20 septiembre, 2017
El despido de Navarro y un nuevo alerta para el periodismo
Por Julia de Titto y Santiago Mayor. El despido de Roberto Navarro de C5N y Radio 10 volvió a poner en la agenda pública la actualidad de los medios de comunicación, la situación laboral de las y los trabajadores de prensa y el estado de la libertad de expresión en la Argentina.

Por Julia de Titto y Santiago Mayor. En este portal venimos cubriendo sistemáticamente diversos conflictos laborales que atraviesan al gremio de prensa. Despidos, persecución sindical o flexibilización son palabras que de forma tan frecuente como lamentable, solemos asociar a las y los trabajadores de prensa. Pero además de los ajustes empresariales, en los medios se respiran censura y aprietes.
Son tiempos duros. Apenas asumido el gobierno de Cambiemos, Víctor Hugo Morales se encontró con que le habían rescindido el contrato de Radio Continental. La empresa -perteneciente al grupo español Prisa- argumentó “incumplimientos contractuales”. Pero, como bien dijo el periodista uruguayo en su momento, “mi discurso no está alineado a los intereses de la emisora”. A lo que agregó: “Si no te disciplinás en las empresas no se puede trabajar”.
Algo similar le ocurrió a Roberto Navarro en C5N. Este martes se confirmó lo que el conductor de Economía Política había anticipado en Twitter. Navarro dio la primicia de su propia desvinculación del medio propiedad del Grupo Indalo de Cristóbal López. El lunes afirmó que en el canal le habían prohibido hablar de Gabriela Michetti, de Horacio Rodríguez Larreta y de Gladys González, tres dirigentes de peso del PRO. También que la decisión de apartarlo del canal había sido producto de presiones del gobierno.
En un artículo publicado en enero de 2016, repasábamos algunos de los principales hitos de este gobierno contra la libertad de expresión y cómo estaba en riesgo el derecho a la información. “Primero, las modificaciones por decreto a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Luego, la baja de la programación de Nacional Rock, los cambios en la TV Pública, el portal Infojus Noticias y el resto de los medios estatales. Ahora, la dupla empresas mediáticas – gobierno nacional, mediada por afinidades políticas y sobre todo por el manejo de la pauta oficial, va por la recuperación del discurso monolítico en los medios de comunicación privados”, decíamos.
En los breves minutos que Víctor Hugo había tenido al aire para despedirse de su audiencia, ya advertía: “Se vienen cuatro años de un verdadero cepo moral y ético”. El despido de Navarro de C5N y Radio 10 parece confirmar la premonición.
El vaciamiento del Grupo 23 de Sergio Szpolski, que creció de la mano de la pauta oficial -que todos los grandes medios perciben y ninguno dejó de hacerlo durante el anterior gobierno ni este- es tal vez el caso más evidente de un modelo de comunicación que aún contando con una herramienta como la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, apostó por financiar empresarios y empresas periodísticas cuyo desenlace es el conocido. Se cierra la canilla (o se amenaza con hacerlo) y quienes pagan los platos rotos son trabajadores, trabajadoras y la sociedad en su conjunto que ve cercenada la posibilidad de informarse con mayor libertad y pluralidad de miradas.
La reconversión de esos medios en cooperativas como Tiempo Argentino y la conquista del reconocimiento y un lugar en el espectro de medios populares como Barricada TV es, al mismo tiempo, la principal muestra de que otra comunicación efectivamente es posible.
En el citado artículo, que mantiene plena vigencia, planteábamos que de lo que se trata con despidos como el de Navarro o Víctor Hugo es de ejercer castigos ejemplificadores para el conjunto de las y los trabajadores de prensa que, dentro de los medios privados, buscan ingeniárselas para defender el derecho a la información y no ser correa de transmisión de los empresarios y la Casa Rosada. También que había un especial ensañamiento con quienes “abiertamente apoyaron a los gobiernos kirchneristas o algunas de sus medidas”.
Navarro y su equipo, más allá de cualquier debate sobre estilos, era una voz disonante y crítica. Como lo eran, por citar un ejemplo, las investigaciones sobre violencia institucional de Infojus. Recordemos que en ese caso hasta borraron el archivo de la página web y lo mudaron -luego de una fuerte presión- a otro sitio, para que ni en los buscadores aparezca.
El gobierno necesita un cerco mediático para que no haya fisuras en su relato que se expresa y multiplica en radio, televisión y diarios.
Entre diciembre de 2015 y la actualidad 2500 trabajadores y trabajadoras de prensa perdieron su puesto laboral. El resto del gremio afronta las mismas dificultades que la totalidad de las y los trabajadores del país, con sueldos que corren de atrás a la inflación, burocracias sindicales que firman paritarias a la baja y una pauperización general de las condiciones de vida. Todo esto tiene, además de un obvio impacto en las vidas humanas en concreto, un fuerte correlato en la calidad de la información producida.
Cuando asumió la presidencia Mauricio Macri y comenzó la ola de despidos en el Estado, desde ATE lanzaron una campaña que se titulaba “Mi trabajo son tus derechos”. En el gremio de prensa, cada fuente laboral perdida puede pensarse en clave similar. Es trabajo de las y los periodistas informar, comunicar, aportar elementos a la sociedad para que puedan construir una mirada crítica sobre la realidad y conocer en profundidad el mundo en que habitamos. Con trabajadores y trabajadoras de prensa hostigados y censurados -sea por presiones directas o por miedo a perder el empleo- sufre la democracia y, en definitiva, el pueblo argentino.
@julitadt y @SantiMayor
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