Batalla de Ideas

21 marzo, 2014

La lógica especulativa le gana a las necesidades sociales

Por Julia de Titto. Se invierte en ladrillo pero los problemas de vivienda son cada vez peores. Los unos, los otros, el norte y el sur.

Por Julia de Titto. Se invierte en ladrillo pero los problemas de vivienda son cada vez peores. Los unos, los otros, el norte y el sur.

 

En la ciudad de Buenos Aires, conviven dos. La que se rige por la ganancia y la que sueña con un ‘buen vivir’ que en escasas ocasiones llega. Una realidad tan cotidiana y masiva como naturalizada y silenciada.

Los unos

Alrededor de 340 mil viviendas se encuentran desocupadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas realizado por el INDEC en 2010. De todas ellas, según estima el Observatorio de Políticas de la Ciudad (OPC), unas 150 mil están destinadas a la especulación. ¿Los dueños? Holdings, empresas ligadas al agro, constructoras. Son los unos del relato, quienes invierten en ladrillo y dejan las propiedades deshabitadas, fuera del mercado de compra-venta y alquileres, para simplemente dejar que se valoricen por el paso del tiempo. Así, los unos, realizan una inversión más segura que las cajas de ahorro en los bancos, con índices de ganancia superiores, y con menor necesidad de dar cuenta de dónde viene el capital para ponerlo a jugar.

Según un Informe Socio-Habitacional de la Central de Trabajadores de la Argentina – Capital, en las comunas 1 (donde se encuentra Puerto Madero, por ejemplo) y 2 (Recoleta), se encuentran la mayor cantidad de viviendas deshabitadas (40,1% y 34,4% respectivamente) de la CABA. Si se piensa en números absolutos, la mayor cantidad de viviendas desocupadas se localizan en la comuna 1 y 14 (52.411 y 41.670 viviendas respectivamente).

De acuerdo con el OPC, otro indicador que ilustra la dinámica cada vez más excluyente del mercado es el “significativo aumento del costo de la propiedad” que se viene registrando. Uno de sus informes sobre la vivienda en la ciudad, indica que los precios se elevaron entre 2007 y 2011, un 50% en dólares y un 115% en pesos.

Los otros y los del sur

Para los otros, en cambio, comprar una vivienda ha pasado de costar un promedio de 42 sueldos en 2001, a 84 sueldos en 2011. Ante la dificultad para el acceso al crédito hipotecario (el OPC estima que un grupo familiar con un ingreso de unos $9 mil necesita de más del 40% de sus ingresos y un 30% de los mismos como ahorros previos para poder acceder a un crédito a 20 años), el informe citado afirma: “Que el acceso a la propiedad de la vivienda se vuelva una forma de tenencia cada vez más restringida, obliga a las personas que desean residir en la Ciudad a utilizar otros regímenes de tenencia alternativos, siendo uno de los más difundidos el alquiler”. Esta modalidad creció en un 55% desde el año 2001, alcanzando a unos 350 mil hogares. Al mismo tiempo, en los últimos 5 años, este crecimiento de los inquilinos ha tenido su contrapartida en un aumento del 240% del monto promedio del alquiler, alcanzando hoy el 40% de un salario medio en la Ciudad.

Partiendo de la base de que el crecimiento de la construcción en la Ciudad fue mayor al demográfico entre 2001 y 2010, en un trabajo realizado por la Universidad Tecnológica Nacional -en base a datos del INDEC- se destaca una disparidad muy fuerte entre los barrios del norte y el sur de la Capital. Palermo (13,6%), Caballito (10,1%) y Villa Urquiza (8,1%) encabezan las zonas en las que más se construyó, mientras que Villa Lugano (0,6%), Mataderos (1,2%) y Barracas (1,3%) están entre los barrios menos dinámicos. El dato no es menor ya que el precio del metro cuadrado es mucho más alto -y crece mucho más- en el norte de la ciudad que en el sur.

Como contracara de las inmensas ganancias que genera la especulación inmobiliaria para los unos, el déficit habitacional para los otros creció casi un 26% entre 2003 y 2010 pasando de 86.185 a 108.225 familias sin hogar digno, aun cuando no hubo una modificación sustantiva de la cantidad de gente que vive en la ciudad, que se mantuvo estable en alrededor de 2.900.000 personas. La población en villas y asentamientos pasó de 108 mil a 164 mil personas entre 2001 y 2010. Las que habitan inquilinatos, hoteles familiares, pensiones y casas tomadas alcanzan hoy las 144 mil, y quienes viven en situación de calle, según la organización Médicos del Mundo son alrededor de 15 mil.

Según las cifras oficiales del último censo, casi el 60% de la población que vive en villas y asentamientos vive en el sur de la ciudad. En la comuna 8 (Villa Lugano, Villa Riachuelo, Villa Soldati) uno de cada tres habitantes reside en una villa o asentamiento.

Por otro lado, la construcción se concentró en los barrios mejor valuados económicamente, ya que la inversión se hizo como reserva de valor y no para promover una solución al déficit habitacional que sufren miles de familias. Como el suelo de la ciudad aumenta su valor año a año, la inversión en construcción no es una respuesta a la creciente demanda de más y mejor vivienda, sino que se estructura en función de las posibilidades directas de ganancia.

No hay política sin sujetos sociales, y en la temática de la vivienda los sectores afectados son enormes. Ante la problemática, decenas de miles de otros se organizan en distintos recovecos de la ciudad para buscar soluciones, exigir respuestas, ensayar propuestas. El miércoles pasado, por ejemplo, se realizó una masiva movilización a la jefatura de Gobierno porteña para exigir urbanización de las villas y políticas públicas integrales de vivienda. Habitantes de las villas, organizaciones sociales y políticas se manifestaron reclamando presencia del Estado en un terreno casi olvidado pero nodal en la vida de la población.

Pensar la vivienda de forma integral implica asumir el compromiso de afectar intereses poderosos. Imponer un impuesto a la vivienda ociosa -para que no sea un negocio tan espurio y se ponga en oferta mayor cantidad- y al mismo tiempo establecer un techo a los alquileres; regular la oferta y la demanda; promover incisivamente la construcción de vivienda social, la urbanización de villas y asentamientos, y al mismo tiempo fomentar el crédito a tasas blandas para la adquisición de vivienda propia, son tareas de urgencia para cualquier gobierno de la Ciudad que plantee una propuesta inclusiva.

Salud, vivienda, educación, trabajo. Los otros lo piden a gritos, mientras los unos gobiernan para ellos mismos.

 

@julitadt

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