Batalla de Ideas

31 enero, 2018

Ahora Moyano: el gobierno acelera su ataque a los sindicatos opositores

Por Federico Dalponte. Después de un diciembre convulsionado, el nuevo escenario gremial estrena plan de acción. Los gordos e independientes continúan en diálogo con el gobierno, pero los sectores duros se unen en defensa ante la avanzada oficial.

Por Federico Dalponte. Hugo Moyano cultivó su perfil dialoguista. Tuvo encuentros formales con el presidente y hasta debates distendidos. Reuniones para conversar sobre OCA y sobre el impuesto a las ganancias.

Cambiemos utilizó su aceitada llegada al gremialista en más de una oportunidad, incluso durante la campaña que consagró a Mauricio Macri como presidente.

Hasta la primera semana de enero, nada de eso había cambiado. El distanciamiento entre Macri y Moyano no tuvo un punto claro de quiebre. Pero la carta pública que el ex líder de la CGT publicó esta semana terminó por evidenciar el enfrentamiento.

Aun así, para el gobierno esto es apenas un nuevo capítulo dentro del embate abierto en diciembre contra buena parte del gremialismo local. Los intentos por debatir la Reforma Laboral chocaron contra la negativa de un sector del diverso abanico sindical y eso dinamitó todos los puentes.

En Casa Rosada todavía creen en la vocación acuerdista de Héctor Daer, exponente de los sectores “gordos” e “independientes”. Pero ven en los demás un obstáculo para su avanzada.

Entre ellos está Moyano. Aunque no sólo Hugo; también está Pablo. El actual secretario gremial de la CGT es sindicado como un opositor cerrado a las políticas  de Cambiemos.

Ambos son investigados por supuestos delitos contra Independiente, club que dirigen juntos desde 2014. Pero además, a Hugo en particular lo acechan causas por enriquecimiento ilícito, evasión, defraudación y anexos.

Los Moyano ven la mano del Ejecutivo detrás de la amenaza judicial. Y no es la primera vez. Cuando un fiscal suizo comenzó a investigarlos por su relación con la empresa Covelia en 2011, la tensión de los camioneros también llegó hasta Olivos.

Aquellos eran los primeros tiempos del distanciamiento entre Hugo y la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Las diferencias entre ambos jamás se zanjaron. En parte porque las pretensiones políticas no eran coincidentes.

Pero hoy, sin embargo, Mauricio Macri logró ubicarlos a todos en la misma vereda, sin distinción de procedencia: desde Sergio Palazzo hasta Roberto Baradel, pasando por personajes de menor envergadura como Juan “el Pata” Medina o Marcelo Balcedo, cuya lúgubre imagen sirve a los planes oficiales.

Se trata en definitiva de generar cierto consenso social para debilitar a las organizaciones sindicales. El empresario Balcedo, mostrado por los medios hegemónicos como el estereotipo del gremialista argentino, facilita el avance del Ejecutivo contra los sindicatos opositores. Ya sea privando de fondos a La Bancaria o eliminando la paritaria nacional docente. Todo sirve.

Por eso no extrañan hoy ciertos diálogos que hace años parecían imposibles. Luis Barrionuevo y Hugo Moyano trazaron en Mar del Plata una alianza que empezó con un comunicado y seguirá en las calles en febrero. Las dos vertientes de la CTA se sumarán sin dudas al plan de lucha que trace el consejo directivo de la CGT.

Entre ellos se difuminan las líneas divisorias. Es cierto que eso está dentro de los planes del gobierno, en esa inverosímil pelea contra la «mafia sindical». Pero la cohesión que el moyanismo puede generar en el gremialismo por fuerza centrífuga es una verdadera incógnita.

Con sus luces y sus sombras, Hugo Moyano conserva todavía un poderío difícil de mensurar. Si Cambiemos doblega finalmente a uno de los líderes más influyentes de los últimos treinta años, sin dudas ello significará un paso adelante en sus proyectos en materia laboral.

@fdalponte

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