Batalla de Ideas

10 abril, 2014

La política, ¿una mala palabra?

Por Julia de Titto. La medida de fuerza impulsada por varias centrales obreras seguramente paralizará buena parte del país. Los trabajadores y un paro profundamente político.

Por Julia de Titto. La medida de fuerza impulsada por varias centrales obreras seguramente paralizará buena parte del país. Los trabajadores y un paro profundamente político.

La previa al paro general convocado por la CGT Azopardo de Hugo Moyano, la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo y la CTA dirigida por Pablo Micheli, estuvo plagada de acusaciones por parte del gobierno y distintos referentes del kirchnerismo.

Desde Hebe de Bonafini hasta Gabriel Fuks, pasando por Antonio Caló, Jorge Capitanich y Carlos Tomada, los referentes del oficialismo, en su mayoría, no dudaron en calificar a la medida de fuerza como un “paro político”. No faltó quien, como el jefe de Gabinete, denunciara una operación de Sergio Massa por detrás de la jornada de lucha para cuestionar aún más la legitimidad de la medida. Pero fueron los menos. La acusación principal fue, lisa y llanamente, “es político”.

Todo paro es político

Contra la inflación y el ajuste, por asignaciones familiares verdaderamente universales, por aumento y el 82% móvil para las jubilaciones, contra el impuesto al trabajo y contra la inseguridad. Con esas consignas está convocado el paro general de este jueves 10 de abril. Ante una situación económica complicada, con una inflación reconocida por el INDEC de cerca del 4% mensual y negociaciones salariales paritarias que -salvo en algunos casos como el de los docentes de provincia y Capital- están cerrando por debajo del 30%, la medida de fuerza parece ser completamente sensata por parte de los trabajadores. Presionar a las patronales y al gobierno con el fin de no empeorar las condiciones de vida, en un sentido defensivo, tiene un correlato con la coyuntura económica que es, aún para los sectores más obsecuentes, innegable.

Pero claro, “es político”. Y sí que lo es. Las declaraciones de funcionarios y militantes kirchneristas de las últimas semanas hicieron recordar a las del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri –posición que también defendía Eduardo Feinmann- cuando se refería a los estudiantes secundarios que tomaban escuelas en reclamo por condiciones edilicias. “No quieren estudiar, están haciendo política”, decían en aquel 2010, y repiten ante cada situación similar. Los sectores oficialistas siempre han criticado esta postura del macrismo y es por eso que suena paradójica su posición actual. ¿O acaso no es el kirchnerismo quien ha hecho bandera de la “recuperación de la política”? ¿Qué es la política entonces? ¿Cuándo está bien hacer política y cuándo se la estigmatiza?

Algunas de las voces que hoy defienden acríticamente al gobierno, en otros momentos acercaban reflexiones interesantes en este sentido. Por ejemplo, en 2006, cuando se realizó la última marcha por el 24 de marzo unitaria en la ciudad de Buenos Aires, los organismos de derechos humanos afines al gobierno habían criticado públicamente el documento del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y el acto en la Plaza de Mayo había sido escenario de tensiones y disputas entre oradores. Al respecto, Eduardo Aliverti había escrito en Página/12: “¿Por qué ocurrió que una manifestación con alrededor de cien mil personas reciba, desde el propio campo popular, el señalamiento de que es un acto ‘politizado’? ¿Uno está loco o esto es lo único que faltaba? ¿Ahora resulta que hay que ‘despolitizarse’? Cuando las Madres y las Abuelas aparecen en defensa de Ibarra, y está muy bien; o insultando a Bush, y está mejor; o advirtiendo sobre los acuerdos de Kirchner con las patotas bonaerenses de Duhalde, y está mejor que mejor, ¿qué viene a ser? ¿Recetas de cocina, nociones de puericultura, indicaciones sobre las tendencias otoño-invierno? ¿O política?”

Esta semana, en la Agencia Paco Urondo, José Cornejo reflexionaba en un sentido similar: “Después de 10 años de politización intensa, acusar de ‘político’ un paro general es una necedad. La fuerza del campo popular, es decir, el kirchnerismo, debería no desacreditarlo”.

Este paro general será el segundo que se llevará a cabo durante el gobierno de Cristina Fernández. Vale recordar que el anterior, el del 20 de noviembre de 2012, llevaba como consigna principal el rechazo al “impuesto a las ganancias”. También en ese momento desde el oficialismo lo caracterizaron como un paro “político”. Apenas un tiempo después, en marzo de 2013, el gobierno anunció la suba del mínimo no imponible. Con un plazo prudencial de distancia entre la medida de fuerza (que en ese momento habían cuestionado los dirigentes sindicales oficialistas, aunque se habían pronunciado a favor del reclamo) y la decisión política de dar lugar a la demanda, la Casa Rosada de alguna forma intentó hacer pasar la medida como iniciativa propia.

Los trabajadores, en su lucha por reivindicaciones gremiales, están haciendo política. Aún entendiendo que entre los dirigentes que convocan al paro hay quienes tienen otros intereses políticos que los exclusivamente ligados a la defensa de los derechos y condiciones de vida de los obreros, la medida de fuerza (general y nacional) es un hecho absolutamente político. La nomenclatura no debería asustar.

@julitadt

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