30 abril, 2014
Cambiar las PASO y los pasos posibles
Por Andrés Scharager. En las últimas semanas ha resurgido la propuesta de modificar las Primarias para que ya no se elijan los candidatos a vice por voto popular. Las implicancias de este proyecto dejan vislumbrar posibles cambios en las alianzas y en los posicionamientos de los principales candidatos.

Por Andrés Scharager. En las últimas semanas ha resurgido la propuesta de modificar las Primarias para que ya no se elijan los candidatos a vice por voto popular. Las implicancias de este proyecto dejan vislumbrar posibles cambios en las alianzas y en los posicionamientos de los principales candidatos.
A cerca de un año de que cierre el plazo de presentación de alianzas para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2015, tanto oficialistas como opositores se encuentran atrapados entre numerosos interrogantes de cara al armado de propuestas de sucesión a un inédito ciclo político de doce años. ¿Podrá el kirchnerismo ungir a un candidato que contenga tanto a sus vertientes progresistas como al Partido Justicialista o está condenado a romperse? ¿Superará el PRO el cerco que le impone su acotada estructura nacional? ¿Massa jugará por su cuenta o acabará compitiendo en la interna del PJ? ¿El Frente Amplio UNEN se logrará mantener unido los dieciocho meses que restan para las elecciones?
Los horizontes de respuesta a estas preguntas podrían transformarse si prosperan ciertas especulaciones que comenzaron a fines de 2013 y reflotaron en distintos ámbitos políticos en las últimas semanas con respecto a la posibilidad de modificar la ley electoral. La idea que prima es que en las Primarias las listas postulen candidatos a presidente pero no a vice, en oposición a la norma que rige en la actualidad. Así, si hoy en día es el voto popular el que determina cuáles serán las fórmulas que podrán presentarse en las elecciones generales, se estaría apostando a que en el futuro se decida quiénes encabezarán las listas pero no quiénes las secundarán.
Un posible giro de este tipo, que permitiría que los ganadores escojan a sus candidatos a vice, o bien que el segundo obtenga dicho lugar automáticamente, podría acabar seduciendo a los dirigentes como forma de superar ciertas dificultades que les generan en la actualidad sus marcos de alianzas y estrategias electorales. Las distintas variantes en consideración tienen implicancias de largo alcance y, como en casi toda la historia parlamentaria de la era kirchnerista, ninguna prosperará sin la venia oficial. Menos aún en vista de un cambio como éste, pues su aprobación requeriría de una mayoría calificada, es decir, el voto positivo de la mitad más uno de la totalidad de los integrantes de cada una de las cámaras, estén o no presentes a la hora de la votación.
En el contexto del lanzamiento del Frente Amplio UNEN, el PRO dio el primer paso de la mano de la diputada Patricia Bullrich, quien ya anunció el ingreso de un proyecto al Congreso de la Nación afirmando que “si las fórmulas son verticales no tenés capacidad de composición de fórmulas entre distintos actores”. Un cambio en las PASO le podría abrir el camino a Macri a competir en las Primarias con los candidatos de la nueva coalición (como Binner, Sanz o Cobos), apostando a salir primero y encabezar una lista de unidad que sea secundada por alguno de los perdedores.
Este mismo razonamiento –a la inversa– serviría como excusa a los dirigentes del Frente Amplio UNEN más proclives al acuerdo con el PRO para promover el ingreso del Jefe de Gobierno a la alianza, argumentando que éste quedaría en una posición subordinada y a la vez fortalecería el caudal electoral de lo que sería el único gran frente no peronista. Ni Macri ni la nueva coalición de reminiscencias delarruistas pueden ahora ostentar con exclusividad ese rótulo. Al mismo tiempo, ambos saben que ir juntos en las Primarias compitiendo entre sí es la manera más viable de apuntalar sus posibilidades de llegar a un probable ballotage, pues temen un escenario de segunda vuelta entre dos vertientes del PJ.
Las huestes de Massa, por su parte, no han dado aún señales claras en torno a una posible reforma, desconfiando de los efectos que podría tener en su armado, el cual se alimenta casi exclusivamente de las disidencias y debilitamiento de la estructura del oficialismo. En definitiva, la fuerte imagen pública del ex intendente de Tigre, aunque fundamental para proyectarse a futuro, no es suficiente. Su estrategia a largo plazo por ahora tiene muchos flancos; aún lo persiguen los fantasmas de su ruptura con el Frente para la Victoria y apartamiento de la organicidad del Partido Justicialista.
Tanto Massa como su entorno saben que no es lo mismo candidatearse a diputado que a presidente, para lo cual debe indefectiblemente dar el salto de su inestable “liga de intendentes” a una “liga de gobernadores”. Más aún, teme un escenario de recuperación económica para 2015 que genere un “clima de continuidad” y fortalezca al candidato que obtenga el visto bueno de la presidenta. La intención de voto es una variable inestable en la política argentina y el derrumbe del fenómeno De Narváez es una película que siempre puede volver a la cartelera.
Por el lado del Gobierno, trascendió que Jorge Landau –apoderado del PJ y “arquitecto electoral” de la Casa Rosada– estaría conversando con Carlos Zannini para impulsar una variante que le dé la candidatura a vice al que obtenga el segundo lugar en cada interna. De este modo, podrían recrudecerse las disputas por el primer puesto al interior del oficialismo pero ya nadie estaría jugando a todo o nada. Diversos dirigentes han admitido que esto podría ser tema de discusión en el próximo congreso del Partido Justicialista el 9 de mayo.
De avanzarse en esta dirección, bastaría con que Randazzo (logrando la confianza del kirchnerismo progresista) o Urribarri (quien ya cuenta con ella) obtengan un eventual segundo lugar en las PASO frente a Scioli para que se cree una fórmula que contenga a sectores intelectuales y agrupaciones de Unidos y Organizados que hoy sólo confían en Cristina. Estos espacios, vitales para mantener la identidad política del kirchnerismo, hoy se muestran renuentes a ser el furgón de cola del ex motonauta, pero podrían estar dispuestos a competir contra él de la mano de otro candidato más afín, sabiendo que, en caso de perder, no todo está perdido con un Scioli presidente: como con Mariotto en la Provincia, le estarían pisando los talones en la Casa Rosada.
En este contexto, los proyectos presentados por Landau y Andrés “El Cuervo” Larroque para que junto con las elecciones presidenciales del año próximo se elijan también por voto popular los representantes argentinos para el Parlamento del Mercosur (hasta hoy elegidos por el Congreso) podrían cobrar renovada importancia. Según se especula, Cristina Kirchner podría estar en el cuarto oscuro después de todo, pero como candidata a representar al país en dicho organismo de deliberación regional y en la misma boleta que la de los candidatos presidenciales del justicialismo. Esto contribuiría a fortalecer una lista de unidad del PJ y Unidos y Organizados, y acabaría por debilitar el proyecto massista.
Al fin y al cabo, éstos no son más que delineamientos de escenarios, posibles proyecciones a futuro. No se trata tanto de la probabilidad efectiva de que suceda como de las especulaciones reales que hoy (se) plantea el panorama político. Pero de una cosa sí hay certeza: mientras se consideran y negocian estos posibles cambios en la legislación, las grandes propuestas electorales en curso de ensamblaje sólo dejan entrever salidas por derecha.
Sociólogo, integrante del Instituto de Política y Economía Siglo 21 – @IPES21
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