6 junio, 2014
Mentiras light (1)
Qué hay detrás de los productos verdes que invaden las góndolas: estrategias de venta, confusión mediática y poca información confiable.

María Teresa Saguir, en una de las tantas vivistas al supermercado del barrio
Qué hay detrás de los productos verdes que invaden las góndolas: estrategias de venta, confusión mediática y poca información confiable.
La aguja de la balanza negra duda un poco, oscila lento y finalmente se detiene con un golpe seco. “¿Sólo 300 gramos?”, se pregunta sorprendida María Teresa Saguir, una mujer de 57 años que empezó una dieta a base de productos light. Desde el principio, su meta era bajar cinco kilos. Sin embargo, el espejo de la realidad le muestra ahora su lado más oscuro: en el mundo del mercado, las apariencias engañan y las etiquetas, más. ¿Qué tan eficaces son los alimentos que se catalogan como “diet” en las góndolas de los comercios? Ese interrogante le da vueltas en la cabeza mientras se dirige al supermercado. Frente al chango, una vez más, debe optar por invertir o no en su figura.
María Teresa no es la única desorientada respecto a este asunto. Según un informe que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) publicó en 2013, la mayoría de los consumidores no pueden precisar con claridad la diferencia entre qué es “diet” y qué es “light”. El Código Alimentario Argentino (CAA) define a los alimentos “dietéticos” como aquellos «cuya composición ha sido modificada, y que se encuentran destinados a satisfacer necesidades particulares de nutrición y alimentación de determinados grupos poblacionales. Por este motivo, no necesariamente son productos reducidos en su valor calórico”. “Light”, en cambio, son los “alimentos que cumplen las condiciones de ´bajo´ o ´reducido´ en un 25% en el contenido energético y/o en el nutriente declarado”. A la vez, el informe oficial distingue: “Que un alimento sea ‘light’ no significa que sea reducido en calorías; inclusive, su valor calórico puede ser igual o mayor”. El ejemplo que menciona ese documento es el de las galletitas reducidas en grasa que cumplen con los requisitos para ser “light en grasas” respecto de las tradicionales, pero el valor calórico es casi siempre igual o superior porque tienen un mayor porcentaje de hidratos de carbono. Finalmente, la ANMAT aclara en el escrito que “Los productos ´light´ no siempre ayudan en un plan de descenso de peso, e incluso pueden aportar azúcares o grasas en cantidades no despreciables”.
Encontrar productos light que cumplan con las normas establecidas y sean claros al especificar qué componente se redujo en el alimento se vuelve una misión imposible para el consumidor que en la mayoría de los casos desconoce los rótulos y las leyendas que figuran al dorso de las etiquetas. En ese sentido, el dueño de la sucursal de Munro del supermercado Jardín, Alfredo Pérez, cuenta: “Las indicaciones en los envases son ilegibles, complejas, nadie las mira”. Además, se suma un factor determinante: la falta de tiempo que tienen las personas en la actualidad para examinar críticamente la composición de los alimentos que van consumir. Alfredo dice que la gente compra lo que ve publicitado por la televisión y no miran lo que dice el packaging del producto. “Solo quieren entrar, comprar e irse a su casa”, comenta el comerciante. Además, el orden en góndola tiene que ver con directivas movidas por otros intereses, no estéticos, sino económicos. “Los productos tienen que estar ubicados según lo que te manda la grilla de la cadena Jardín, nosotros no decidimos donde van”, afirma Pérez.
En el 2009 se sancionó la Ley 26588, reglamentada por el Decreto 528/11 en el 2011, que obliga a las empresas a incluir en el envase de sus productos una etiqueta con un logo autorizado, con el fin de que las personas celíacas puedan diferenciar fácilmente los alimentos libres de gluten. Pero para las comidas y bebidas light no existen normas de seguridad. Si bien desde el Servicio de Alimentos Especiales del Instituto Nacional de Alimentos (INAL) explican que “los productos importados y los de elaboración nacional deben cumplir con las exigencias del CAA en cuanto a composición, que incluye los aditivos y el rotulado”, desde las oficinas confirmaron que no existe un registro de los productos que se ofertan en las góndolas.
Otro aspecto importante, según el CAA, es que los productos deben tener una “declaración de aditivos alimentarios en la lista de ingredientes”, con “la función principal o fundamental del aditivo en el alimento, y su nombre completo, o su número INS (Sistema Internacional de Numeración, CODEX ALIMENTARIOS FAO/OMS), o ambos”. Los aditivos, son todas las sustancias que se agregan a los alimentos, “sin el propósito de nutrir, con el objeto de modificar las características físicas, químicas, biológicas o sensoriales de un alimento”, y deben ser “declarados después del resto de los ingredientes”.
Pero no llama la atención que las firmas no cumplan con la información necesaria para que el consumidor pueda hacer una elección consiente. El 30 de julio del 2010, a raíz de una denuncia realizada por un diabético, según la cual “el rótulo del dulce de leche marca ´Ser´ le resultaba engañoso dado que el producto poseía la leyenda DIET y entre los ingredientes figuraba sacarosa en vez de azúcar y por otra parte debajo de la tapa de aluminio, declaraba que el producto tenía azúcar”, ANMAT decidió multar a la firma MASTELLONE HNOS y al supermercado AUCHAN ARGENTINA S.A. que la vendía. La sanción fue de 20 mil pesos a la empresa y 10 mil a la cadena, un castigo mínimo para el poder adquisitivo de ambas.
Irupé Almude – @irupeyamila
Verónica Del Vecchio – @verodelvecchio
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