Medio Oriente

25 junio, 2014

El secuestro de Palestina

Desde hace días que el ejército israelí lleva adelante una feroz ofensiva sobre los territorios palestinos con un saldo de 6 muertos y más de 400 detenidos. Es la respuesta a la desaparición de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, aunque las organizaciones palestinas han asegurado no tener nada que ver con el hecho.

Desde hace días que el ejército israelí lleva adelante una feroz ofensiva sobre los territorios palestinos con un saldo de 6 muertos y más de 400 detenidos. Es la respuesta a la desaparición de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, aunque las organizaciones palestinas han asegurado no tener nada que ver con el hecho.

El 12 de junio de este año desaparecieron Naftali Frenkel y Gilad Shaar de 16 años de edad y Eyal Yifrach de 19. Los jóvenes eran colonos israelíes del asentamiento de Gush Etzion, en Cisjordania.

Inmediatamente después, sin presentar una sola prueba, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, afirmó: «Los que llevaron a cabo el secuestro de nuestros jóvenes son gente de Hamas». La organización político-militar palestina respondió a las acusaciones calificándolas como “absurdas” y desligándose del hecho. Sin embargo, las autoridades de Tel Aviv insistieron con su versión.

Fue así que comenzaron una serie de operativos militares en todo el territorio de Cisjordania con el objetivo de encontrar a los jóvenes desaparecidos. Pero en ese camino ya han asesinado a seis palestinos y detenido a otros 400, sin haber avanzado un solo paso en la localización de los adolescentes.

Ante esta situación la cancillería de Palestina emitió un comunicado este domingo donde condenó la desaparición de los tres ciudadanos israelíes pero llamó la atención por el silencio de la comunidad internacional ante las acciones del ejército de ocupación.

“Los asesinatos, heridas, detenciones e incursiones y los sitios de las fuerzas israelíes contra la población palestina equivalen a crímenes de guerra que no solo deben ser condenados, sino que los depredadores deben ser responsabilizados por sus violaciones de la ley internacional”, se afirmó en el comunicado. En el texto se expresó la “incredulidad por el silencio internacional sobre la actual agresión y los crímenes de Israel contra las vidas de la población”.

En este contexto el presidente palestino, Mahmud Abbas, elevó una petición al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), solicitando con carácter de urgencia una reunión extraordinaria para abordar el tema de la reciente agresión israelí. Sin embargo, en simultáneo, y a pesar de la represión, ha aceptado colaborar con las autoridades israelíes en la búsqueda de los jóvenes desaparecidos.

Un secuestro muy oportuno

A fines de abril, las dos principales organizaciones políticas de Palestina, Hamas y Al Fatah (que preside la Autoridad Nacional Palestina -ANP-), firmaron un acuerdo para conformar un gobierno de unidad.

Esto se dio tras los fracasos de las negociaciones de paz con Israel, abriendo un nuevo escenario donde, sin embargo, aún queda mucho por recorrer. Hamas y Al Fatah tienen diferencias históricas que no han sido saldadas y eso supone un proceso de diálogo a largo plazo que se está llevando a cabo.

El gobierno de Netanyahu, como era de esperarse, vio con muy malos ojos este acuerdo por lo que desde entonces ha apostado sistemáticamente a destruir la unidad interpalestina. En ese sentido, la desaparición de los jóvenes le vino casualmente muy bien.

La acusación a Hamas va en este sentido. El ejército israelí no ha realizado detenciones indiscriminadas (no todas al menos). Entre los prisioneros hay muchos militantes de la organización islámica. A esto se suma que el gobierno de la ANP, conducido por Abbas (dirigente de Al Fatah), está obligado por su «compromiso» con la seguridad de Israel a prestar su policía para la investigación y, en algunos casos, la represión. Esta condición le permite seguir recibiendo el apoyo financiero del gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea.

Al Fatah está atado a su estructura burocrática-gubernamental en la ANP que persiste gracias al financiamiento externo de las potencias que, a cambio, le exigen mayores concesiones a Israel. De esta forma se agudizan las contradicciones entre las organizaciones palestinas y alejan cualquier posibilidad de presionar de conjunto para que Israel reanude los diálogos de paz.

La sociedad secuestrada

La noticia de los tres israelíes desaparecidos recorrió el mundo de inmediato. La campaña en Twitter “#Bringbackourboys” (imitación de la nigeriana “Bring back our girls”) se volvió viral y una página de Facebook que incita a “matar un palestino por hora” alcanzó miles de “Me gusta” en pocas horas.

En este aspecto resulta interesante el análisis de Avraham Burg. Este político que fue presidente del parlamento israelí por el Partido Laborista y de la Organización Sionista Mundial, en el año 2003 abandonó el sionismo y desde entonces se ha convertido en un crítico feroz de la ocupación de su país sobre Palestina.

Burg sostuvo en un artículo publicado en el diario israelí Haaretz que “toda la sociedad palestina es una sociedad secuestrada”. Porque como la mayoría de “los israelíes que realizaron ‘servicio importante’ en el ejército, muchos de los lectores de esta columna, o sus hijos, entraron en la casa de una familia palestina en el medio de la noche por sorpresa, con violencia, y simplemente se llevaron el padre, el hermano o un tío, con determinación e insensibilidad. Eso es secuestro y sucede todos los días”.

“¿Qué es todo esto si no es un gran secuestro oficial funcional, nocivo e injusto en el cual todos participamos y nunca pagamos el precio?”, se preguntó. Para Burg “el gobierno israelí cierra todas las puertas de la libertad, huye de todas las negociaciones reales que podrían resolver el conflicto, se niega a hacer gestos de buena voluntad, miente y viola flagrantemente sus propios compromisos, la violencia es todo lo que queda para ellos [los palestinos]”.

Al respecto la activista por los derechos humanos María Landi recordó en un artículo que “ni los 250 presos políticos palestinos que agonizan en cárceles y hospitales de Israel en una prolongada huelga de hambre que comenzó el 24 de abril; ni el total de 5300 prisioneros, 269 de ellos en ‘detención administrativa’ (sin cargo ni juicio por tiempo indefinido); ni el inhumano bloqueo a casi dos millones de personas bombardeadas esporádicamente y encerradas desde hace ocho años en los 350 km2 de la franja de Gaza (la cárcel a cielo abierto más grande del mundo)”, tuvieron tanta difusión como el caso de estos tres jóvenes.

Tampoco produjeron una respuesta mundial las continuas demoliciones de casas dejando sin techo a familias enteras; ni el vandalismo semanal a la mezquita de Al Aqsa (el tercer lugar más sagrado del mundo para el Islam); ni los reiterados informes condenatorios de las principales organizaciones de derechos humanos locales e internacionales. Landi concluye: “Nada ha logrado atraer la atención de los medios y la opinión pública de Occidente sobre la suerte de un pueblo entero (más de la mitad convertido en refugiado) cuyo presente y futuro están secuestrados desde hace más de medio siglo”.

 

Santiago Mayor – @SantiMayor

 

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