Cultura

26 marzo, 2014

Una apología de la desmemoria

Ya existía la frase “Más sólo que Nik en el día del amigo” pero luego de sus tweets del 23 y 24 de marzo y de la tira de Gaturro que recomienda “No mires al pasado, porque te pone triste” debería acuñarse la definición: “Más cínico que Nik en el día de la Memoria”.

Ya existía la frase “Más sólo que Nik en el día del amigo” pero luego de sus tweets del 23 y 24 de marzo y de la tira de Gaturro que recomienda “No mires al pasado, porque te pone triste” debería acuñarse la siguiente definición: “Más cínico que Nik en el día de la Memoria”.

Cristian Dzwonik, más conocido como Nik, ya nos tiene bastante acostumbrados a encontrarlo como protagonista de diversos escandaletes. Ya sea por acusaciones de plagio, por la negativa de todos sus colegas dibujantes a compartir alguna presentación con él o por diversas denuncias acerca del contenido discriminatorio de algunas de las viñetas que suele perpetrar en el diario La Nación. Pero a sus cuantiosos deméritos acaba de agregarle una violenta y desagradable apología de la desmemoria precisamente en vísperas del 24 de marzo. Y atribuir la seguidilla únicamente a tu torpeza sería hacerle un favor que no merece.

Pero, antes de entrar en mérito, hagamos un poco de historia. Este egresado del colegio Nacional Buenos Aires y de la escuela de dibujo humorístico de Carlos Garaycochea, publicó sus primeros palotes humorísticos a los 14 años en la revista Patoruzú de Oro, poco más adelante llevó su siempre mediocre humorismo gráfico a la revista Muy Interesante y, luego de un breve paso por El Cronista, a los 21 años acabó recalando en el nunca bien ponderado periódico de los Mitre, donde hace más de 20 años es el responsable del chiste político del cuerpo principal del diario, de La foto que habla y de una página en la revista dominical de La Nación.

Pero recién en 1997 aparecerá en la última página del diario la nefasta criatura a la que Nik le debe su fortuna (literal y metafóricamente hablando): el inefable Gaturro. Este gato insoportable, criatura que podríamos definir como un hijo bobo del genial Garfield de Jim Davis, viene creciendo sin prisa pero sin pausa desde su modestas viñetas finales del diario hasta cada espacio rentable que uno pueda imaginar.

Gaturro -además de aparecérsenos implacablemente en muñequitos, yogures, agendas, almohadones, avisos institucionales, relojes, zapatillas, juguetes, tazas, útiles escolares y teléfonos- es el protagonista de más de 50 libros, traducidos a cinco idiomas, de obras de teatro, video juegos y aplicaciones para celulares. El simpático minino también tiene su escultura en el Paseo de la historieta -inaugurada en septiembre de 2012 por el mismísimo Horacio Rodríguez Larreta, que entonces era Vicejefe de Gobierno de la CABA- así como una radio propia que ya ranquea tercera en el portal Cienradios.com. En 2010 pudimos disfrutar, en glorioso 3D, de Gaturro, la película y a partir de 2012 el gobierno macrista decidió que nunca puede haber demasiado Gaturro e instaló unos ocurrentes semáforos con la imagen del gatito en San Telmo. En 2014 también podremos encontrarnos con el irreverente animalito en otros soportes, ya que se lanzará una tira exclusiva para el Canal Mundo Gaturro en Youtube y Gaturro, la serie llegará a la pantalla de Cartoon Network.

Pero en donde está la moneda posta es en Mundo Gaturro. MG es un MMORPG (juego multijugador masivo en línea), con más que sorprendentes similitudes con el reconocido internacionalmente Club Penguin, hay que decirlo, lanzado en fase beta en 2009 y oficialmente en 2010. Mundo Gaturro es un producto de Clawi, una sociedad integrada por Compañía de Medios Digitales S.A. (Grupo Clarín), DRIDCO (Grupo La Nación) y, por supuesto, Nik en persona, como padre del engendro. MG apunta al público infantil y hoy cuenta con más de 9 millones de usuarios registrados (más del 65% en Argentina, aunque crece su proyección al resto de América latina). Un pasaporte mensual para acceder a este maravilloso mundo felino cuesta la módica suma de $40 (con 2000 monedas incluidas apenas se va a $45). Es muy tarde para hacer las cuentas, así que las dejo en sus manos. En cualquier caso, la jugabilidad depende bastante de microcompras extra que los pequeños consumidores cautivos exigirán a sus padres: ropas, accesorios, beneficios, juegos, etc. Es decir, un verdadero filón.

En cuanto a las recurrentes acusaciones de plagio y al ostensible malestar que causa la sola mención de las tres letras de su nombre entre los dibujantes no nos extenderemos porque la más somera googleada de “Nik + plagio” hará las delicias del inocente que esté descubriendo ahora esta veta delictiva de nuestro referente del día. Sólo citaremos tres opiniones de colegas que creemos ayudan a caracterizarlo. Maitena, una humorista siempre comprometida con la problemática femenina, supo decir: “En sus chistes las suegras son gordas y feas. Las mujeres son todas boludas. Y los hombres están hipnotizados con la tele. Ese es el mundo de Nik”.

En 2002, Rep publicó una columna de opinión donde denunciaba que la viñeta publicada por Nik en La Nación el domingo 26 de mayo era “de una discriminación tan ofensiva que merecería un repudio general de la opinión pública o de periodistas”. Y luego de calificar las actitudes del “humorista” de “lombrosianas” planteaba que no debieran ser aceptadas por “quienes consideramos al humor como un acto de humanismo, de tolerancia y de liberación de los prejuicios”. En la misma columna, Rep aprovechaba para renunciar públicamente a su candidatura premio Konex por encontrarse ternado “con este señor Nik”.

Finalmente, el maestro Quino, luego de uno de los más escandalosos afanos de Dzwornik, afirmó en una entrevista publicada en 2004 en Página 12, cuando le preguntaron por sus colegas dibujantes, que: “En general me llevo bien con todos, menos con Nik, que publica en La Nación y empezó robando muchísimo a Rudy, a Daniel Paz. Nik vino a crear un malestar por primera vez entre los dibujantes argentinos. Nadie lo soporta. Al punto que si hay una mesa redonda, todos participan con la condición de que él no esté”. Así es que sólo puede compartir iniciativas con otros «artistas» de su calaña, como Milo Lockett (otro que no para de facturar gracias a sus afinidades y vínculos con el macrismo).

Bien, este personaje nefasto que hace años viene haciéndose millonario con el apoyo de cantidad de empresas a las que les importa el país, continúa difundiendo su pensamiento burdo y reaccionario intentando disfrazarlo de humor (un humor muy torpe, carente de gracia y propalador de toda suerte de estereotipos negativos, por si hiciera falta aclararlo). Y como si no le bastaran los enormes medios de que dispone, también suele compartir su pensamiento vivo por Twitter.

Desde su cuenta (@Nikgaturro, con 256 mil seguidores), el pasado 23 de marzo, víspera del día de la memoria, compartió un tweet que rezaba “Recuérdalo: el secreto de la felicidad es tener mala memoria”. El tweet luego fue borrado (aunque quedaron capturas de pantalla que aún se pueden encontrar en la web) pero su contenido era reafirmado en una viñeta en la que Gaturro, como su padre, proponía: “No mires al pasado, te pone triste. No mires al futuro, te pone ansioso. Mira el presente y simplemente vive”.

Quien siga considerando estos hechos apeenas como una torpeza y no crea que los antecedentes que mencionamos son motivo más que suficiente para repudiarlo, haría bien en verificar el increíblemente cínico tweet de Nik en pleno día de conmemoración del 38 aniversario de la dictadura más criminal de nuestra historia: “Hay ausencias que representan un verdadero triunfo (Julio Cortázar)”. Este tweet tampoco sobrevivió, pero sí se puede encontrar aún en la cuenta de Nik otra referencia al querido Julio, que debe estar revolcándose en su tumba: “Yo tan Borges y tu tan Cortázar”.

No haríamos bien en ser inocentes y atribuir esta seguidilla de bestialidades sólo a casualidad o tontera. Se trata de cinismo puro y duro amparado en la red de impunidad que tejen los medios y empresas que lo financian y se benefician del sistemático compromiso de Nik con la desmemoria, la incultura y los valores más retrógrados.

En un sentido opuesto, queremos finalizar recordando el inicio del libro “El golpe y los chicos”, de Graciela Montes, material escolar para reflexionar sobre la pasada dictadura: “Algunas personas piensan que de las cosas malas y tristes es mejor olvidarse. Otras personas creemos que recordar es bueno; que hay cosas malas y tristes que no van a volver a suceder precisamente por eso, porque nos acordamos de ellas, porque no las echamos fuera de nuestra memoria”.

Pedro Perucca – @PedroP71

 Gaturro tira

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