5 mayo, 2014
“Neodesarrollismo sin populismo”
Por Ulises Bosia. La cercanía del 2015 no sólo se palpa en la escena política, sino que las cámaras empresariales se preparan a su manera para el cambio de gestión política. Detrás de las quejas, ¿qué proyecto de país plantean? ¿Están unidos?

Por Ulises Bosia. La cercanía del 2015 no sólo se palpa en la escena política, sino que las cámaras empresariales se preparan a su manera para el cambio de gestión política. Detrás de las quejas, ¿qué proyecto de país plantean? ¿Están unidos?
La tónica del discurso empresarial es un buen síntoma para analizar el escenario hacia el 2015. Por la fisonomía del sistema político, en gran medida dominado por el poder económico, y también de la estructura económica nacional, tremendamente concentrada y desigual, la prédica empresaria trasciende su carácter corporativo y se constituye de manera categórica en voz hegemónica.
Las ilusiones de un Estado autónomo políticamente respecto del poder económico, alimentadas por sectores del peronismo y del progresismo sobre la base del aumento relativo de sus niveles de autonomía en la década kirchnerista, se desnudan al observar que las herramientas e instrumentos de intervención estatales resultan sumamente limitados ante una economía dominada por el accionar privado. Aún así cuenta con un margen de autonomía intolerable para quienes están acostumbrados a mandar sin miramientos.
En este marco cobra relevancia el documento de fuerte contenido opositor presentado el pasado 21 de abril por el Foro de Convergencia Empresarial, una entidad creada para intentar reunir en una sola voz a las fracciones más importantes de la clase dominante local hacia el 2015. El texto fue titulado “Bases para la formulación de políticas de Estado”, lo cual confirma la vocación hegemónica de una clase que pretende hacer pasar la defensa de sus intereses sectoriales como una defensa del bien común de la sociedad.
Entre medio de apelaciones discursivas caras al ideario republicano, como la defensa de las instituciones políticas, de la libertad de expresión, la propiedad privada y la división de poderes, pueden distinguirse planteos más claros en lo económico. La “seguridad jurídica” para las inversiones, el rechazo a las intervenciones del Estado para evitar el incremento de precios, la disminución de impuestos para los empresarios, la “integración al mundo”, la asociación de la educación con la actividad productiva y, algo fundamental, la “eliminación de los factores que desalientan, restringen o prohíben las exportaciones”, es decir, de las ya famosas retenciones.
En un documento anterior llamado “La hora de la convergencia”, presentado a comienzos de febrero de este año, el Foro decía con claridad que “el problema de la República Argentina es fundamentalmente político”. Esta afirmación traduce con nitidez la preocupación de este sector del empresariado: lejos de existir problemas estructurales en la economía nacional, de lo que se trata es de lograr que en el 2015 acceda al poder un personal político más dócil, no importa de qué sector provenga.
“Un compromiso de los partidos políticos de mantener, gobierne quien gobierne, la institucionalidad, previsibilidad y certidumbre política y económica -en línea con estas propuestas- tendría como contrapartida, sin lugar a dudas, una mayor inversión y generación de fuentes de trabajo y riqueza”. Es decir que a cambio de la adopción de este programa de claro contenido pro-empresarial, las cámaras empresariales ofrecen su respaldo en términos de inversión y generación de trabajo y riquezas.
Se trata de terminar con el ciclo de tensiones abierta por la “crisis del campo” en el 2008, de ajustar el gasto público para poder financiar la reducción de impuestos, disminuir la intervención del Estado en la economía en áreas como el control de cambios o la regulación de los flujos de capital y de cambiar la orientación de la política exterior, entre otros elementos.
Las principales firmas provienen de las cuatro entidades de la Mesa de Enlace; la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que incluye al Grupo Clarín, Arcor, Techint, IRSA y Roggio, entre otras empresas; la Asociación de Bancos de Argentina (ABA), que agremia a los bancos privados de capital extranjero; las Cámaras de Comercio argentino-brasileña y argentino-norteamericana y a un sector de la Unión Industrial Argentina (UIA), bajo la firma de su vicepresidente Cristiano Ratazzi, dueño de FIAT Argentina.
Es decir que el documento logró reunir a un conjunto significativo de la clase dominante, aunque debe subrayarse la ausencia de los empresarios de la construcción, de la cámara de comercio, de los bancos privados de capital nacional y de otro sector de la Unión Industrial, entre otros. Todos ellos sectores también significativos cuyos intereses no necesariamente coinciden, porque en casos como los de ciertas ramas de la industria son los principales beneficiarios de la intervención estatal y de la redistribución de recursos desde el campo hacia la industria mediante las retenciones, por lo que puede concluirse que no hay aún un consenso al interior los empresarios.
Lo curioso de esta división es que desmiente tanto a los que intentan convencernos desde el antikirchnerismo de que estamos frente a un gobierno debilitado al extremo, abandonado por el poder económico en su conjunto, como a los que aseguran desde el kirchnerismo que se encuentra en una pelea frontal contra el poder económico.
Puede decirse en conclusión que el problema para las cámaras empresarias del Foro de Convergencia Empresarial no es la estructura económica nacional, sino la administración política que hoy la conduce, de la que impugnan lo que ellos mismos llaman su carácter “populista”. Siguen siendo “neodesarrollistas”, porque así se enriquecieron a lo largo de los últimos doce años, pero exigen un “neodesarrollismo sin populismo” para ampliar su rentabilidad aún más.
@ulibosia
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