15 mayo, 2014
¡Traigan de vuelta a nuestras chicas!
Por María Paula García. Al cumplirse un mes del secuestro de más de 200 jóvenes nigerianas, hecho dado a conocer a nivel internacional por las propias familias, las negociaciones por su liberación se dilatan. Y una vez más, las mujeres quedan convertidas en moneda de cambio para dirimir los conflictos políticos. Qué hay detrás del accionar del grupo terrorista que llevó adelante los secuestros y de las lágrimas de los poderosos de Occidente.

Por María Paula García. Al cumplirse un mes del secuestro de más de 200 jóvenes nigerianas, hecho dado a conocer a nivel internacional por las propias familias, las negociaciones por su liberación se dilatan. Y una vez más, las mujeres quedan convertidas en moneda de cambio para dirimir los conflictos políticos. Qué hay detrás del accionar del grupo terrorista que llevó adelante los secuestros y de las lágrimas de los poderosos de Occidente.
Cerca de la medianoche del 14 de abril, un grupo integrado por hasta 200 hombres armados a bordo de motocicletas y camiones, llegó al internado público de Chibok, en el noroeste de Nigeria, e inició un tiroteo con una pequeña cantidad de policías y soldados presentes en el lugar. Superados en número y en fuerza, los policías y soldados terminaron huyendo poco después. Los atacantes entraron al instituto público femenino y secuestraron a más de 200 estudiantes de entre 16 y 18 años de edad. A horas del violento episodio, el grupo armado Boko Haram se adjudicó los secuestros a través de un video difundido ampliamente en los medios y redes sociales.
Si bien los secuestros se produjeron a mediados de abril, fue recién los primeros días de mayo que la noticia alcanzó difusión internacional. Y los hechos se conocieron gracias a las propias familias de las víctimas, quienes ante la indignación por la nula respuesta del gobierno y por la poca reacción de los medios locales, recurrieron a las redes sociales para lograr llamar la atención de la comunidad internacional lanzando el hashtag #BringBackOurGirls (Traigan de vuelta a nuestras chicas).
Amnistía Internacional por su parte emitió un comunicado en el cual denuncia que el gobierno recibió advertencias previas sobre el asalto armado y no hizo nada para evitarlo.
Un mes después, la campaña que empezó en redes sociales logró finalmente llamar la atención de artistas, deportistas, activistas y también políticos. Y del mismo modo generó debates, posicionamientos y acciones por parte de la ONU, el Vaticano y potencias mundiales como Estados Unidos, Francia e Inglaterra entre otras.
¿Por razones religiosas?
Efectivamente, las declaraciones del grupo armado Boko Haram estremecen con sólo escuchar hablar a su líder, Abubakar Shekau. No sólo amenazó con vender a las jóvenes como esclavas sexuales, sino que agregó que las violarían cotidianamente. Los testimonios de algunas que lograron escapar aportaron más datos sobre el infierno en el que estuvieron sometidas.
En un inicio el mismo líder del grupo atribuyó el secuestro a su ferviente oposición a que las mujeres nigerianas sean educadas en los valores y tradiciones occidentales, poniendo a Alá y al islamismo como banderas. Mediante el castigo al cual las sometería les haría pagar el haberse corrido de su verdadero rol de esposas y madres, según su propia interpretación del Corán.
Como bien explica el artículo ¿Qué es Boko Haram, el grupo nigeriano que secuestró 200 mujeres? publicado en este mismo portal, el repudiable secuestro es apenas un terrible episodio más del conflicto armado que se vive en Nigeria y que ya ha provocado miles de muertos. Diversos organismos de derechos humanos advierten que la ola de secuestros es un fenómeno más reciente, una respuesta a las represalias del gobierno, que fue el primero en utilizar esa vía como arma de guerra.
Precisamente, el ejército detuvo en diciembre de 2011 a un centenar de esposas e hijos de los dirigentes más conocidos del grupo. Y una de las primeras detenidas fue la esposa de Shekau, junto a su hijo de siete meses.
Luego de un mes, la situación ya no pasa por las razones esgrimidas inicialmente, sino por la oferta de intercambiar a las jóvenes secuestradas por prisioneros encarcelados por el gobierno. Incluso el mismo Shekau afirmó que no hay ningún problema en intercambiarlas por prisioneros, ya que en definitiva no las ha convertido al Islam.
¿Enfrentamiento civilizatorio?
No es la primera vez que grupos armados utilizan sus interpretaciones de los valores islámicos para legitimar sus atrocidades. Y tampoco es una novedad la fuerte tergiversación política y mediática que desde Occidente se hace de todo ello, aprovechando para tratar de imprimirle al Islam una naturaleza fanática e intolerable y destilar racismo y xenofobia.
Las violaciones a los derechos humanos, sobre todo de las mujeres, lejos de ser una cualidad propia del Islam, ha sido históricamente una práctica frecuente por parte de los sectores más conservadores y reaccionarios de todas las principales religiones, y también de todos los principales gobiernos del mundo. Y lo continúa siendo.
Es por ello que, más allá de los análisis, lo cierto es que no estamos ante ningún conflicto civilizatorio, ni mucho menos. Estamos ante un conflicto político, económico y social donde sin duda se juegan cuestiones religiosas. Y en donde, por enésima vez, las vidas y los cuerpos de mujeres han sido convertidos en moneda de cambio o en botín de guerra.
Prácticamente todas las organizaciones y líderes mundiales alzaron la voz para repudiar el hecho: desde la ONU y el Vaticano pasando por los gobiernos de las potencias más importantes. Se ofrecieron recursos militares, se derramaron lágrimas y se publicaron fotos en las redes sociales pidiendo la liberación de las jóvenes nigerianas. Hilary Clinton pidió por Twitter que se les respete su derecho a estudiar, Michelle Obama posó consternada con el cartel Bring Back Our Girls y James Cameron manifestó indignado su horror ante tremenda barbarie.
Mientras todo eso sucede, las más de 200 jóvenes nigerianas permanecen secuestradas y son exhibidas en sucesivos videos como elemento de presión. Si bien el gobierno se había manifestado firme en no negociar con los secuestradores, en las últimas horas, seguramente empujado por la presión internacional, dejó trascender que estaría dispuesto a hacerlo.
Todas a casa
Las horas son decisivas y es fundamental que se instrumenten todos los pasos necesarios para que cada una de las jóvenes sea liberada y retorne sana y salva a su hogar. Sin duda esa debe ser la prioridad. Y en paralelo, sería indispensable que todas las organizaciones y líderes políticos mundiales asumieran este caso como ejemplo de lo que no puede seguir sucediendo y tomaran la decisión de empezar a cambiar las cosas que están al alcance de sus manos.
Sería una gran decisión política que la ONU terminara por fin con los casos de violación, pedofilia y trata de mujeres y niñas de los cuales han sido y siguen siendo responsables sus cascos azules en todo el mundo, empezando por Haití, que es uno de los últimos casos. O que el propio papa Francisco decidiera entregar a la justicia ordinaria a todos los curas pedófilos y abusadores desde siempre amparados por el Vaticano.
Lo mismo le cabe a las potencias europeas, en cuyos países se encuentran los prostíbulos donde son explotadas sexualmente las miles de nigerianas que escapan de los conflictos en su país. Y al Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, jefe de un ejército de soldados que no sólo siguen cometiendo crímenes sexuales en cuanta base militar norteamericana han plantado por el mundo, sino que además los perpetran hacia las mujeres de sus propias filas. Y por último, quizá Michelle Obama pudiera hacer algo también para liberar a las miles de mujeres y niñas prostituidas y esclavizadas en los prostíbulos del sur de su país por redes de trata.
Quizás así regresarían todas sanas y salvas. Las jóvenes nigerianas en primer lugar, y con ellas los millones de mujeres y niñas esclavizadas y ultrajadas por el poder.
@MariaPaula_71
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