Batalla de Ideas

13 julio, 2018

Que los aportes truchos no salpiquen a Vidal

Por Federico Dalponte. El escaso impacto de la denuncia periodística sobre la falsificación de datos y lavado de dinero beneficia en particular a la gobernadora bonaerense. Su indemnidad parece central para la construcción del oficialismo a mediano plazo, cuando los medios hegemónicos la apuntalan como plan alternativo.

Por Federico Dalponte. El escaso impacto de la denuncia periodística sobre la falsificación de datos y lavado de dinero beneficia en particular a la gobernadora bonaerense. Su indemnidad parece central para la construcción del oficialismo a mediano plazo, cuando los medios hegemónicos la apuntalan como plan alternativo.

“Es una denuncia del kirchnerismo”, sentenció María Eugenia Vidal en referencia a la causa por falsificación ideológica que tramita ante el juzgado de Sebastián Casanello.

En su última conferencia de prensa, la gobernadora afirmó que harían una auditoría sobre el financiamiento de su propia campaña. El absurdo: los partidos se financian, pero los controles naturalmente son externos, a cargo de la Justicia electoral. Promocionar como solución ex post lo que debió hacerse antes de generar el daño parece una burla, sobre todo si proviene de la máxima autoridad partidaria.

Los «aportantes truchos» son, en rigor, la suma por goteo de una enorme maniobra de presunto financiamiento ilegal. Pero importa poco e incomoda menos. El periodista Juan Amorín es por estas horas el reflejo de una lucha quijotesca contra el robusto sistema de protección pro-oficial.

Y como en los tiempos del fraude del Correo Argentino, la sensación es que los temas se imponen en tapa sólo a fuerza de insistencia. Aunque ésta sería una novedad, vale decir. Desde el escándalo de las cuentas off-shore, Mauricio Macri tropieza contra su génesis con cierta frecuencia. Es un espectáculo esperable, al que sus voceros y defensores incluso ya se acostumbraron.

Pero con Vidal no. María Eugenia, «Mariu», la última carta del macrismo en caso de que no pase la tormenta. Hasta ahora, la construcción de su imagen desde los medios hegemónicos promovió la instalación de una idea basal: la gobernadora es una persona buena, honesta, del montón. Y tal vez lo sea. Pero la participación política implica necesariamente una serie de definiciones, posturas, vicios, errores, deficiencias y virtudes.

Cuando desde los círculos concentrados se oculta esa paleta de colores, se facilitan las referencias genéricas: Vidal es, por simplificación, la lucha contra las mafias, la esforzada heroína contra la animadversión peronista en territorio bonaerense.

Y está claro que no; la gobernadora es mucho más. Es también la represión en el Parque Indoamericano, la gestora porteña que acentuó las diferencias entre el norte y el sur de la ciudad, la que congeló los salarios docentes, la que vetó la recuperación de empresas, la que recortó el presupuesto en hospitales del conurbano, la que hace campaña a favor del aborto clandestino.

***

Cuando María Eugenia Vidal dijo que los pobres no llegan a la universidad, el esfuerzo mediático fue en vano. La torpeza profunda se paga. Pero con la misma intensidad también dijo, en plena campaña electoral, que la baja de retenciones mineras no había significado una merma de ingresos para el Estado.

Era el horario central de la televisión, en un programa con alta audiencia, en plena discusión con el periodista Diego Brancatelli. Está claro que aquel entrecruce no le valió la elección a Esteban Bullrich, pero fue la imagen de una secuencia de meses: Vidal haciendo campaña a través de los medios para captar a los votantes que los candidatos oficialistas no seducían y apelando a conclusiones sesgadas, deformaciones malintencionadas o –como en este caso– a cifras demostradamente falsas.

Nadie pareció inmutarse demasiado. El fenómeno Vidal permite estas cosas: decir barbaridades y que ningún medio influyente mueva un músculo para poner en evidencia el absurdo. Sin editoriales televisivos en la principal cadena de noticias, sin sermones de los columnistas en los diarios del domingo.

Hace dos meses, en plena corrida cambiaria, Vidal aseguró también que tenía en elaboración un informe sobre los empresarios que aumentaban sus precios sin justificación. Sonaba fuerte, decidida. Dijo con firmeza que revelaría esos nombres. Pero no ocurrió nada.

Ese tono pretende diferenciarla del Ejecutivo nacional. Todo plan alternativo requiere diversidad. Si el PRO quiere asegurarse continuidad a largo plazo, necesita sin dudas que la gobernadora afirme esa identidad propia, que quede a salvo de las críticas a la Casa Rosada.

De momento, ese éxito es absoluto.

@fdalponte

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