3 mayo, 2014
¿Por qué cantan los gallos al amanecer?
Muchas personas se han hecho esa pregunta. La respuesta fácil es que los gallos cantan al cuando sale el sol para anunciar el comienzo del día. Sin embargo quién haya tenido la posibilidad de dormir con un gallo cerca sabe que esto no es cierto. Entonces ¿por qué cantan?
Muchas personas se han hecho esa pregunta. La respuesta fácil es que los gallos cantan al cuando sale el sol para anunciar el comienzo del día. Sin embargo quién haya tenido la posibilidad de dormir con un gallo cerca sabe que esto no es cierto. Entonces ¿por qué cantan?
Efectivamente los gallos no cantan al alba porque se despiertan, ni tampoco para saludar el amanecer. Y desde ya que no lo hacen para despertar al granjero o granjera correspondiente.
Investigadores de la Universidad de Nagoya en Japón revelaron en 2013 un estudio que demuestra que el gallo canta de acuerdo a ritmos circadianos. Una especie de reloj interno que les alerta de la hora del amanecer, incluso en los cambios de estación. Es decir que responden a oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo.
Los investigadores Tsuyoshi Shimmura y Takashi Yoshimura realizaron diversos experimentos para comprobar esto. Primero expusieron a los gallos a 12 horas de luz y 12 horas de penumbra durante 14 días. Los científicos descubrieron que los animales comenzaban a cantar dos horas antes de la llegada de la luz del amanecer.
En el segundo experimento, los gallos se mantuvieron bajo 24 horas de luz débil durante 14 días. Yoshimura y Shimmura notaron que los animales cantaban en días de 23,8 horas cuando pensaban que era el amanecer manteniendo la regularidad anterior. Por último, se colocaron algunos estímulos externos en las jaulas como luces, sonidos e incluso otros gallos y gallinas, obteniendo el mismo resultado.
«Para nuestra sorpresa, nadie había demostrado la participación del reloj biológico en este conocido fenómeno experimental», afirmó Yoshimura.
¿Cómo hace para cantar?
El sonido que emiten los gallos lo producen con la siringe. Ubicada en la base de la tráquea, la siringe es el órgano vocal de las aves y es capaz de producir sonidos complejos a pesar de no contar con las cuerdas vocales que tienen los mamíferos. Es así que los sonidos se producen bien por las vibraciones de sus paredes o por las del aire que pasa a su través.
Dado que la siringe se encuentra donde la tráquea se bifurca para formar los bronquios y a mayor profundidad que la laringe de los mamíferos, muchos pájaros cantores pueden llegar a producir dos sonidos o más a la vez. De hecho muchas especies (como los loros) llegan a imitar la voz humana.
Motivos para cantar
Si bien ya explicamos que los gallos cantan regularmente de acuerdo a ciclos biológicos internos no dijimos por qué existen esos ciclos. Es más, los gallos no cantan solo durante la madrugada sino que lo hacen repetidas veces durante el día e incluso en ocasiones particulares.
Los principales motivos son los mismos que en la mayoría de las especies. El gallo canta para marcar territorio o desafiar a otro gallo, así como también para atraer a las gallinas en busca de apareamiento o alertar sobre algún peligro.
Un animal domesticado a través de los siglos
Los gallos y gallinas son originarios de la India. De hecho en la actualidad se pueden encontrar en la cordillera del Himalaya que separa a este país de Nepal, especímenes salvajes de este tipo de ave.
Los estudios de domesticación de este animal estiman que esto sucedió entre el año 2000 y 1500 antes de Cristo en China. En el hemisferio occidental fueron los egipcios los primeros avicultores y de allí se expandió al continente europeo a través de la civilización griega y romana.
Finalmente, si bien se suponía que las primeras gallinas que llegaron a América fueron traídas por los españoles durante la conquista, en años recientes esta hipótesis ha sido puesta en cuestión. Es que los mapuches (habitantes nativos de la Patagonia argentina y chilena) criaban gallos y gallinas de una especie distinta.
En 2007, antropólogos chilenos y neozelandeses, anunciaron haber encontrado unos cincuenta huesos de pollo en el sitio arqueológico de El Arenal, al sur del Chile. El análisis genético de uno de esos huesos demostró que pertenecían a especies similares de la polinesia y que llegaron a la zona al menos un siglo antes que los españoles. Esto abrió nuevas teorías respecto al origen de la llamada gallina araucana.
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