9 mayo, 2014
Duro documento de la Conferencia Episcopal Argentina
Este viernes se dio a conocer una declaración de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina titulado “Felices los que trabajan por la paz”. Allí se hace una crítica la “violencia cada vez más atroz” y el “cáncer social” de la corrupción.

Este viernes se dio a conocer una declaración de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina titulado “Felices los que trabajan por la paz”. Allí se hace una crítica la “violencia cada vez más atroz” y el “cáncer social” de la corrupción.
Tras su plenario número 107, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que nuclea a la jerarquía de la Iglesia Católica nacional, emitió como es costumbre un documento con su mirada sobre la coyuntura actual.
La declaración se titula “Felices los que trabajan por la paz” y hace eje principalmente en la violencia y la corrupción. En gran parte reproduciendo el discurso mediático que refuerza un sentido común que muchas veces no se condice con la realidad.
“Los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad», afirma el documento de la CEA que parece obviar las estadísticas que demuestran que el delito se mantiene estable o ha disminuido en el país. Sin embargo los obispos aseguran que la sociedad está “enferma de violencia” y que esta es “una violencia cada vez más feroz y despiadada que provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio”.
Curiosamente el documento no habla del único índice que si ha ido en aumento: los femicidios. Mientras los homicidios y los delitos contra la propiedad no han variado en los últimos años, los hechos de violencia de género han aumentado llegando a producirse 14 por hora.
Pero continuando con la declaración de la CEA, se destaca que en este estado de violencia “es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena». Nuevamente se refuerza un estereotipo que liga la droga al delito pero obvia el problema del narcotráfico conducido por grandes empresarios y no por personas de los sectores populares.
Sin embargo, cabe destacar que luego de reproducir un discurso instalado sin sustento real, los obispos destacaron que «no se puede responsabilizar y estigmatizar a los pobres por ser tales. Ellos sufren de manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos aunque no aparezcan de modo destacado en las noticias».
En el mismo sentido remarcaron que resulta necesario “ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros».
Del mismo modo se hicieron eco de que gran parte de las personas detenidas en nuestro país no han sido juzgados o no tienen sentencia firme: «Nos duele y preocupa que casi la mitad de los presos no tenga sentencia».
Finalmente retomaron el discurso habitual de los grandes medios y, en una clara alusión al gobierno Nacional, afirmaron que en nuestro país «se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad». Esto alimenta en la población «el enojo y la indignación». Pero obviamente plantearon que «de ninguna manera» esto justifica «respuestas de venganza o la mal llamada justicia por mano propia». Esa responsabilidad, según la jerarquía de la Iglesia, recae en «la lentitud de la Justicia” que “deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia».
Por último hablaron de la “corrupción, tanto pública como privada, es un verdadero cáncer social, causante de injusticia y muerte”. Al final de este punto mencionan, al pasar, la trata de personas como una resultante de esta problemática, junto al tráfico de drogas y los desarmaderos de autos.
El documento finaliza con alusiones al papa Francisco y la Virgen de Luján y un llamado «a seguir siendo instrumentos de paz. Exhortamos particularmente a la dirigencia a desarrollar un diálogo que genere consensos y políticas de Estado para superar la situación actual».
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