Educación y Ciencia

1 abril, 2014

Cuevana la vio

El famoso sitio de reproducción de películas online lanzó una reversión propia de Popcorn Time, llamada Storm. El que sabe, sabe.

El famoso sitio de reproducción de películas online lanzó una reversión propia de Popcorn Time, llamada Storm. El que sabe, sabe.

 

Parecía que para los creadores de Cuevana, Mario Carosio, David Fernández y Tomás Escobar, todo estaba destinado a dormir en los laureles. Luego de las sucesivas causas penales que abrieron en su contra (en 2011 HBO, Turner y la Unión Argentina de Videoeditores intentaron impedir el funcionamiento del sitio por supuesta violación de derechos de autor), y los boicots (Telecentro bloqueó el acceso de sus clientes, aunque sólo lo logró por 24 horas), los tres sanjuaninos que lo crearon parecían haberse quedado quietos y conformes con lo que hacían.

Pero la magia de Internet implica necesariamente booms y efectos sorpresa que disparan la publicidad de ciertas iniciativas y, por ende, su masividad casi instantánea. Ojo, no todos -ni mucho menos- lo logran. Pero tener una identidad ya construida como sitio de referencia para la reproducción de películas online (Cuevana llegó a estar en el top 20 de las webs más visitadas en la Argentina), sin duda es un piso enorme para imponer agenda virtual.

Retrocedamos. Hace apenas unas semanas fue noticia en todos los medios de la “vieja escuela” (diarios, revistas, etc.), y por lo tanto, mucho más en Internet y en las redes sociales, el cierre de Popcorn Time, una creación novedosa que revolucionó la forma de ver películas y series online. Ya no se dependía de que un link puntual en un determinado servidor funcionara para poder ser reproducido en algún sitio (ejemplo, el mismo Cuevana), sino que al reproducir una película se descargaba simultáneamente de decenas o cientos de usuarios que la compartían en paralelo a través del protocolo BitTorrent. Sí, se podían ver Torrents online, a través de streaming, con descarga para la reproducción casi instantánea y de forma gratuita, dependiendo sólo de una aplicación bajada a la computadora y de la buena voluntad del resto de los internautas. Mejor aún, Popcorn Time era de código abierto. Por eso, apenas los dueños del sitio decidieron cerrarlo, alegando -luego de quejas de representantes de “la industria” como Juan José Campanella- que el debate sobre la piratería y copyright no era una batalla en la que quisieran estar, Cuevana la vio.

Una pena por los ideólogos del pochocho que se perdieron la posibilidad de dar un gran paso en el debate sobre la libertad de compartir en Internet y los derechos de autor en la Argentina. Y es sobre todo una pena por ellos, porque Cuevana ya demostró que está dispuesto a alzar su voz, soportar y hasta ganar la polémica. Ahora, con su versión de reproducción de Torrents online (la aplicación se llama Storm), busca volver a la arena de un debate al que le falta mucho por desarrollar y recoge el guante de sus “primos”.

El código fuente de Popcorn Time sigue estando disponible online y el de Cuevana-Storm, ahora también lo está, para que pueda seguir reversionándose tantas veces como se desee. Ambos se encuentran en el sitio Github, que ofrece servicio de alojamiento de repositorios de software, donde se puede trabajar de forma colaborativa, tanto en público como en privado.

Compartir, compartir, compartir, parecen ser las tres premisas básicas de la Internet en esta era. Esta vez, hay que sacarse el sombrero ante Cuevana que decidió ser mediador -y de alguna forma vocero- de los centenares y miles de usuarios que quieren una red solidaria y libre. Y claro, agradecer a Popcorn Time por sacudir un debate que parecía adormecido.

 

Lisa Labocón

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