El Mundo

18 mayo, 2014

Islas Diomedes, donde empieza y termina el mundo

En el mar de Bering se encuentran las Diómedes. Dos islas, de un lado Rusia y del otro Estados Unidos. Las separan solo 3,7 kilómetros de distancia, pero 21 horas de tiempo. Bienvenidos al lugar del mundo donde en minutos se puede perder o ganar un día de vida.

En el mar de Bering se encuentran las Diómedes. Dos islas, de un lado Rusia y del otro Estados Unidos. Las separan solo 3,7 kilómetros de distancia, pero 21 horas de tiempo. Bienvenidos al lugar del mundo donde en minutos se puede perder o ganar un día de vida.

El estrecho de Bering es el lugar donde los continentes de Asia y América se encuentran más cerca. Se estima que por allí, en la era del hielo cuando el estrecho estaba congelado, llegaron habitantes desde Rusia a la actual región de Alaska. Cuando la era glaciar terminó, el hielo dejó lugar al océano.

Estrecho de BeringSin embargo dentro del estrecho de Bering, entre el mar de Chukchi y el mar de Bering, se encuentran las Islas Diómedes. La isla occidental, conocida como Diómedes Mayor, Imaqliq, Nunarbuk o Ratmanov, pertenece a la Federación Rusa, mientras que la isla oriental, Diómedes Menor, Krusenstern o Inaliq, pertenece a los EE. UU.

Estas dos formaciones rocosas están a tan solo 3,7 kilómetros de distancia y, en invierno cuando el mar se congela, se puede cruzar de una isla a la otra caminado. Es el único lugar del mundo donde se puede pasar de Asia a América por tierra.

El telón de hielo

Durante la Guerra Fría (1945 – 1991), cuando el mundo entero se dividía por el Muro de Berlín, las dos superpotencias enfrentadas tenían una única frontera. Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraban a 3,7 kilómetros de distancia en el medio del Pacífico. Los misiles intercontinentales que amenazaron con destruir el mundo durante décadas podían ser reemplazados con un enfrentamiento a piedrazos desde una isla a la otra.

Allí, pegándole la vuelta al mundo desde Berlín, se encontraba el “Telón de hielo”. Las poblaciones nativas de las Islas Diómedes tenían prohibido interactuar entre ellas y cruzar de un lado a otro. No podían ni siquiera intercambiar información.

Diomede menor 2
El poblado de Diomede en la isla Menor donde actualmente viven 170 personas

Para evitar complicaciones, la Unión Soviética retiró a la población de la Diómedes Mayor y la trasladó al continente reemplazándola por una pequeña base militar que hoy está abandonada. Del lado estadounidense se mantuvo el poblado de Diomede, perteneciente al Estado de Alaska, donde actualmente viven 170 habitantes.

En la mudanza soviética decenas de familias nativas, que habitaban las islas desde hacía siglos, fueron separadas para siempre y nunca se volvieron a ver, ni siquiera a la distancia que separa las Diómedes.

En el año 1987 la norteamericana Lynne Cox cruzó nadando los escasos kilómetros de agua del estrecho entre las dos islas con la intención de mostrar un acercamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Su audacia fue celebrada por ambos gobiernos.

Pero lo más sorprendente no fue eso, sino que Cox había comenzado a nadar a la 1 de la tarde del 7 de agosto y había llegado a la otra orilla a las 12 del mediodía del 8 de agosto, a pesar de que solo había estado en el agua durante dos horas y seis minutos.
Y aquí radica quizás el dato más interesante de esta historia.

Un viaje en el tiempo

Entre las Diómedes pasa no sólo la frontera que separa Rusia y EE.UU. sino también la línea internacional de cambio de fecha. La diferencia horaria entre una isla y la otra es de 21 horas por lo que, mientras en la Diómedes Mayor comienza el día, en la Menor apenas son las 3 de la mañana del día anterior.

Suponiendo que la Diómedes Mayor todavía estuviera habitada, una persona podría festejar el Año Nuevo allí, caminar durante 10 minutos por el tramo de mar congelado, llegar a la isla Menor, dormir, y prepararse todo el día para otra celebración de Año Nuevo, otra vez.

¿Cómo es esto? Bueno, resulta que en 1884 una convención de geógrafos estableció los usos horarios de todo el mundo. Allí se definió que el meridiano de Greenwich, ubicado en Inglaterra, sea el meridiano 0°. En ese momento se estableció también el antimeridiano o meridiano 180° como la Línea Internacional de Cambio de Fecha. La razón para elegir este meridiano como el empalme final del mundo es que atraviesa zonas oceánicas prácticamente despobladas.

Se dividió el planeta en 24 bandas verticales de 15º de longitud partiendo del meridiano 0. Hacia el oriente se restaría una hora por cada meridiano y hacia occidente se iría sumando una. Sin embargo, en el caso de la línea del meridiano 180°, esta va en zigzag porque debe adaptarse a las decisiones horarias de cada Estado.

Diomede menor 3 invierno
En invierno, el estrecho entre las dos islas se congela y se puede cruzar a pie de un lado a otro

Así resultó ser la historia de Samoa, que en el año 2011 realizó un cambio drástico en su calendario. Perdió un día para acercarse al horario semanal de Nueva Zelanda y Australia, países con los que tenía más relaciones comerciales. Antes de hacer su traslado en el tiempo se solían perder dos días de negocios, pues cuando en Samoa era viernes, en Nueva Zelanda y Australia era sábado. Y a las horas del domingo en las que los samoanos iban a playa, en Sidney y Wellington ya era lunes y sus habitantes estaban de vuelta en el trabajo.

De ser, junto con Hawái, uno de los últimos lugares en recibir el año, se volvió uno de los primeros. Esto generó algunos problemas e indignación en sectores de la población porque perdieron un día de su vida. Allí, desde entonces, la comunidad judía celebran el Sabbat el domingo y no el sábado como dicen las escrituras. Antes de Samoa, otras poblaciones como Tonga y Fiji habían cambiado ya de hemisferio y de día, realizando igualmente el viaje al otro extremo del mundo sin moverse de su sitio.

Pero volvamos a las Islas Diómedes. Allí no hubo modificación y entre una isla y la otra hay 3,7 kilómetros pero 21 horas de diferencia. En este alejado y olvidado rincón del mundo uno puede pararse en la isla Menor y mirar a través del estrecho para contemplar el mañana. Mientras que desde la Diómedes Mayor se puede observar como el ayer todavía sucede.

Durante años ha habido planes para construir puentes o túneles que unan los dos continentes. Sin embargo por distintos motivos económicos y burocráticos nunca se han llevado a cabo. Si esto algún día sucederá, no lo sabemos, mientras tanto las dos islas estarán tan cerca en la geografía como lejos en el tiempo. Un día de historia las separa.

 

Santiago Mayor – @SantiMayor

 

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