Mundo Gremial

11 abril, 2014

Massa, entre el establishment y el apoyo sindical

Acusado por el oficialismo de instigar el paro de ayer, Sergio Massa debió ensayar un delicado equilibrio entre la crítica y el apoyo a la medida de fuerza. ¿Cómo lograr el apoyo de la CGT, ir de la mano del establishment y mostrarse como el candidato de “la gente”?

Acusado por el oficialismo de instigar el paro de ayer, Sergio Massa debió ensayar un delicado equilibrio entre la crítica y el apoyo a la medida de fuerza. ¿Cómo lograr el apoyo de la CGT, ir de la mano del establishment y mostrarse como el candidato de “la gente”?

 

“¿Vos hacés todo lo mismo que hace tu mujer?” replicaba un Massa indignado a un periodista que le preguntaba por sus vínculos con el paro nacional. Sucede que una de las principales figuras del Frente Renovador, Graciela Caamaño, es esposa de Luis Barrionuevo, líder de la CGT Azul y Blanca y uno de los protagonistas de la jornada del jueves.

La distancia guardada por el ex intendente de Tigre con este dirigente, muy mal estimado en la opinión pública, es muestra de cómo, en el largo camino de construcción de su candidatura presidencial, Massa busca mantener prudente lejanía de personajes difíciles de defender en público, a la vez que los necesita para consolidar su marco de alianzas de cara a 2015.

El Frente Renovador, nacido con la mira en los dilemas abiertos de cara a la sucesión de Cristina Kirchner, se presentó como una expresión política que traería “unión” a una sociedad “dividida” y derrotaría a la inflación, el mayor “flagelo” de la economía argentina. Massa no tardó en convertirse en un candidato de alta popularidad hacia quien empezaron a fluir muchos líderes del peronismo no kirchnerista (como Felipe Solá, Alberto Fernández y Mario Das Neves), figuras provenientes del establishment (como De Mendiguren, ex titular de la UIA, y Martín Redrado, ex Presidente del Banco Central), y personajes ligados al mundo sindical (como Alberto Roberti y Héctor Daer, provenientes del riñón de la CGT de Caló). En definitiva, todos los ingredientes necesarios para ofrecer una opción electoral que garantice gobernabilidad y se muestre lista para tomar el mando de un país que parecería próximo a cerrar una inédita etapa de doce años de continuidad de un mismo proyecto político.

En este sentido, el dilema de Massa en las últimas semanas –y particularmente en ocasión del paro general– residió en cómo lograr mantener la bendición del poder económico y consolidar el apoyo de las confederaciones sindicales. Pero, a su vez, en cómo aprovechar el paro –apuntado contra el Gobierno Nacional– para apuntalar su figura como líder presidenciable y al mismo tiempo no ensuciarse con medidas que irritasen a sus potenciales votantes.

Por estas circunstancias, el diputado apoyó los reclamos gremiales, afirmando que “obviamente, el Impuesto a las Ganancias y la inflación generan una enorme preocupación por la pérdida de poder adquisitivo”, pero a su vez rechazó fuertemente los piquetes: “Creo que es una locura que para forzar el paro se produzcan piquetes y cortes, porque en definitiva, la decisión tiene que ser la elección libre del trabajador”. Al fin y al cabo, dejó en claro que la medida de fuerza “siempre tiene que ser la última instancia, no la primera; es importante que haya racionalidad, diálogo y articulación entre los sectores para que tengamos la posibilidad de que la discusión paritaria y la discusión entre empresarios, trabajadores y Estado se desarrolle en paz”.

En efecto, esta preocupación de Massa por la “racionalidad” y el “diálogo” también tiene asidero entre los industriales y en el Gobierno mismo. El paro, si logra su cometido y contribuye a que las paritarias que faltan se inclinen por encima del 30%, posiblemente no sea más que una solución de corto plazo a la cuestión salarial puesto que podría acelerarse el resurgimiento de presiones para una nueva devaluación. A menos, claro, que el Gobierno logre desactivarlas tomando iniciativas que por ahora se muestra renuente a adoptar, como la toma de control del comercio exterior. Los exportadores de granos, según había trascendido en el verano, apuntaban a un tipo de cambio que inicialmente rondara los 10 pesos por dólar, y podrían hacer otro intento en esa dirección. Recordemos que estos sectores pospusieron exportaciones durante el año pasado especulando –y, así, presionando– sobre el tipo de cambio, logrando finalmente la tan mentada devaluación.

En vista de esto, Massa guarda cautela con respecto al espacio que le confiere en su marco de alianzas a Moyano, líder de un modelo sindical que, aunque corrupto y burocrático, debe su legitimidad al bienestar material de sus bases y por ende no garantiza dejar pasar una nueva devaluación sin presionar por nuevos aumentos. El camionero, como aliado del Gobierno, tiene en su haber duras demostraciones de fuerza en el pasado cercano que han bregado por la distribución de dividendos entre los trabajadores, el aumento de las asignaciones familiares y la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. Y esas manifestaciones de poder supieron poner en aprietos al Gobierno, y acaso marcaron el camino hacia la ruptura del camionero con el kirchnerismo a fines de 2011 y finalmente hacia la paralización total del transporte el día jueves. Una postal de la que la figura de Massa se alimenta pero que lo puede acabar por envenenar.

 

Andrés Scharager

Sociólogo, Integrante del Instituto de Política y Economía “Siglo 21” – @IPES21

 

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas