Fútbol

19 junio, 2014

Crónica de un viaje al Mundial de Brasil

Por Hernán Aisenberg, desde Río de Janeiro. Después de 4 días de tensión y ansiedad me puedo dar el lujo de sentarme a contar una de las experiencias más fuertes: Vivir un Mundial de fútbol. Como es venir a verlo en vivo, con amigos, de manera gasolera y contando los mangos para llegar.

Por Hernán Aisenberg, desde Río de Janeiro. Después de 4 días de tensión y ansiedad me puedo dar el lujo de sentarme a contar una de las experiencias más fuertes. Vivir un Mundial de fútbol, es siempre una emoción increíble por la pasión que genera el deporte más lindo y más jugado del mundo, pero venir a verlo en vivo, con amigos, de manera gasolera y contando los mangos para llegar lo vuelve más heroico.

Cargamos los bolsos, una carpa, un par de colchones inflables, una heladerita y mucho Ferné y nos mandamos a la ruta. 2500 kilómetros nos esperaban para la primera parada, Río de Janeiro donde la Celeste y Blanca tenía el primer desafío, Bosnia. Para esta banda de locos, el 12 no sólo fue la inauguración de Brasil 2014, sino el inicio de un sueño.

El agua nos retó a duelo, no paró de llover desde el jueves de la salida hasta el sábado de la llegada, pero no nos pudo vencer. Luchábamos contra los vidrios empañados y contra el miedo de que el granizo nos ataque en la mitad de la nada, pero no podíamos parar, teníamos que llegar como sea a nuestro objetivo.

Después de varias horas de conducir paramos en Concepción del Uruguay para despedirnos de la carne argentina, comida que ya extrañamos con locura. Cruzamos la frontera tipo 5 am para evadir colas interminables y nos tiramos a dormir en una estación en medio del campo brasilero de la región gaucha.

La ansiedad y la incomodidad no nos dejó dormir mucho y seguimos camino antes de las 10 am y empezamos a descubrir que la inmensidad de Brasil no se encontraba solamente en las playas sino en todo: autopistas, rutas, campos, montañas, todo. A pesar de la rivalidad deportiva y de que Pelé debutó con un pibe hay que reconocer que Brasil es un país enorme y con mucho para ofrecer.

La llegada se hizo esperar, después de 48 horas sin parar, descansando mientras no nos tocaba manejar o copilotear y pasando por todos los estados de ánimo posible llegamos a Río donde la magia y la pasión argentina no se hizo esperar.

Copacabana teñida de celeste y blanco y de Maradona fue un momento difícil de explicar. Banderazo, la costanera cortada cual piquete del Puente Pueyrredón y la cana que entró a repartir palo y gas pimienta para que el público Argentino deje de ser super argento.

Desde ese momento hasta la hora de partido la euforia del público argentino es imposible de comparar y los temas más recurrentes en banderas y cánticos son Maradona, Messi, la defensa de las Malvinas y las chicanas a Chile, Inglaterra y Brasil.

“Brasil decime que se siente, tener en casa a tu papá, te juro que aunque pasen los años nunca nos vamos a olvidar, que el Diego te gambeteó, el Cani te vacunó, tan llorando desde Italia hasta hoy. A Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer, Maradona es más grande que Pelé”. El hit del Mundial no paró de sonar. En la playa, en el Metro, en la calle, en el Maracaná y en cada rincón de Río de Janeiro.

Párrafo aparte para la complementariedad entre Maradona, Fútbol y Copa del Mundo. El amor eterno de la “Barra quilombera” de Argentina es inexplicable pero eso no alcanza. Hinchas de todo el mundo lo tienen en tatuajes y banderas y se acercan a demostrar que la Nación Maradoniana excede hasta las fronteras argentinas y que todo el mundo lo tiene presente aunque haya jugado su último mundial hace 20 años.

Lo que pasó en el estadio lo vieron todos y todas, se explicó en todos los medios y seguramente se seguirá hablando hasta que juguemos con Irán. La sensación en el público argentino no fue de satisfacción completa a pesar de la victoria, pero por otro lado el gol de Messi le dio la paciencia necesaria para seguir confiando sin que la ilusión nos crea campeones en la primera fecha y que después nos tengamos que ir con las manos vacías.

Mientras tanto, los brasileros, hinchas acérrimos de Bosnia durante todo el día nos quisieron hacer sentir la localía en la cancha y en todos lados, demostrando que están tan expectantes de nosotros como nosotros de ellos o quizá más. La tapa del Olé brasilero el día lunes nos desayunó con “Só Esso?” y debajo una foto de Messi como diciendo “con eso no nos van a asustar”.

Típico estilo de Felipao (el DT brasilero) que suele declararse campeón antes de tiempo y que con Palmeiras en las Libertadores de 2000 y 2001 tuvo que guardarse su pedantería en el bolsillo.

Así son las cosas en la primera semana del Mundial, cuando se completan los primeros partidos de cada Selección. Durante mucho tiempo fui de la idea de que los torneos locales y el picante que le meten las hinchadas argentinas hacen de ese campeonato un evento más místico incluso que el Mundial de fútbol. Sin embargo con este viaje pude descubrir que la mística mundialista lamentablemente no se puede disfrutar por TV y sinceramente creo que toda persona futbolera tendría que tener el derecho de vivir la experiencia mundialista alguna vez en su vida, debería ser un Derecho Humano básico que la Comisión Internacional de Derechos Humanos debería reconocer y defender.

Mientras tanto, por tener la gran oportunidad de vivir esta sensación me siento en la obligación de contarlo y de compartirlo.

 

@Cherno07

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