Para el Rojo la historia no juega

Independiente empató de local sin goles con Villa San Carlos, el último de la B Nacional. De esta manera, suma siete partidos sin ganar, pero sigue en zona de ascenso.

Hace doce años, en 2002, Independiente se consagraba campeón de primera por última vez, de la mano del Tolo Gallego en el banco, y de Daniel Montenegro y Federico Insúa en la cancha. Villa San Carlos, mientras tanto, abandonaba la Primera D tras siete años, al ganarle la final por el ascenso a Sacachispas. Ahora, Montenegro e Insúa están de vuelta en el Rojo, pero la diferencia de cuatro categorías se redujo a cero y ambos equipos comparten la Primera B Nacional.

En la cancha tampoco hubo mayores distancias. Es cierto, durante los 90 minutos Independiente cargó con el peso del partido en el Libertadores de América. Pero como le sigue pasando desde que comenzó la temporada, el equipo de De Felippe es presa de la ansiedad. Atacó, sí; mereció ganar, también; convirtió al veterano Gastón Sessa en figura excluyente, sin dudas. Todo eso, sin una idea de juego, fruto de la desesperación y la necesidad de ir hacia adelante. Se lo pudo llevar en el final con un tiro libre de Insúa que el Gato sacó brillantemente del ángulo, aunque también entregó varias contras que los de “Coco” San Esteban no supieron aprovechar.

Ya suma siete la racha negativa de Independiente. Es mucho, más aún si se tiene en cuenta que la suerte le sonríe con perseguidores que no están firmes –Atlético Tucumán, cuarto, perdió el martes con Brown de Adrogué-, porque de otra manera la realidad sería más complicada aún. Resultados al margen, el Rojo no merece más de lo que tiene, juega poco y apurado, y así es difícil ascender.