Economía

30 mayo, 2014

¿Siempre nos quedará París?

El gobierno argentino alcanzó un acuerdo con el Club de París para pagarle al grupo de países acreedores la deuda de 9700 millones de dólares. El detalle del acuerdo alcanzado entre el equipo económico y los países acreedores, su relación con la actual coyuntura económica y el rol del endeudamiento externo.

El gobierno argentino alcanzó un acuerdo con el Club de París para pagarle al grupo de países acreedores la deuda de 9.700 millones de dólares. El detalle del acuerdo alcanzado entre el equipo económico y los países acreedores, su relación con la actual coyuntura económica y el rol del endeudamiento externo.

Finalmente, tras unas largas 17 de horas de negociación, Argentina alcanzó un acuerdo para pagarle al Club de París la deuda de 9.700 millones de dólares, que se mantiene con el grupo de países acreedores desde el default de los años 2001/2002. El encargado de llevar adelante las negociaciones fue el ministro de Economía, Axel Kicillof, junto al secretario de Finanzas, Pablo López, el coordinador de la Unidad de Reestructuración de Deuda, Adrián Cosentino y el embajador ante la Unión Europea, Hernán Lorenzino. Del otro lado, presidía el encuentro Ramón Fernández, presidente del Club de París.

El detalle del acuerdo, según el informe difundido desde el Ministerio de Economía, indica que Argentina se compromete a pagar la totalidad de la deuda al día 30 de abril de 2014, sin quita y en un plazo de 5 años. En este sentido, se realizará un pago inicial de 650 millones de dólares en julio de este año y otro de 500 millones en mayo de 2015.

Los intereses de capital serán del 3% anual durante estos 5 años y, en caso de no poder concretarse el pago en el plazo estipulado, estos intereses aumentarían un 1% anual. Por otro lado se fija un monto mínimo que Argentina debe abonar año a año, mientras los países integrantes del Club se comprometen a realizar inversiones en el país.

El fin de las negociaciones con este grupo de países llega tras varios meses de encuentros y reuniones tanto formales como informales, en las que se fueron incluyendo diferentes puntos sobre los cuales no había acuerdo. Entre ellos el monto inicial de pago, que para el Club debía ser de entre 1000 y 2000 millones de dólares, mientras Argentina pretendía que fuera de 250 millones. Por otro, la cuestión en torno a la participación del FMI en las negociaciones. Desde el equipo económico se quería evitar la supervisión del Fondo y se sostenía para ello que el organismo multilateral de crédito no podía tomar cartas en el asunto, en tanto Argentina ya había cancelado la deuda que mantenía con dicha institución. Al resolverse estas cuestiones, el acuerdo se pudo destrabar, pese a la posición más dura de algunos integrantes del Club de París, como Alemania y Japón, quienes concentran el 60% del total de la deuda, seguidos por Francia, Italia y España.

La deuda que Argentina mantiene con el Club de París, se remonta a las obligaciones de pago contraídas principalmente por la última dictadura militar. El gobierno de facto contrajo deuda para la compra de armas y  la realización de obras de infraestructura, como un gasoducto en la provincia de Mendoza, que nunca llegaron a concretarse y significan el 90% del capital adeudado al día de hoy.

Gobiernos posteriores como el de Alfonsín y Menem también sumaron sus deudas, principalmente mediante la vía de tomar crédito para cancelar intereses y obligaciones de pago más antiguas El último gobierno en pedir dinero a este grupo de países acreedores fue el de Fernando de la Rúa, al lanzar el entonces ministro de Economía, José Luis Machinea, el blindaje. Para el año 2001, en el fin de la convertibilidad, la deuda con el club de París ascendía a los 1.879 millones de dólares.

Llegó la crisis del 2001 y la entrada en default de Argentina. Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, bajo la llamada “política de desendeudamiento” se reabrieron las negociaciones con el FMI primero, y con el Club de París después. En relación a este último, las negociaciones datan de 6 años atrás con dos visiones económicas diferentes. Durante el primer mandato de Cristina Fernández, y con Amado Boudou como ministro de Economía, se intentó pagarle al Club de París en efectivo, utilizando las reservas de libre disponibilidad del Banco Central, mediante la resolución 1394/08. En ese momento, la deuda alcanzaba los 6.700 millones de dólares. La llegada de la crisis financiera internacional dejó de lado esta opción. Con el recambio ministerial de noviembre pasado, y la llegada de Axel Kicillof al Palacio de Hacienda, las negociaciones con el Club tomaron mayor presteza, sin embargo la estrategia ya era diferente, un primer pago en efectivo, y luego pagos anuales refinanciados.

El acuerdo cerrado en la madrugada argentina del jueves mostró conformidad no solo dentro del kirchnerismo, sino también en la oposición y en sectores del establishment. En este sentido por ejemplo Aldo Pignanelli, ex director del Banco Central y economista vinculado al massismo, sostuvo que el acuerdo con el Club de París deja “un buen escenario para el próximo presidente». El ex secretario de Finanzas durante el menemismo, Daniel Marx, también se mostró favorable al acuerdo, al igual que la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de Comercio (CAC) y los bancos extranjeros nucleados en la Asociación Argentina de Bancos (ABA), quienes señalaron que este acuerdo “constituye un paso importante en el proceso de normalización de las relaciones financieras internacionales de la Argentina”.

El acuerdo alcanzado con el Club de París se inscribe dentro de la nueva coyuntura económica que se le abre al gobierno nacional desde el año pasado y que obligó entre otras cosas al recambio ministerial de noviembre último. Con la asunción de Axel Kicillof en Economía y Juan Carlos Fábrega en el Banco Central, se produjo una redefinición de la estrategia por parte del gobierno nacional, buscando cambiar el rumbo errático del anterior equipo económico y superar las tensiones acumuladas tanto en el frente externo –déficit energético, aumento de importaciones-, como en el ámbito local –principalmente la aceleración inflacionaria a partir del año 2008-.

El gobierno busca con estos cambios tratar de superar de la forma más holgada posible la actual coyuntura, para llegar con oxígeno a 2015. Se arregló en los tribunales del CIADI, se le pagó a Repsol por la expropiación del año 2012, se recortaron los subsidios y se presentó el nuevo índice inflacionario. En el medio de esta historia, durante el verano se convalidó la devaluación exigida por los grandes grupos económicos, que expresó en ultima instancia la incapacidad del gobierno para contener las presiones devaluacionistas.

Los planteos realizados por el equipo económico tanto en el CIADI como en el Club de París, para que los acuerdos alcanzados contengan también inversiones productivas en el país, pretenden estabilizar el frente externo, que aun hoy mantiene una situación delicada.

En este camino la deuda externa sigue siendo un elemento fuertemente condicionante de las decisiones tomadas en política económica. Si bien el desendeudamiento de años anteriores redujo la relación deuda/PBI, contribuyó a la sangría de divisas posterior. Con el acuerdo alcanzado en la madrugada del jueves la pregunta vuelve a ser si es posible pagar la deuda en el plazo acordado de 5 años, o se volverá necesario tomar nueva deuda y refinanciar la existente, reiniciando a su vez el ciclo de endeudamiento.

 

Leandro Navarro – @navarro_lean

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