11 abril, 2014
Condenados y ausentes en el caso Marita Verón
Luego de darse a conocer las sentencias en la emblemática causa relacionada con la trata de personas, aún existe impunidad sobre los máximos responsables del secuestro y desaparición de Marita. ¿Quiénes quedaron por fuera de las condenas?

Luego de darse a conocer las sentencias en la emblemática causa relacionada con la trata de personas, un análisis sobre la investigación y la impunidad que aún existe sobre los máximos responsables del secuestro y desaparición de Marita. ¿Quiénes quedaron por fuera de las condenas?
Cuando Susana Trimarco salió de Tribunales luego de conocerse el fallo que condenó a los diez imputados por el secuestro y desaparición de su hija declaró: «A Marita no la encontré, pero acá se hizo Justicia». Efectivamente las condenas que llegan después de 12 años representan, aún tardíamente, un acto de justicia. Y si bien con penas menores a las solicitadas por la querella, por primera vez en tanto tiempo hay presos, todos eslabones necesarios de una red de trata de mujeres que llegó a ser una de las más importantes en el país. Pero es necesario dar cuenta de que en la compleja trama de la red que quedó en evidencia en el juicio faltan piezas fundamentales.
Si el caso de Marita Verón y la lucha de su madre Susana Trimarco por encontrarla reveló la existencia de redes de trata que secuestran mujeres y niñas para explotarlas sexualmente; las evidencias, pruebas y testimonios que se hicieron públicas en el juicio aportaron todavía más: permitieron reconstruir en un tribunal el hilo fino de una red, su modo concreto de funcionamiento.
La red de trata a la que pertenecían las y los condenados por este nuevo fallo judicial no era cualquier red. Precisamente como la definió en sus declaraciones judiciales Miguel Ángel Chuchuy Linares, ex jefe de inteligencia de la Policía de Tucumán, “La red de Irma Medina era la más importante del noroeste”. Recordemos que Irma Medina era una de las imputadas que fue absuelta en el 2012 y falleció encontrándose presa por una causa relacionada con drogas en febrero de 2013.
Sibila Camps, autora del libro La Red. La trama oculta del caso Marita Verón ofrece datos muy importantes al respecto. Esta organización delictiva manejó la trata de mujeres en el Noroeste de la Argentina desde los años ´90, y tuvo su epicentro en La Rioja. Precisamente en esta provincia se instaló Irma Medina, quien en su juventud fue víctima de la explotación sexual y terminó convirtiéndose en proxeneta y dueña de varios prostíbulos. Poco a poco, y al compás del crecimiento del Parque Industrial de La Rioja durante los años del menemismo, fue creciendo el polo prostibulario. Un “negocio” que entre 1990 y 1995 llegó a tener 14 prostíbulos sólo en la capital provincial y facturaba millones de dólares que, en buena parte, se desviaban al pago de coimas para la protección policial y judicial.
El crecimiento fue tal que las mujeres que “acudían por necesidad” no eran suficientes. Y por eso decidieron dar un paso más y buscar reclutadores de mujeres en otras provincias, ya sea consiguiéndolas a través de engaños o a través de secuestros. En esta red cayó Marita Verón poco tiempo después de ser secuestrada en Tucumán.
Todos los caminos condujeron a La Rioja
La pista de La Rioja es obtenida por la propia familia de Marita. Días después de su desaparición en abril de 2002, y mientras la policía desviaba la investigación, su padre obtiene un testimonio fundamental mientras pegaba afiches en la zona roja del Parque 9 de Julio de la capital tucumana. Una mujer en situación de prostitución, que había sido vendida y trasladada a La Rioja, reconoció la foto y dijo haberla visto en un prostíbulo.
A pesar de más maniobras distractoras por parte de la policía, Susana Trimarco y su marido fueron a La Rioja. Y aunque no encontraron a Marita, en estos primeros allanamientos lograron liberar a diecinueve chicas de entre 15 y 19 años. Todas estaban secuestradas en los prostíbulos de Irma Medina.
El fallo del pasado martes y las condenas hablan por sí solos. Marita Verón fue explotada sexualmente en tres prostíbulos riojanos: en el Candy de Liliana Medina y en el Candilejas y El Desafío, que ella misma les regaló a sus mellizos, José Fernando Gómez y Gonzalo José Gómez, alias El Chenga y el Chenguita, condenados ambos a 22 años de prisión.
Daniela Milhein y su marido Andrés González fueron condenados a 18 años por ser quienes tuvieron cautiva a Marita hasta su traslado a La Rioja. Domingo Andrada es un ex policía que trasladaba mujeres de una provincia a otra a cambio de dinero y pases gratis con ellas en los prostíbulos: fue condenado a 17 años por haberla trasladado. Mientras que María Azucena Márquez, condenada a 15 años, era la “madama” del prostíbulo de los Gómez que le hizo teñir el pelo y le puso lentes de contacto de color para cambiar su apariencia, Mariana Bustos, la esposa de El Chenga condenada a 10 años, era quien la escondía cuando la policía les hacía los allanamientos. Los demás condenados son Carlos Luna, su mujer Cintia Gaitán y Humberto De Robertis, todos acusados de ser encargados y/o administradores de los prostíbulos riojanos.
La pieza ausente
Hay dos personas que fueron absueltas en el 2012 y quedaron fuera en la revisión del fallo: los hermanos María Jesús Rivero y Víctor Rivero. A primera se le atribuye la orden del secuestro, y al segundo la autoría material en un auto Fiat Duna color rojo perteneciente a la Remisería Cinco Estrellas. Dejarlos afuera implica la decisión de no ir al fondo de la cuestión: el grupo mafioso / empresarial relacionado con el secuestro y la desaparición de Marita.
María Jesús Rivero es ex mujer de Rubén La Chancha Ale, uno de los cabecillas del conocido grupo de los Ale, que fue sobreseído en el 2004, a pesar de haberse probado que Marita estuvo secuestrada en la casa de una de otra de sus mujeres, la hoy condenada Daniela Milhein, y de que a él pertenecía el remis que la llevó a la Maternidad a la que nunca llegó (una agencia que llegó a tener una flota de 5000 autos). Los Ale han gozado de una muy buena relación con el gobierno provincial, sobre todo en la época del gobernador Miranda. Cuando Marita fue secuestrada, el compadre de Rubén Ale era Julio Díaz, nada menos que el subsecretario de seguridad del gobernador.
Toda Tucumán sabe del manejo que tienen de una red de estaciones de servicio, casas de juego y prostíbulos. El mismo Rubén Ale llegó a presentarse años atrás como candidato a concejal y a legislador con apoyo de Carlos Menem. Y hasta llegó a ser presidente del Club San Martín de Tucumán que, durante el lapso que estuvo en primera A, tuvo como representante en la AFA a María Jesús Rivero.
El ex matrimonio no fue procesado por la causa de Marita, pero actualmente se encuentran detenidos en Tucumán por estar involucrados en un caso por lavado de activos provenientes de la explotación sexual de mujeres y el juego de azar, causa que está siendo investigada por la Unidad de Informaciones Fiscales (UIF) que depende del Ministerio de Economía.
Este nuevo fallo que revoca el anterior, evidencia que cuando hay decisión política se puede avanzar. Y sin duda ha sido un fallo político más que judicial. Porque en materia de derecho, la justicia tiene aún una deuda enorme para con los casos de trata de mujeres y niñas. Son muchos casos los que ni siquiera llegan a juicio. Y cuando llegan, como éste, no hay decisión de ir más allá.
Además de no haber aportado datos acerca de dónde está Marita Verón y qué hicieron con ella, faltan varias piezas más: los autores materiales del secuestro, los jefes máximos de la red y, fundamentalmente, las vinculaciones políticas que les permitieron operar y los protegieron durante todo este tiempo.
María Paula García – @MariaPaula_71
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