11 junio, 2014
Un año sin Ángeles Rawson: del femicidio a la violencia mediática y posterior olvido
A un año del femicidio de Ángeles Rawson, un repaso por un caso testigo de violencia de género que fue morbosamente abordado por la mayoría de los medios de comunicación.

A un año del femicidio de Ángeles Rawson, un repaso por un caso testigo de violencia de género que fue morbosamente abordado por la mayoría de los medios de comunicación.
Ángeles tenía 16 años cuando desapareció el 10 de junio de 2013 después de la clase de educación física en el campo de deportes de su escuela, Virgen del Valle. Horas después de que su familia recurriera a los medios para denunciar su desaparición, su cuerpo fue encontrado en la provincia de Buenos Aires por operarios de Ceamse que trabajaban en la clasificación de basura llegada al lugar a través de los camiones recolectores. Se encontraba en una bolsa de consorcio negra, tenía las manos y los pies atados, una soga con varios nudos en el cuello y una bolsa de supermercado en la cabeza. También presentaba lesiones múltiples en el tórax, el cuello y la cabeza, provocadas por la compactadora de la empresa de residuos.
En un primer momento las miradas estaban puestas sobre la familia, pero el único detenido fue Jorge Mangieri, el portero del edificio donde vivía la joven junto a su familia. Los estudios forenses indicaron presencia de perfil genético del portero debajo de tres uñas de la mano derecha de Ángeles, con un 99,9 por ciento de precisión en su dedo índice. Según especialistas, esto sugeriría que ella llegó a arañarlo en clara señal de defensa.
Si bien Mangieri afirmó que esos rasguños en su cuerpo eran debido a una caída por la escalera, el Cuerpo Médico Forense encontró también lesiones paragenitales en los muslos y la ingle de la joven, “compatibles con las observadas en las agresiones sexuales”. Debido a ello, Mangieri será juzgado en los próximos meses por el Tribunal Oral Criminal 9 bajo la imputación de homicidio criminis causa, es decir un asesinato para tapar una tentativa de abuso sexual.
Un caso testigo sobre la violencia mediática
Tal como sucedió también con el asesinato de Candela Rodríguez de apenas 11 años, el caso de Ángeles es un caso testigo para analizar el accionar de los medios de comunicación hegemónicos, en particular sobre qué lugar tienen los derechos de las mujeres, las niñas y las adolescentes en las prácticas periodísticas.
Cuando el cuerpo de Ángeles fue hallado en la basura la conmoción fue enorme. Sin embargo, la primera reacción de los medios fue querer aprovechar el hecho para fogonear el tema de la inseguridad. Algunos, como Radio 10 por ejemplo, salieron en vivo a entrevistar recolectores de basura para preguntarles qué se sentía estar en el ojo de la tormenta, ya que se sospechaba de un recolector de basura. De paso también se aprovechó para reavivar la discusión sobre la mano dura, contra el garantismo, e incluso la cuestión de los registros genéticos para violadores. Aún no había autopsia y ni siquiera se sabía el móvil del crimen, pero María Laura Santillán y Santo Biassatti afirmaban en vivo con caras circunspectas “nos están matando a nuestros hijos y a nuestros nietos”. Hubo casi nulas voces que hablaran del caso como uno de violencia de género (ver «La mataron por ser mujer») .
Y como si todo fuera poco, al otro día el diario sensacionalista MUY publicó las fotos del cuerpo de Ángeles tal como fue hallado en la basura. Mientras que los programas de TV debatían sobre si era pertinente o no la publicación de las fotos, nadie tuvo en cuenta que el artículo 3 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual postula, en su inciso d), que uno de los objetivos de esta norma es “la defensa de la persona humana y el respeto a los derechos personalísimos”. A su vez, la misma ley procura evitar la producción y difusión de imágenes y dichos que menoscaben la dignidad humana o que resulten perjudiciales para la integridad de los niños, niñas y adolescentes. Recordemos que además entrevistaron a compañeros y compañeras de escuela de Ángeles, todos menores de edad, y difundieron sus imágenes sin tapujos en todos los canales, cosa que tampoco está permitida por la ley y que además los expone y los pone en peligro.
Los derechos de Ángeles y su familia se violaron una y otra vez: se tomaron sus imágenes privadas de las redes sociales y se las difundió una y otra vez durante horas y horas de vivo en TV; supuestos psiquiatras desconocidos analizaron el perfil de la víctima sin haberla visto jamás en su vida. Y la morbosidad se disparó alrededor de la autopsia: si fue violada, si no lo fue, si aparecía un patrón genético masculino en la ropa interior o más de uno. Todos detalles que pretendían ahondar en una de las hipótesis del crimen que circuló, la del “crimen sexual”.
Sobre el cuerpo sin vida de Ángeles se volcaron todos los estereotipos de género. Hubo también entrevistas en las que diversos “conocidos” afirmaban que “se portaba bien, no tenía novio, era abanderada, no se drogaba”. Aunque lo más repudiable fue la tapa del diario Crónica en letra de molde amarilla gigante, con la foto de Ángeles y el título “La pista swinger”, especulando con supuestas relaciones entre los padres y el portero.
Los medios no ayudaron a comprender la dramática realidad del femicidio en Argentina. Sólo usaron el asesinato de Ángeles para llenar horas de pantalla y obtener rating, violando diversas leyes y tratados internacionales y haciendo amarillismo.
Un amarillismo que toma lo peor de la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes: donde sus cuerpos son tomados como objetos, para volver a maltratarlos, reducirlos a orificios, recortarlos sin rostro, exhibiéndolos permanentemente como algo que puede ser ultrajado, arrojado y desechado. Lejos de generar conciencia y compromiso, se termina invisibilizando la violencia de género, confundiendo y anestesiando a la sociedad.
Esperando justicia para Ángeles
A un año del femicidio de Ángeles Rawson, la familia no realizará ningún tipo de acto y no tiene pensado hacer declaraciones a la prensa, según adelantó a Télam el abogado de la querella, Pablo Lanusse. El abogado también afirmó que “el dolor para la familia es inmenso. Siguen destrozados y a la espera de que se haga Justicia”.
Jorge Mangeri, el único imputado, espera el juicio que comenzaría en octubre en su celda del penal de Ezeiza, donde cumple su prisión preventiva.
María Paula García – @MariaPaula_71
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