Fútbol internacional

8 mayo, 2014

Obdulio Varela: rocanrol y bandoneón

El Negro Jefe, nacido un 20 de septiembre de 1917, fue el capitán y líder del Uruguay del Maracanazo, campeón en Brasil en 1950. Símbolo de la garra charrúa, es recordado también por empatizar con la tristeza local tras la derrota. Luego de su retiro, desapareció de la vida pública y murió en silencio, despreciado por la dirigencia del fútbol oriental.

El Negro Jefe, nacido un 20 de septiembre de 1917, fue el capitán y líder del Uruguay del Maracanazo, campeón en Brasil en 1950. Símbolo de la garra charrúa, es recordado también por empatizar con la tristeza local tras la derrota. Luego de su retiro, desapareció de la vida pública y murió en silencio, despreciado por la dirigencia del fútbol oriental.

«Cómo dice el Negro Jefe. Los de afuera son de palo, que comience la función», canta Jaime Ross en su canción «Cuando juega Uruguay». En el video promocional del año 92, el cantante charrúa sale al Estadio Centenario de Montevideo por el túnel con la camiseta número 5. El otro protagonista de ese clip es el verdadero dueño de esa casaca, Obdulio «El Negro Jefe» Varela aparece mirando a un grupo de gurises jugando en el césped del estadio uruguayo.

En el Mundial de 1950, el campeón del torneo no se decidía en un partido único como en la actualidad. Era una fase final de cuatro equipos en una ronda de todos contra todos. Suecia, España, Uruguay y el local Brasil lucharon por el campeonato. El anfitrión del torneo jugó los primeros dos partidos contra los europeos ganando ambos cotejos y convirtiendo 13 goles (7 a Suecia y 6 a España), Uruguay empató con los ibéricos y le ganó por 3-2 a los escandinavos llegando al último partido con Brasil aspirando al campeonato. Aunque nadie -a excepción de un hombre- pensara que era posible.

15 de Julio de 1950, por la noche. Los dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol que acompañaban a la delegación de jugadores se presentan en el hotel para hablar con el plantel. Mantienen una reunión de protocolo, los felicitan por el torneo hecho y les dicen que si al otro día caían derrotados por menos de cuatro goles su papel frente al campeón en los papeles habría sido digno. En la mañana siguiente, emprenderían el viaje de regreso a la República Oriental sin asistir a lo que ellos pensaban, sería la consagración brasilera por primera vez en la historia.

«Asomando por el túnel, dominando la emoción. A la cancha la Celeste, a las páginas de gloria. Escalón por escalón».

Obdulio Varela tenía otros planes a pesar de que los diarios de todo el país proclamaran a Brasil campeón en la mañana previa al partido. El capitán de la Celeste les diría en el vestuario del Maracaná a sus compañeros la mítica frase: «Los de afuera son de palo» pero no se refería a la gente, sino a los dirigentes uruguayos que se habían apersonado la noche anterior en el hotel. «Los dirigentes no saben nada», completó. Ellos iban a salir a pegar el golpe.

Había 200 mil personas en el estadio, por lo que Varela -el autor intelectual de la gesta- les dijo a sus capitaneados: «Nunca miren para la tribuna. El partido se juega aquí abajo». Camiseta celeste tradicional por el lado charrúa, casaca blanca con cuello azul por el lado del local. Aquel 16 de julio de 1950 sería la última vez que la selección brasilera vestiría una camiseta con esos colores, a partir de ese día sería tildada de mufa para la eternidad. Nunca más la actual verdeamarela usó esos colores en el uniforme.

Brasil en el segundo tiempo consiguió el primer gol. El «Negro Jefe» agarró la pelota y fue corriendo hasta la posición del árbitro para decirle que debía anularlo por haber sido en off-side. En aquella jugada empezó a ganar el partido. Enfrío el juego por varios minutos evitando que el local se llevara a la Celeste por delante y a partir del saque del medio comenzar la remontada. Schiaffino primero y Ghiggia después concretarían la gesta del Maracanazo. El silencio del estadio aquel día es el mito que vive hasta el día de hoy. Una pelota mundialista volverá a rodar allí recién el 15 de junio de este año cuando la Argentina enfrente a Bosnia-Herzegovina.

Brasil se hundió en la tristeza luego de haber visto cómo se escapaba la copa del mundo en sus narices. Un empate los hubiese consagrado campeones mundiales, pero Uruguay fue el que terminó levantando la desaparecida Copa Jules Rimet. Obdulio Varela no festejó aquella gesta. Vio cómo su selección había entristecido y silenciado a toda una nación, y él se entristeció con ellos a pesar de no saber todavía de los suicidios ocurridos ese día.

Mientras sus compañeros salían a festejar merecidamente por las playas de Copacabana, el capitán se fue a beber aguardiente a un bar de Río de Janeiro luego de recorrer las calles vacías de la ciudad carioca. Con la intención de que no lo reconozcan Varela ingresó a un bar y para su sorpresa los brasileros que lo identificaron lo saludaron, lo abrazaron y felicitaron por el campeonato obtenido. El «Negro Jefe» les contó de sus sensaciones de tristeza y de la empatía que había sentido con todo el pueblo brasilero que se había hecho presente en el estadio ese día. Compañeros de aquella selección recuerdan que les dijo «¿Cómo pude hacerles esto a gente tan buena?». En los años siguientes mantendría una amistad entrañable con el arquero rival, Moacir Barbosa.

No sería hasta el año 1992 que Varela reaparecería públicamente, primero en el mencionado video con Jaime Roos y luego en una entrevista televisiva en la que declaró: «Dejé de ir a ver fútbol. Un día fui a la Asociación a buscar unas entradas y me las negaron. Quedé muerto con eso. ¿Y esto cómo es? Entonces, ahí, nunca más».

El hombre de la empatía eterna moriría en agosto de 1996, seis meses después que su mujer de toda la vida. Jaime Ross sin saberlo le haría el homenaje más grande al capitán del Maracanazo. Obdulio Varela con esa fuerza espiritual enorme capaz de arrastrar a 11 jugadores a conseguir la más grande de las epopeyas. Obdulio Varela, el capitán de la nostalgia y la empatía por la tristeza ajena. Obdulio Varela, esa mezcla perfecta de «rocanrol y bandoneón».

Nicolás Valado – @nicovalado

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