21 marzo, 2014
Nunca papá
El jueves 13 de marzo se estrenó La tercera orilla, cuarta película de la argentina Celina Murga. El film fue presentado en la competencia oficial del último Festival de Cine de Berlín y cuenta con la producción ejecutiva de Martín Scorsese. Retomando un tópico común en su filmografía -la adolescencia- esta vez la directora pone el foco en la relación de un joven de 17 años con su padre.

El jueves 13 de marzo se estrenó La tercera orilla, cuarta película de la argentina Celina Murga. El film fue presentado en la competencia oficial del último Festival de Cine de Berlín y cuenta con la producción ejecutiva de Martín Scorsese. Retomando un tópico común en su filmografía -la adolescencia- esta vez la directora pone el foco en la relación de un joven de 17 años con su padre.
Nicolás es un adolescente de pocas palabras y mirada intensa. Sus ojos azules, grandes y expresivos, hablan por él; escrutan, interrogan, desafían. Interpretado por Alián Devetac, el joven integra junto con su madre y dos hermanos la segunda familia de Jorge Reinoso (Daniel Veronese), un renombrado médico de la ciudad de Paraná. Este, en su vida oficial y reconocida socialmente, tiene una esposa y un hijo. Sin embargo, ambas familias saben que la otra existe y aceptan ser cómplices del juego: todos los hermanos se conocen y van al mismo colegio. Así, el doctor Reinoso naturaliza la situación sometiendo a los demás a sus deseos. Hasta que. Hasta que él decide que Nicolás sea su sucesor en los negocios y profesión, presionándolo constantemente. El adolescente entrará en una contradicción severa. ¿Debe responder o no a los designios de ese padre que tanto hizo sufrir a su madre y hermanos?
Directora de Ana y los otros (2003), Una semana solos (2007) y el documental Escuela normal (2010), Celina Murga regresa con La tercera orilla, una película estructurada desde el punto de vista de un adolescente en búsqueda de su identidad.
Nacido del fuego
La narración planteada por Murga está colmada de detalles al mismo tiempo que de huecos. El espectador debe suplirlos e ir descubriendo lo que se cifra en la relación entre padre e hijo. Si al principio del film parece haber una familia única en la que los cuatro hermanos juegan juntos, pronto esa creencia se derrumba. Mientras Nicolás duerme en el living, en una cama estrecha y con un póster de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota de fondo, la familia oficial vive en una casa con piso de mármol y pileta. Pero independientemente de la diferencia económica, hay un abismo simbólico que no podrá cerrarse jamás. Aunque el doctor Reinoso le herede los negocios a su hijo, aunque lo lleve a cenar con sus compañeros de trabajo y aunque pretenda hacerlo debutar sexualmente con una prostituta. Cada acto que realiza lo aleja más de su hijo. Jorge es siempre Jorge y nunca papá. Nunca será papá, ni él pretenderá serlo. De hecho, sus vidas paralelas deberían haber permanecido así siempre. En Nicolás, el sentimiento de contradicción se convertirá en ira y crecerá hasta literalmente arder, como si el fuego pudiese curar tantos años de silencioso sufrimiento.
Celina Murga retrata el mundo adolescente y masculino con precisión y sin maniqueísmos. La ciudad entrerriana en la que se ambienta la película es mostrada en su faceta patriarcal, autoritaria e hipócrita, sí, pero Jorge Reinoso no es un tirano, ni Nicolás una victima. El guión, elaborado junto a Gabriel Medina, desnuda a personajes dubitativos, ambiguos y complejos. Las interpretaciones lo refuerzan y demuestran de este modo la solidez actoral y de la dirección de actores.
El gran logro de la directora es poner en crisis los sentidos unívocos. Con un estilo incisivo, refleja el día a día de una ciudad en la que todos ven y oyen pero nadie dice nada. Como ella misma sostiene, “se pone en juego el tejido social. Porque empieza a pesar la mirada de los otros y se puede ver cómo esa mirada que emite juicios puede determinar o generar conflictos en la vida de una persona» En este caso, esta persona es un adolescente de 17 años para el que todo cambiará de ahora en más. Salto al vacío, fuego de iniciación, nacimiento a la adultez.
Laura Loredo Rubio – @loredorubio
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