Derechos Humanos

4 mayo, 2014

Las violaciones más atroces del terrorismo de Estado

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), a través de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas, consiguió identificar a tres mujeres desaparecidas durante la última dictadura militar. Se trata de Mónica Edith de Olaso, Alicia Beatriz Tierra y Laura Gladys Romero. Las tres se encontraban embarazadas al momento de su desaparición y las pericias forenses lograron establecer que en ese estado fueron asesinadas.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), a través de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas, consiguió identificar a tres mujeres desaparecidas durante la última dictadura militar. Se trata de Mónica Edith de Olaso, Alicia Beatriz Tierra y Laura Gladys Romero. Las tres se encontraban embarazadas al momento de su desaparición y las pericias forenses lograron establecer que en ese estado fueron asesinadas.

Con tristeza, dolor y, sobre todo con impotencia y mucha indignación, damos cuenta de estos tres casos resueltos entre 2012 y 2013 pero que fueron dados a conocer recientemente.

Mónica, Alicia y Laura eran buscadas por sus familiares y compañeros desde el día mismo en que fueron secuestradas. Todas cursaban embarazos en diferentes estadios y ello hacía doble la tarea y la preocupación: se las buscaba a ellas y se buscaba a sus hijos e hijas, a los cuales se los pensaba apropiados por los militares y entregados a otras familias con la identidad falsificada. Incluso esos hijos e hijas formaban parte de la lista de nietos a recuperar por Abuelas de Plaza de Mayo.

Sin embargo la noticia lo cambia todo. Tal como afirmaron las Abuelas en un comunicado difundido el pasado miércoles, «Hoy sabemos cuál fue el destino final de Mónica, Alicia y Laura, y con dolor cerramos la búsqueda de tres nietos, no porque hayamos restituido su identidad, sino porque sus madres fueron asesinadas embarazadas. Con esta información el número de casos resueltos por la institución asciende a 113».

Tres jóvenes militantes, un mismo destino

Mónica De Olaso, “Moniquita”, era de Tolosa, provincia de Buenos Aires, y militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Fue secuestrada el 11 de mayo de 1977 junto a su compañero Alejandro Ford, “El Negro”. Ambos estuvieron detenidos en el centro clandestino de detención “La Cacha” y sus restos fueron identificados en el cementerio de Ezpeleta, en Quilmes. Mónica tenía 19 años y cursaba un embarazo de dos meses. El EAAF confirmó que la joven fue asesinada el 24 de junio de 1977, con tres meses de embarazo.

Alicia Tierra, “Lali”, era de Santa Fe, estudiaba Humanidades y militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y en Montoneros. Fue secuestrada en su casa de Rosario con 23 años y seis meses de embarazo el 31 de diciembre de 1976 y llevada al Servicio de Información de la Jefatura de Policía de Rosario junto a su pareja. En 2012, el EAAF logró identificarla en el Cementerio de la Piedad de esa ciudad y determinó que fue asesinada el 28 de enero de 1977, también embarazada.

Laura Romero era de Jujuy y militaba en el PRT-ERP. Fue secuestrada con 20 años el 9 de abril de 1976 junto a su compañero Luis Guillermo Vega Ceballos en el barrio de La Boca, en la Capital Federal. A pesar de que Laura cursaba su cuarto mes de embarazo, habría sido víctima con su compañero de los vuelos de la muerte. Sus cuerpos aparecieron en la Laguna de Rocha, costa del Uruguay, y fueron enterrados como NN. Se los logró identificar 36 años después, a fines de 2012.

Con las armas de la verdad

A casi cuatro décadas de aquel horror de la dictadura, creemos muchas veces que ya nada puede sorprendernos. Si bien conocemos a través de más de un testimonio la violencia que los represores descargaron sobre sus víctimas, el ensañamiento con el cual han actuado hacia las mujeres fue mucho más brutal, incluso con las embarazadas. Y este caso es una dolorosa muestra más de todo ello: mientras que a algunas las dejaron con vida hasta el momento del parto para luego robarles a sus bebés; a otras las asesinaron aún con sus hijos e hijas en el vientre.

Lejos de cualquier intento de olvido, perdón o reconciliación, es necesario seguir exigiendo justicia para estas mujeres y sus hijos. Tal vez los asesinos se hayan regodeado con la idea de que esas familias jamás sabrían la verdad. Pero como afirman las Abuelas, “a pesar de la tristeza de conocer ese final atroz y confirmar que las jóvenes fueron asesinadas antes de dar a luz, pudimos conocer la verdad sobre lo ocurrido”. Y la verdad es una herramienta poderosa para construir un futuro, donde estas feroces violaciones a los derechos humanos no tengan lugar. Nunca más.

 

María Paula García – @MariaPaula_71

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