3 junio, 2014
Franz Kafka, después de un sueño intranquilo…
Un 3 de julio de 1883 en la ciudad de Praga nació uno de los más influyentes escritores de la historia: Franz Kafka. En apenas 40 años de vida, con sólo tres novelas (que en vida no consideró dignas de publicación) y una significativa cantidad de relatos cortos, signó a toda la literatura del siglo XX.

Franz Kafka nació un 3 de julio de 1883 en la ciudad de Praga, entonces parte del Imperio Austrohúngaro, en el seno de una familia judía originaria de Bohemia. Ern comerciantes que se codeaban con la alta sociedad praguense.
Cursó sus estudios secundarios en el riguroso Instituto de Enseñanza Media Imperial Real. Luego de diversos intentos universitarios (Química, Historia del Arte, Filología Alemana) finalmente cedió a las presiones de su padre, una figura central en toda su literatura, y comenzó la carrera de abogacía, graduándose en 1906. Durante sus estudios superiores conoció a Max Brod, quien además de ser su mejor amigo se convertiría en su editor y biógrafo, además del albacea de su obra literaria inédita que Franz quería condenar a las llamas.
Después de recibirse realizó un año de servicio obligatorio en tribunales civiles y penales y luego comenzó a trabajar en una agencia italiana de seguros de accidentes laborales (Assicurazioni Generali), en la que inició su proceso como escritor de manera regular. Tras abandonar ese empleo en 1908, consiguió un trabajo en el Instituto de Seguro de Accidentes de los Trabajadores del Reino de Bohemia, en el que permaneció hasta su jubiliación anticipada en 1922.
Fue en aquellos años que empezó a publicar algunos de sus relatos, recopilados en Contemplación (1912), donde reunió 18 de sus cuentos. En 1913 escribió su libro inicial Consideración y en 1915 el famoso relato La metamorfosis. En 1917 se le diagnosticó tuberculosis, lo que lo obligó a mantener frecuentes períodos de convalecencia. En 1919 terminó los 14 cuentos fantásticos que componen Un médico rural.
La vida de Franz estuvo también signada por su difícil relación con las mujeres (cinco intentos de matrimonio fallidos dan cuenta de ello) y por una complicada vida interior, que ha recibido diversas etiquetas psicológicas. En sus cuadernos íntimos habla de “demonios”, “derrumbamiento”, “embates”, “desamparo”, “persecución”, “soledad”, “asalto a las últimas fronteras terrenales”, “agobiante observación de uno mismo” y muchas otras expresiones que aluden a un mundo oscuro y desconcertante.
De esos conflictos, de la presencia de un padre autoritario y de sus tenaces meditaciones sobre las “misteriosas misericordias”, declaró el propio Kafka que procedía toda su obra, incluyendo su célebre Carta al padre, nunca publicada en vida.
En verdad, si Max Brod hubiera compartido la mirada hipercrítica de Kafka respecto de su obra y cumplido con el testamento de su amigo de destruir todos sus manuscritos, habría desaparecido la mayor y mejor parte de la obra de Kafka: especialmente las novelas El desaparecido (inconclusa, conocida habitualmente como América), El proceso y El Castillo (también inacabada).
La compañera final de Kafka, Dora Diamant, guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, incluyendo 20 cuadernos y 35 cartas, hasta que la Gestapo los confiscó en 1933. Actualmente prosigue la búsqueda de los papeles desaparecidos de Kafka a escala internacional.
Su obra, llena de arquetipos sobre la alienación, la brutalidad física y psicológica, de conflictos entre padres e hijos, laberintos de burocracia y transformaciones místicas, ha recibido múltiples interpretaciones.
Pero, antes de leer a los interpretadores, es mejor elegir un buen libro de Franz e introducirse por cuenta propia en un mundo extraño, mágico, burocrático, a veces absurdo, violento y pesadillesco… en fin, kafkiano.
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