Cultura

24 marzo, 2014

Maltratadas: crónicas necesarias sobre violencia machista

La periodista Mariana Carbajal presentó su último libro, el pasado jueves en el barrio de Palermo. Historias reales de violencia de género y reflexiones sobre cómo salir de ahí.

La periodista Mariana Carbajal presentó su último libro, el pasado jueves en el barrio de Palermo. Historias reales de violencia de género y reflexiones sobre cómo salir de ahí.

 

A la primera cita con Rodrigo, Analía llegó quince minutos tarde. Él le arrancó el celular de las manos y lo estrelló contra el piso. Enseguida se disculpó y prometió comprarle uno nuevo y más lindo. Iban a almorzar. Analía lo contó unas horas después en la oficina mostrando el nuevo aparato. Estaba contenta.

Graciela Tirador conoció a Pablo Luis Barbato por Facebook. Se pusieron de novios y al mes él se instaló en su casa. «Es que no le pude decir que no», dijo frente a los reproches de sus hijas. Al poco tiempo Barbato empezó a amenazar a toda su familia: «De la cárcel se sale, pero de la tierra no se vuelve más», decía.

Analía se separó hace un año y medio y, pese a la orden de restricción, sigue siendo acosada por Rodrigo. Toma pastillas –aunque quiere ya no depender de ellas– y repite: «Teníamos todo para ser felices». A Graciela, el 13 de enero de 2012, Barbato la asesinó a golpes. Tenía 63 años. Era profesional y daba clases de matemática en su casa. En 2014 la causa se elevará a juicio oral y se lo condenará como único culpable por el femicidio.

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Las historias de Analía y de Graciela son sólo algunas de las que Mariana Carbajal relata en su libro «Maltratadas. Violencia de género en las relaciones de pareja» (Aguilar, 2014), presentado el último jueves en la librería Libros del pasaje, en el barrio porteño de Palermo. A sala llena y junto a Diana Maffia y la escritora Gabriela Cabezón Cámara -quienes oficiaron de oradoras- la periodista enfatizó en la necesidad de destruir los mitos construidos alrededor de la violencia machista: que le sucede sólo a mujeres pobres, jóvenes y sumisas, que si no hay golpes no es violencia, que los medios contribuyen a prevenirla dando información de los casos o que los hombres son agresivos «por naturaleza». La necesidad de derribar esos mitos nació no sólo de la militancia personal de Mariana, sino de una historia cercana: una tarde una amiga la citó en un bar y le contó que vivía una situación de violencia con su pareja. Profesional, de clase media y con su propia amiga especializada en el tema, la mujer no había podido salir antes. ¿Por qué a ella?, se preguntó Mariana. ¿Por qué a ella también?

Números que crecen y estremecen

Sólo en 2013, los femicidios en Argentina ascendieron un 15%, pasando de 255 a 295. Es decir que una mujer es asesinada cada 30 horas. Los culpables suelen ser maridos, ex maridos, novios y ex novios. El escenario, sus propios hogares. Los ausentes: el Estado.

Los avances en materia legislativa alcanzan efectividad en crímenes ya consumados más que en políticas preventivas. Reales pero insuficientes, perpetúan el lugar pasivo de la mujer afectada por esas violencias, no contribuyendo a una salida que tenga como horizonte la emancipación por sobre la revictimización. En ese sentido, Diana Maffia, al tomar la palabra, se preguntó: «¿Acceder a la justicia es acceder a justicia?». Y de ahí el desprendimiento de otro interrogante necesario: ¿cómo hacemos para no pasar del tutelaje del hombre violento al tutelaje estatal? ¿Cómo hacemos para hacer de nuestras palabras y experiencias, expresiones y prácticas liberadas? La única manera, subrayó Maffia, es haciéndolo de manera colectiva. La necesidad de redes, de educación, de recursos destinados a la protección de quienes sufren la violencia y, también, a terapias para quienes la ejercen, resultan fundamentales para su erradicación. Gabriela Cabezón Cámara, que basó su exposición en los grandes mitos de la historia y la literatura –La Ilíada, la Biblia, entre otros– dando cuenta del lugar siempre relegado y culpabilizados de la mujer, disparó con una propuesta concreta: «Yo le quiero decir a (Alberto) Sileoni, ministro de educación, que este libro tiene que ser material de lectura en las escuelas».

La necesidad de destruir los mitos que giran en torno a la violencia machista es tan urgente como compleja. Visibilizar es un primer paso, reflexionar el que le sigue, accionar el que le da finalmente sentido. Maltratadas… se propone un poco de todo: romper con los prejuicios instalados a fuerza de  desconocimiento y del peso de una cultura patriarcal que sigue sosteniendo premisas falsas, brindar información (al final el libro contiene una agenda con cientos de direcciones y teléfonos de todo el país) de los sitios a los que las víctimas pueden acudir, y dibujar el mapa social sobre el que se edifica esa violencia para, con la mayor cantidad de armas posibles, combatirla. “Hay que enredarse“, dijo Carbajal al finalizar la presentación, “porque si no se articula no se puede salir adelante“.

 

Carolina Rosales Zeiger – @caroerrezeta

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