10 abril, 2014
Del FMI a The Economist: la mirada del establishment sobre la Argentina
Recientemente, tanto el FMI en un informe sobre la situación de la economía global, como la revista británica The Economist, le han dedicado alguna de sus páginas a la Argentina. Un repaso por lo que dicen, sugieren y exigen. El manual de recetas ortodoxo y el liberalismo clásico se dan cita para comparar a Argentina con Venezuela y realzar los proyectos económicos chileno y mexicano.

Recientemente, tanto el FMI en un informe sobre la situación de la economía global, como la revista británica The Economist, le han dedicado alguna de sus páginas a la Argentina. Un repaso por lo que dicen, sugieren y exigen. El manual de recetas ortodoxo y el liberalismo clásico se dan cita para comparar a Argentina con Venezuela y realzar los proyectos económicos chileno y mexicano.
Esta semana se dio a conocer el nuevo informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la situación de la economía a nivel global, denominado “Perspectivas de la economía mundial”, donde el organismo internacional busca trazar un panorama de las principales variables económicas en todo el mundo.
En dicho documento no podían estar ausentes las menciones sobre la situación de la economía Argentina y la perspectiva que el propio organismo vislumbra para nuestro país tanto para lo que resta de este año como para el siguiente.
La primera cuestión a destacar en el informe es la tasa de crecimiento que prevé el organismo para Argentina, ubicada en 0,5% para este año y un 1% para el 2015. En este punto el FMI se destaca por ir a contramano de otros organismos internacionales e incluso de consultoras privadas. Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Argentina tendrá un crecimiento durante 2014 del 2,8%, mientras para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) será del 2,6% y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima un 3,3%. Todas cifras lejanas a las planteadas por el Fondo, que se distancia inclusive de las estadísticas manejadas por el Banco Mundial.
A nivel global el FMI estima un crecimiento del 3,6% para el 2014 y un 3,9% para 2015, impulsado centralmente por la recuperación de la economía norteamericana, aunque advierte que “la recuperación global todavía es frágil pese a las mejores perspectivas”. En ese sentido sostiene que Europa debe mantener sus políticas actuales y lograr una «mayor relajación monetaria en vías de no caer en la deflación”. La recuperación que se vislumbra en la economía mundial se debe según el Fondo a “la aplicación de políticas fiscales menos restrictivas y la decisión de mantener condiciones monetarias sumamente acomodaticias”.
Más allá del panorama que ofrece a nivel mundial es para destacar el lugar en el cual el FMI coloca a la Argentina. El organismo conducido por Christine Lagarde entiende que el país tiene una situación similar a la que se vive en Venezuela, donde “las políticas macroeconómicas que han sido continuamente expansivas han dado lugar a un alto nivel de inflación y a una disminución de las reservas oficiales de divisas. La brecha entre los tipos de cambio oficial y de mercado sigue siendo amplia en ambos países, y ha seguido creciendo en Venezuela”.
Por otro lado carga contra los controles de precios y el manejo realizado con la tasa de cambio, ya que según el informe han llevado a una merma en la actividad económica y han erosionado la confianza de los inversores. Junto a esto, destaca que “recientemente, se ajustó el tipo de cambio y se elevaron las tasas de interés, pero se precisan modificaciones más importantes de las políticas para evitar un ajuste desordenado”.
Nada nuevo ofrece el FMI en su informe y recomendaciones. A la par que estima la devaluación llevada adelante en enero, va por más y exige mayores niveles de ajuste para evitar que el mismo no sea “desordenado”. El viejo manual ortodoxo vuelve a aparecer sosteniendo la necesidad de contraer el gasto público y controlar la emisión monetaria, variable unicausal para el organismo, sobre la inflación.
Es para destacar por otra parte la comparación con Venezuela y el mapa de situación que dibujan para el país caribeño, cuyo crecimiento junto a la Argentina estima por debajo del de Sudamérica. No es una comparación gratuita la de ambos países, donde sobre todo en la patria de Bolívar hemos asistido en los últimos meses a una batería de maniobras económicas (desabastecimiento, especulación, etc) por parte de los grupos concentrados de la economía, en vías de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro.
No solo se pondera de manera negativa tanto a Venezuela como Argentina, sino que por otro lado destaca por ejemplo el proceso de reformas económicas llevadas adelante en México, por el gobierno del PRI, donde las transformaciones “especialmente en los sectores energéticos y de telecomunicaciones hacen anticipar un mayor potencial de crecimiento en el mediano plazo”. Es preciso recordar que la tan celebrada reforma en el área energética implica antes que nada la apertura de Pemex y el inicio de un proceso de privatización de la misma.
The Economist, o como regresar a 1880
En estos últimos tiempos no solo el Fondo Monetario le ha dedicado alguna de sus líneas e informes a la Argentina, sino también la seguramente más importante revista a nivel de las finanzas y la economía mundial, como es The Economist.
Con una foto de Messi y un más que sugestivo título, “La parábola de Argentina”, el semanario británico se despacha con toda una serie de críticas del liberalismo económico clásico: construcción de una económica cerrada (proteccionismo), instituciones económicas y políticas débiles y poco desarrolladas, errada política industrial y por sobre todo las cosas el populismo. Mal endeble que recorre el ADN de los políticos argentinos desde Perón a Cristina Fernández. Fuente de donde emanan los principales problemas económicos del país.
Argentina lleva un siglo de decadencia, desde 1914, y The Economist sueña con que se retorne a la senda del “granero del mundo”, que según la revista británica permitió al país tener un PBI per cápita más alto que Alemania, Italia o Francia.
Sin embargo, donde The Economist ve a los gauchos y la Pampa, en esa visión tan aristocrática como eurocéntrica, se desarrollaba una Argentina de profundas desigualdades y asimetrías, una pésima distribución del ingreso y altísimos niveles de concentración económica. Según cálculos del coeficiente de Gini (a valores más altos mayor desigualdad), para 1890 el mismo se ubicaba en torno a los 0,436 puntos y para 1913 en 0,618, es decir se había profundizado a partir del desarrollo del modelo agroexportador la desigualdad económica.
Un dato para nada menor: mientras se critica a la Argentina se destaca la experiencia Chile a partir del golpe de 1973, por la apertura en términos económicos que significó el ascenso de Pinochet y el fin de la experiencia socialista. Lo que omite el semanario es que aun hoy Chile tiene en el cobre nacionalizado por Salvador Allende su principal fuente de ingreso de divisas, base para cualquier desarrollo ulterior.
Medios y mediciones
Publicaciones como las llevadas adelante por The Economist o los informes del FMI suelen encontrar gran asidero en los grandes medios de comunicación locales, existiendo una serie de retroalimentación entre ambos. Mientras “La parábola de Argentina” permite poner sobre la mesa ciertas demandas, amparándose en el supuesto prestigio internacional de este tipo de revistas, los medios hegemónicos actúan para dichas publicaciones a modo de informantes claves, con capacidad de transmitirles determinadas formas de leer la realidad nacional.
El hincapié constante en la comparación con Venezuela, en oposición a otras realidades como la chilena, uruguaya o mexicana son todo un síntoma de este tipo de cuestiones.
Leandro Navarro – @navarro_lean
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