Europa

17 abril, 2014

Otro dolor de cabeza para la Unión Europea

El gobierno de Moldavia planea firmar un tratado de asociación con la Unión Europea en junio. Pero dos territorios autónomos se han pronunciado por integrarse a Rusia. A la vez, no está del todo asegurado el apoyo del pueblo moldavo a Bruselas.

El gobierno de Moldavia planea firmar un tratado de asociación con la Unión Europea en junio. Pero dos territorios autónomos se han pronunciado por integrarse a Rusia. A la vez, no está del todo asegurado el apoyo del pueblo moldavo a Bruselas.

 

En noviembre pasado, la Unión Europea (UE) se reunió con algunos países que pertenecieron a la Unión Soviética (URSS) con el objetivo de establecer acuerdos en pos de su asociación. Mientras que el gobierno ucraniano se retiró (dando lugar al Euromaidan y lo que vino después), Moldavia decidió seguir adelante: en junio está previsto que se firme el acuerdo entre Bruselas y Chisinau (capital del país). Sin embargo, pronto se comprobó que el bloque no la tendrá fácil en el pequeño país enclavado entre Rumania y Ucrania.

El 2 de febrero una pequeña región autónoma de 160 mil habitantes, Gagauzia, realizó un referéndum en el que más del 95% de los votantes rechazó integrarse a la UE y escogió hacerlo a la Unión Aduanera que lidera Rusia. El proceso fue considerado ilegítimo por el gobierno moldavo, aunque la participación superó el 70%. El gobernador autónomo, Mijail Formuzal, señaló la importancia económica que tendrá la Unión Aduanera: “Creo que permitirá modernizar nuestra economía y asegurar una salida para nuestros productos”.

Por su parte, Rusia ya tenía una relación muy importante con una región de Moldavia situada al este del río Dniéster. Transnistria (o Transdniéster, o Cisdniéster) se declaró independiente en 1990 y, tras una breve guerra en 1992 (en la que recibió el apoyo del ejército ruso), ha quedado separada de facto de Moldavia, aunque jurídicamente sigue perteneciendo a ese país. El territorio, con una población de más de medio millón de habitantes (repartidos entre moldavos, rusos y ucranianos mayoritariamente), tiene su propio gobierno e instituciones. En el año 2006, celebró su referéndum al estilo crimeo, donde el 98% de los votantes expresó su deseo de integrarse a Rusia. Sin embargo, juzgado ilegal, no se modificó la situación jurídica.

Hace años que en el marco de las negociaciones 5+2 (donde participan Moldavia, Transnistria, Rusia, Ucrania, la OSCE, la UE y EEUU) se intenta solucionar la cuestión, pero no se vislumbran avances. De este modo, el conflicto en Ucrania puede generar, y ya parece hacerlo, nuevas problemáticas en la zona.

Por un lado, está la cuestión militar. La OTAN, a través de su máximo encargado para Europa, Philip Breedlove, advirtió sobre la posibilidad de que Rusia invada la región.

Desde la guerra de 1992 un pequeño contingente de soldados rusos permanece en el país, al margen de los efectivos que vigilan depósitos de municiones que pertenecieron a la URSS, y que Rusia todavía no ha retirado. Pero fue el despliegue militar ruso en la frontera con Ucrania lo que generó las recientes declaraciones, al sostener Breedlove que esa fuerza es “absolutamente suficiente para entrar en Transnistria si se tomara la decisión”. Aunque el gobierno ruso, a través del viceministro de Defensa, descartó tal posibilidad.

Por otro lado, está la cuestión económica. Transnistria depende en gran medida de Moscú para financiarse. De hecho, no abona el gas que importa de Rusia. Además, mantiene una relación muy importante con Ucrania. Pero desde el estallido de la crisis, ha perdido ese mercado, a donde envía el 40% de las exportaciones de sus fábricas. A esto se suma que se endureció el régimen en la frontera ucraniana, dificultando el paso a los ciudadanos rusos de Transnistria.

Los inconvenientes que esto genera han merecido incluso que Vladimir Putin lo tratara con Barack Obama en una de las comunicaciones telefónicas que mantuvieron, criticando el presidente ruso el “bloqueo exterior de Transnistria” según una nota del servicio de prensa del Kremlin.

Como es de suponer, el gobierno de Transnistria no quiere saber nada de un acuerdo con la UE. A fines de 2011 fue elegido presidente Yevgueni Sevchuk, que triunfó por sobre el candidato apoyado por Igor Smirnov, quien rigió los destinos del país por más de 20 años.

En una entrevista reciente con el diario El País, Sevchuk sostuvo respecto al tratado Moldavia-UE que “no cuenta con nuestro consentimiento, ni tiene en cuenta nuestra posición”, y añadió que “si se aplica, nuestra economía sufrirá, porque no estamos preparados para adoptar las 20.000 regulaciones que contempla”. También dejó impresiones interesantes sobre el rol que le puede caber a Moscú: “No respondo de las decisiones de Rusia, pero no hay muchas opciones. Si a los rusos que viven aquí se les priva de la posibilidad de ganarse la vida en las fábricas y de desplazarse libremente, pedirán a Rusia que no les abandone. Los dirigentes rusos tienen que tomar decisiones”. Para el presidente, lo mejor que pueden hacer Moldavia y su país, es tener un “divorcio civilizado”, como lo llamó en una entrevista que el primero de abril publicó Rusia Hoy, citando como ejemplo a República Checa y Eslovaquia.

Mientras tanto, Moldavia sigue confiando en sumarse a la UE y está dando pequeños pasos en esa dirección. En este sentido, desde el próximo mes los ciudadanos moldavos podrán viajar sin visas por los países del bloque, lo que fue muy valorado por Iurie Leanca, primer ministro moldavo. También ha apoyado la política regional de Bruselas. En marzo se reunió con Arseniy Yatsenyuk, primer ministro interino de Ucrania, para manifestarle su apoyo y avanzar en la agenda bilateral.

Respecto a Transnistria, la postura del gobierno moldavo es no dejarla ir. En declaraciones recogidas por Radio France Internacional, el primer ministro afirmó tener “un objetivo claro: reintegrar la región a Moldavia”.

Pero los problemas políticos y sociales pueden tener más influencia que los conflictos en Transnistria y Gagauzia. Cuando se firmaron los preacuerdos en noviembre, el Partido Comunista lideró masivas marchas en contra de integrarse a la UE. Y en un artículo publicado por el portal moldavo Ziare.com se comentó que una encuesta reciente mostraba un apoyo dividido en el pueblo de Moldavia: un 50% favorece ingresar a la UE, pero un 46% prefiere la Unión Aduanera.

Cabe cerrar con la clara síntesis que realiza la politóloga española Ruth Ferrero Turrión, especialista en Europa del Este, que además arriesga un pronóstico: “Con la firma del Acuerdo de Asociación con la UE prevista en junio; las elecciones parlamentarias en noviembre y una previsible victoria del partido comunista, que ya venció holgadamente en las municipales de 2011 y se opone a la adhesión a Europa, y las demandas de dos entidades territoriales que quieren la secesión, dibujan un cóctel explosivo que podría desembocar en una repetición de la crisis en Ucrania”.

 

Matías Figal

 

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