de desalentarlos o combatirlos ha mantenido a lo largo de los años una actitud ambigua, que en los hechos significa un intento de utilizarlos políticamente según sus propios objetivos, menos extremistas, pero igualmente expansivos territorialmente.

Si bien ha desalojado asentamientos puntuales en varias ocasiones y territorios completos en dos oportunidades (el Sinaí en 1978 y de la Franja de Gaza en 2005), en Jerusalén del Este y en Cisjordania el avance de las colonias ilegales ha sido constante y alentada por el Estado que construye directamente nuevos complejos habitacionales. O, de forma indirecta, ofrece ventajas impositivas y subsidios para quienes accedan a emigrar a los asentamientos en territorio palestino.

El movimiento colono, a su vez, no ha dejado de crecer, fortalecerse y diversificarse. Se han constituido como un actor político de peso, capaz de boicotear cualquier negociación de paz y que, hoy por hoy, constituye uno de los principales factores por el cual las negociaciones por el establecimiento de los dos Estados están actualmente trabadas.

Incapaz de desalojar a cientos de miles de colonos dispuestos a resistir con violencia y con el fantasma de una gran guerra civil en puerta, Israel ofrece a los palestinos “Intercambio de territorios”, algo que para estos es difícil de aceptar ya que en muchos casos, los territorios ofrecidos están en áreas desérticas y los entregados, en zonas fértiles o de fácil acceso a agua potable.

El reciente asesinato de los tres adolescentes del asentamiento ilegal de Gush Etzion, si bien repudiable, es otro hecho más que devela el incesante crecimiento en espiral de la violencia y la complejidad de resolución que ha adquirido el conflicto.

Como declarara hace poco el periodista y sociólogo especialista en la región Pedro Brieger, la ocupación militar, el crecimiento incesante de las colonias ilegales y la nula voluntad de Israel de detener a estos colonos, antes bien, el apoyo casi incondicional que ha brindado a este proyecto de expansión y despojo, es sin dudas la explicación principal de estas y todas las muertes que se producen, produjeron y producirán en esos territorios, que legalmente no corresponden a Israel y que políticamente es una insensatez mantener bajo ocupación.

Mucho se escucha sobre Hamas y su accionar, sin dudas reprochable, aunque difícilmente puede haber sido responsable de las 3 muertes recientes, siendo que esta organización no cuenta con fuerte presencia territorial en Cisjordania. Parece más una excusa del Estado para bombardear nuevamente Gaza, que el fruto de una investigación seria sobre los responsables de los hechos. Pero además, como tantas otras veces, volvemos a ver un Estado israelí dispuesto a responder con más violencia militar, que uno capaz de asumir responsabilidades e intentar remediarlas.

La ocupación militar y las colonias ilegales se naturalizan. Se escucha y lee en los medios masivos, una vez más, el nombre Hamas como el diabólico responsable de todo, pero nada escucharemos sobre los colonos, ese lado oscuro del Estado de Israel que algún día habrá de lamentar profundamente.

¿Serán capaces el Estado y el pueblo de Israel en algún momento de asumir que el terrorismo y el fundamentalismo religioso no están solamente de un lado del muro? ¿Y que la violencia y la muerte no son solamente un acontecimiento lamentable que hay que vengar, sino un síntoma con causas históricas y políticas, que hay que asumir plenamente? La historia está abierta, pero ese día parece hoy por hoy, lamentablemente, más allá del horizonte.

 

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